viernes, diciembre 31, 2004

El 2005 según el FUNAR

“... y un año más Santo Tomás”

En la “cena” navideña del FUNAR, el club de ardidas decidió seguir un Cosmo-consejo. Cada quien tenía que pensar en sus propósitos e imaginar a las demás en un año. No tengo autorización para dar los resultados de mis funarcitas, pero a mí me fue muy bien, cosa que me deja pensando que mis amigas me adoran y sueñan con un futuro hermoso para mí.
Todas están de acuerdo en que el 2005 será el año de mi titulación (vaya). Me ven lo suficientemente independiente como para seguir viviendo con mis papás, trabajando en el gobierno o en algo relacionado con los medios de comunicación, siempre involucrando el ámbito internacional (¡Auch, nunca digas nunca y ya lo dije!). Sólo una me sigue visualizando soltera (i.e. sin novio, el matrimonio permanece postergado hasta la siguiente década) y las otras con alguien que sea totalmente diferente a mis ex (bastante fácil pues por más que trato de encontrarles parecidos a mis pasados no doy una, y sí, me gusta la diversidad), una incluso le puso otra nacionalidad a mi futuro. Físicamente creen que sufriré un cambio radical, que si el cabello un poco más corto y con mechas más oscuras; que si el color diferente; que si un look y cito textual “fashion-pandrosón onda intelectual” (¿...?); o un “igual, pero más formal”.
En un año pasan muchas cosas, aunque siento que se me acorta la vida y todavía me falta el lanchero del parashute, el futbolista sudadito saliendo del vestidor (¡mmmh!), el intelectual (onda francesilla bo-bo de Saint-Germain o ya de perdida de fiesta bohemia de San Ángel) y el ejecutivo trajeadito que ven funarcitas en mi vida y a quien yo me niego por el momento (a menos que sea el argentino de la XR6 con su matita al aire que quien cambió a la Talancón por la Coronado no me quiso traer ni en reseña). Quién me hubiera augurado al rebelde que está tan de moda y que tanta falta me hace, o al rockstar con quien crecí la quinta parte de mi vida. Por definición el futuro es incierto, a pesar de los propósitos, tarots, caracoles cubanos, oráculos o Walter Mercados que existan en el mercado. Lo que sí es que amiguitas dicen que ninguna de las opciones de la pregunta B (ámbito personal) va a suceder si sigo con este miedo de volver a estar con alguien; yo sólo puedo decir que la palabra miedo se queda corta en comparación con el pavor untado de flojera que me da, por lo que el rubro H quedará relegado hasta finales de año, y eso si le empieza a ir bien.
Me parece que 2005 viene lleno de cambios, muy parecido a 1999, año que marcó mi carácter para darme cuenta de las cosas que realmente me aburren de la vida. Ése también fue un año de transición en el que, entre otras cosas, entré a la universidad y no sé si por buena suerte o por desgracia, salí con un zoológico de personalidades: desde el viva-coyoacán, hasta el nieto de un ex-presidente, algunos hijos de políticos mal avenidos, un cafetalero que odiaba el café y sólo peleaba su herencia, juniorcillos con el futuro comprado y poca actitud, el provinciano que ponía cuernos y uno que otro salvador del género con poca química.
Con esa imagen del pasado y del futuro salí del lugar del 2X1 que nunca nos toca. Con una cajetilla repleta de cigarros después del chantaje, con la promesa rota de antemano de seguirla en el otro lugar, con los diez años menos que me calculó el hermano del papá de mi hermana (“Heaven, I’m in heaven”) y con la sensación de que fue buena idea el habernos puesto a pensar qué nos deseábamos sin decírnoslo directamente y llevar la cuenta de lo que vamos pensando a lo largo del tiempo. A ver cómo vamos mejorando las medidas (y como diría el Recodo: ¡¡¡quihubo chuiquititas!!!)...
Por último sólo me queda agradecerles a todos el haberme alivianado el 2004 y porque sé que cuento con ustedes para los próximos numeritos. Luchen para que sus propósitos se logren, sonrían mucho y sean muy felices que eso viene de adentro...
¡¡Feliz 2005!!

miércoles, diciembre 22, 2004

¿Por qué Ana Lucía cruzó el camino?

La respuesta es un poco obvia: porque la gallina estaba del otro lado. Esa parte de la conclusión de Gallinas y epazotes la tenía medio borrada, el sábado que fue la cena navideña con mis amigos científicos, los testigos presenciales se encargaron de recordármela entre burlas y evocaciones del miedo que le tuve a ese animal el resto del viaje del verano.
Por restricción casi voluntaria, para la cena-desayuno me tocó ser la conductora resignada. Durante las nueve horas que estuvimos en el departamento de la chica independiente de Dupont, sólo tomé dos chelas y un par de cubitas, así que presencié sobria la descomposición de mis amigos bajo los efectos del alcohol.
Esa noche me di cuenta de que empezaba a vivir en carne propia y sin conciencia, el Cuento de Navidad de Dickens, claro, con sus debidas proporciones ya que, entre otras cosas, no me apellido Scrooge, no soy la mera mera de la Bolsa y eso de las finanzas nunca ha sido mi hit (evidencia empírica de por medio). Así como pasé todo junio despotricando de mi cumpleaños, convirtiéndome en mi propia Grinch, en cuanto comenzó la mercadotecnia invernal empecé a sentir una aversión inusitada hacia la Navidad. Por primera vez en la vida no moví un dedo en mi casa para incorporar la escenografía exorbitante que una vez al año a mis padres les hace tanta ilusión. La “presión académica” sirvió como escudo para fomentar mi apatía decorativa.
Como pesadilla, al ritmo de “La Marimorena”, el “Arre borriquito” y la Navidad con los Pitufos que posteriormente sería sustituida por la de las Estrellas, me perseguían los recuerdos de mis afanes infantiles para que ningún rincón de la casa quedara sin cubrir con “algo” navideño. Destellante recuerdo cosido con chaquiras y lentejuelas a algún terciopelo en forma de arbolito, estrellita, campana, osito o santa. Mi primer espíritu de la Navidad.
El segundo espíritu me llevó al presente, al maldito tráfico decembrino de esta ciudad tan infestada de coches que, como en domingo, circulaban toda la semana; muchos sin dirección definida, sólo con la inseguridad de quien no sabe la dirección, está buscando un lugar para estacionarse, o de plano va chacoteando con sus retoñitos sacándoles información para Santa. Como diría Dickens y aplicándome la sentencia de Scrooge: “ningún calor podía templarme, ninguna temperatura invernal podía enfriarme” Y eso también, el clima empeorando mi ar-tri-tis que se extiende de los dedos a las rodillas, pasando por todas las articulaciones que ni X-Ray logra rejuvenecer, la edad me ha ido desmejorando sin piedad (y nada más porque no me queda muy claro que haya afectación reumática en el cerebro, de lo contrario ya tendría respuesta al atrofio de la zona) Y allí voy yo con mis pisaditas de no-quiero-moverme-mucho-porque-me-duele-¡auch!, intentando sobrevivirle al clima, a las nuevas cervezas con tapa “abre-fácil”, al tráfico y a las almas navideñas que aún no logran contagiarme su felicidad de villancicos y centros comerciales.
La costumbre de la cena con los amigos científicos es que las chicas hacen de cocinar y los hombreces llevan las provisiones de alcohol. Desde hace unos años me ha tocado hacer el postre y, como lo único que sé hacer es fondue de chocolate, eso fue lo que llevé. Vislumbré al tercer espíritu de la Navidad cuando me sorprendí preguntándole a la encargada de la botana cómo había hecho el delicioso queso y a punto estuve de escribir la receta del pavo de la cocinera por excelencia, digamos que hasta tomé nota mental de los ingredientes de la ensalada y sólo porque la chica de los ravioles no estaba cerca de mí, que si no también la hubiera asaltado con preguntas, en mi demencia febril traté de identificar los sabores y hasta podría decirle a la amiga de la boda del verano cuál fue su fórmula secreta; en esas estaba cuando una de mis chicas –súper revolucionaria guevarista, compañera de aventuras, creía yo, femenistas- me habló sólo para preguntarme tips para el fondue. ¡Vaya colmo, de villancicos y lentejuelas estoy llegando a las recetas de cocina! ¿Hay dudas del por qué la paranoia a la Navidad? ¿... y a las gallinas?
Hablando con el Turista -defensor magnánimo de la Navidad- tuve que aceptar que sí, que hay cosas malas de la Navidad, pero aquí comparto el sentimiento con muchas otras almas, a diferencia de mi cumpleaños, y al final es una época que queda tablas tendiendo a lo positivo porque también cuenta con temas alegres: es buen pretexto para ver o recuperar el contacto con los amigos desaparecidos; están las posadas (pre y post incluídas); las cedas (concepto similar al credo, nada más que en esta ocasión incluye los conceptos de cena y p#da); es la única temporada del año en la que tanto comida como bebida son ejemplares, con estas reuniones no se puede decir menos. Y así como el arrepentido Scrooge decide al despertar del sueño de los espíritus, yo igual: "viviré sonriendo en el pasado, en el presente y en el porvenir". En fin, después de tanta apología de esta fecha no me queda mas que decirlo, ya qué más da:
¡Feliz Navidad y felices fiestas a todos!
Querido Santa:
Este año me porté muy, muy bien (en serio, tú así como Pedro Infante: “Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y diles que yo no fui”) Me gustaría que de regalo me trajeras una ciudad con más esperanza y menos tráfico, o un mejor sistema de transporte, o que ya se inaugure el segundo piso del Peri, o mejor un coche que vuele =) ; otras articulaciones o un producto más potente que el X-Ray; menos adornos para mi casa (¡urge!) o una casa más grande para que no se vea tan barroco el asunto; un recetario de cocina (¡ah, verdad!, eso fue broma, eso no porfis, de verdad, ¡¡¡FUE BROMA!!!); y a la gallina del pueblo innombrable hecha caldito (ay ándale Santa, no seas gachito). Saludos a Rodolfo y abríguense bien porque últimamente a todos nos está dando gripa, no vaya a ser que por traerme a Brad Pitt te me pongas mal...
Lulú Marina


Pd
Gracias a ya saben quienes por ya saben qué. En particular a la llamada de “estas Navidades” y a los que nunca se pandean para el reven... Santa Roooooock's comin’ to town

domingo, diciembre 19, 2004

A un paso de quemar las naves

Primero me sentía contenta porque el año se estaba acabando. Me encontraba básicamente furiosa con él porque creía que había sido el peor de mi vida y pensaba también que, como si fuera una maldición, en cuanto llegara el 2005, la vida sería color de rosa otra vez. ¿Otra vez?
Cumplí veinticuatro años en medio de una depresión persistente y una confusión existencial absurda por mis ideas de escuincla cuando creía que en cuanto cumpliera esa edad, mi vida perfecta al estilo Flans estaría resuelta, con mi Caribe roja y mis amigas trepadas cantando “corre, corre, corre...” en medio de los súper copetones y el maquillaje eléctrico naranja fosforescente; con la carrera terminada y siendo una reportera intrépida tipo Erika Buenfil en “Amor en Silencio” o de perdida como Sandybell; con mi príncipe azul mezcla de Anthony y Terry de “Candy” o si me iba mal con el remix de Brandon y Dylan de “Beverly Hills 90210”. Llegué a los veinticuatro sin Caribe, sin carrera y sin príncipe azul. Cuando era chiquita no imaginaba una edad más allá de esa, dividía en ciclos importantes mi futuro, cuando cumpliera doce, luego dieciséis, veinte y veinticuatro. Mi existencia había sido muy predecible hasta el pasado junio cuando por primera vez sufrí una crisis de subsistencia y recordaba al profesor -amado por las niñas y detestado por los pocos niños que había en la carrera- diciendo en tono de broma hace casi dos años: “Evita no sólo conquistó a un país a los veintitrés sino que conquistó al mundo y ustedes ni siquiera pueden conquistar a un hombre”.
En medio de mi propia debacle, a mis tres hermanos les dio por emigrar al mismo tiempo; a mí me dio por enfermarme y tener algunos que otros fracasos académicos y “profesionales”; varias personas que quiero mucho sufrieron y muchas cosas que eran sólidas en mi existencia se fueron tumbando poco a poquito. Para colmo de males y de manera radicalmente distinta, perdí a los dos únicos hombres que he amado; tal vez como en plan de diva los sentía muy seguros a los dos y jamás me había planteado la posibilidad de que dejaran de ser míos y no sé si algún día pueda entender y superar la pérdida del primero, este año al menos no lo he logrado. Y lo más triste de todo fue la despedida de ese señor que quisimos mucho y que hasta el día anterior siguió diciendo que se sentía bien.
Mientras más se acercaba el fin de año yo me iba sintiendo como dentro de las descripciones de la luz al final del túnel. Luego un día desperté y la perspectiva negativa de mi causa empezó a transformarse, incluso hasta como mecanismo de defensa. Creo que la mayor parte de 2004 me la pasé deprimida o al borde de la depresión por las cosas que pasaban a mi alrededor; con la gente que quería y veía sufrir y con mis propios traumas; dormía demasiado y ya casi no soñaba.
Se me había olvidado que me gusta ser feliz, que me gusta sonreír y creo que me faltó analizar el contexto de una manera más madura. Con la madurez que tenía cuando era chiquita y lloraba mucho. Llorando se me olvidaba todo y al día siguiente volvía a ser la escuincla boba y feliz que extraño tanto. Cada vez me cuesta más trabajo llorar y me da miedo quedarme así porque puede llegar a afectarme en su antónimo.
Sí, sí, hubo cosas que estuvieron fuera de mi control, pero estoy tratando de aprender a través de ellas aunque sean difíciles; estoy intentando entender cuál es el mensaje y cómo puedo ser mejor a través de ese espejo (seguro es cierto lo que dice la Venegas de que por todo lo malo, algo bueno la vida te da). Hubo también otras cosas que me gané a pulso, pero ya no las estoy analizando con la perspectiva de culpabilidad que tanto me perseguía. De regalo de Navidad quiero la guía del usuario de mí misma, porque a veces ni yo me entiendo, tal vez sea porque soy Géminis y así dicen que somos, que tenemos una personalidad mutante (Ana vs Lucía; Smeagol vs Golum; Melanie Hamilton vs Scarlett O’Hara). Hay ocasiones en las que mi ego rosa se reconforta con su sola presencia y me amo y me considero la mejor compañía, pero hay otras en las que me enojo con mi propio ser.
La vida se pone pesada a ratitos y luego yo poniéndole mala cara, ¡qué combinación! Lo bonito sería lograr un equilibrio que maximizara la función de la felicidad (¡pero qué bonito es lo bonito, lástima que sea pecado!) Por lo pronto este año me hizo ver mi error. Ni los meses ni los años tienen la culpa de las situaciones, si acaso habrá que agradecerles pues suelen traer una enseñanza oculta que sólo depende de cada uno descubrir y adaptar a su propia circunstancia. Al fin y al cabo, el único examen que realmente cuenta es el que cada quien se hace a sí mismo. Y como dice el bombonísimo Sanz: “el mejor homenaje para los que se han ido es seguir viviendo”, entonces qué mejor que hacerlo tratando de entender por qué es que nosotros seguimos aquí. Un buen consejo para 2005 es dejar de leer a Simone de Beauvoir, madre del existencialismo, se cree que el padre fue Sartre por haber sido su pareja, pero eso sólo ella lo supo, ventajas de ser mujer.

sábado, diciembre 18, 2004

El Clan

“Lleve sus ricos, tamales oaxaqueños, calientitos, DELICIOSOS, tamales oaxaqueños...”
Hace poco fue la graduación de uno de mis mejores amigos, de un amigo del Clan. Nos conocemos desde hace más de quince años; con esta banda aprendí los primeros y los mejores albures de mi existencia, hasta la fecha siguen sorprendiéndome porque cada vez que los veo tienen un nuevo repertorio (seguro con esta frase ya vieron qué pude haber dicho mal para alburearme, casi como cuando las palomas de Costa Rica). Las primeras fiestas-fiestas las viví con ellos cuando apenas salíamos del Club de Toby y de Kitty respectivamente. También descubrí los juegos de botella y esas tonterías a su lado.
Nos reímos mucho cuando nos da por aplicar el abuelazo. De cuando en una ocasión el amigo anfitrión llegó a decirme que el graduado quería andar conmigo, a mí no me dejaban tener novio así que mi respuesta fue negativa. Ante esto al anfitrión se le hizo muy fácil pedirme que anduviera con él, ahora me da mucha risa, pero a los once años recuerdo lo indignada que estaba bajo el argumento de que yo no era un objeto que se rolara así como así.
Conozco a muy poca gente que tiene la habilidad de reír y de hacer reír como la tienen mis chicos. Cada vez que salgo con ellos me inyectan energía a través del ron (porque son caribeños hasta los huesos) y por las tonterías que dicen y hacen.
Ahora somos siete (“¡Queremos boda, queremos boda!”) y he de aceptar que me han tenido mucha paciencia pues me siguen considerando parte del Clan sin cumplir con uno de los requisitos fundamentales: las reuniones semanales, pero se nota que sí me quieren porque me lo perdonan, propósito de Año Nuevo, ya sé. Felicidades al KA-LI-MAN (creador junto con el Vic Brother de la foto oficial de este página) y los quiero mucho-mucho amigos.

El Clan Posted by Hello

miércoles, diciembre 15, 2004

Gallinas y epazotes

Mediados de julio. Se trataba del viaje de despedida de mis hermanos pues la ñoñez anda ruda y se me fueron a estudiar sus doctorados, bien acá. De repente a varios de nosotros nos dio por sentirnos mal. Según los nativos y nuestras conciencias era por culpa de los bichos; que si el agua; que si algo que habíamos comido; que si estábamos débiles. Alguna voz misericordiosa se levantó para decirnos que los bichitos de la panza se combaten con té de epazote. El dolor era tal que lo que fuera se agradecía, aunque pareciera un conjuro extraño porque al parecer la tradición es tomarse el té sin olerlo. Las teorías al respecto dicen que si lo hueles, los bichos al reconocer el olor buscaban otro sitio para esconderse (tal vez el brazo, una pierna o el cerebro, no sé) pues ya traen los genes que les avisan que esa planta los mata; otras simplemente se enfocan en hacerle el feo al olor y dicen que por autocompasión es mejor echarse el trago sin olerlo (tipo de hidalgo). La verdad es que yo me sentía tan mal que cualquier teoría me funcionaba y todo lo creía. Así me la pasé durante días desayunando y cenando mi “delicioso” té de epazote pues dentro de mis conocimientos médicos (evidentemente nulos) yo tenía un zoológico en el estómago.
Llevábamos 6 días en la playa -que anteriormente yo recordaba como “virginalmente paradisíaca”- y el plan era permanecer todavía 14 días más para cumplir la meta de los 20. Como muchos de nosotros estábamos auto-recetados con el té de epazote, teníamos que ir al único restaurante que lo proporcionaba. Por azares del destino, ese día me tocó sentarme en la cabecera de la mesa, una mesa como con 8 personas. Ya nos habían traído nuestra jarrita de té y todos esperábamos que se enfriara un poco para dar el hidalgazo al mismo tiempo, ya más que un remedio se había convertido en una costumbre donde todos revisábamos que ninguno lo oliera porque de lo contrario perdía.
Seguramente alguien estaba contando algo interesante, pero mi atención estaba fija en esa gallina. El animal había estado merodeando por el local un buen rato e incluso se había subido a una silla y posteriormente a la mesa de al lado. En un principio me había causado mucha gracia su agilidad y cinismo pues se movía con la mayor de las confianzas sobre la mesa. Dejé de prestarle atención pues ya se había enfriado el té de epazote y era mi turno para tomarlo. Me estaba llevando la taza a la boca cuando miré de reojo y como en una escena de película barata y en cámara lenta, la gallina voló desde la mesa de al lado, aproximadamente a dos metros de distancia de nosotros, y se posó desesperadamente sobre mis hombros. No sólo fue desagradable la sensación de las garritas en mi cuello y mis hombros -porque en la playa por lo general no se estila ir muy vestido- sino que la descarada se dedicó a picotearme la cabeza. El bicho estaba tan afianzado que a pesar de levantarme y tratar de quitármela dándole golpes y gritos, no se iba. Supongo que no pasó más de un minuto en lo que logré aventarla, pero en mi propia desesperación el recuerdo se hizo eterno. Mis cínicos “amigos” no podían reaccionar de la risa que los estaba matando, risa que por cierto se les fue de la cara a mis hermanos en el momento en el que logré deshacerme de la gallina y ésta quedó colocada en mi silla, quedándole de un lado el gringo del pueblo elotero (tendiente a la calabaza y a la berenjena) y del otro el norteño que se hace el sufrido en el asfalto madrileño. Sólo escuché: “¡Ay wey, ahora me está viendo a mí!” Ambos estaban a punto de correr cuando alguien del restaurante los salvó porque se la llevó al local vecino donde pertenecía y no a la cocina donde con mi enojo yo la quería.
Sigo sin saber por qué la gallina decidió atacarme de esa manera, no sé qué fue lo que la hizo odiarme. Tal vez ella también creía que tenía bichos en la panza y quería té de epazote; o le molestó que la estuviera viendo, pero juro que no fui la única, otros confesaron haberla estado observando también; pudo haber sido que le molestó mi color de cabello porque el suyo vaya que estaba feo, de hecho después lo analicé y no es por ardida, pero de verdad se parecía al de la antagonista que me cae tan mal, de hecho ya hemos creado el nuevo color de tinte “rojo-gallina” en honor a ambas; no sé, tal vez le indignó mi perfume porque he de aceptarlo, pocos, pero hay a quienes Anaïs no les causa la emoción que a mí; o en una de esas con todos los pollos que me he comido en la vida, alguno era pariente suyo y lo trató de vengar. Después como para darme ánimos, mis amigos risueños decían que lo que pasaba era que la gallina tenía tendencias lésbicas y se había enamorado de mí y por eso me había “montado”, está bien, eso lo puedo entender, pero que quede claro que a mí eso del sexo zoofílico y violento con piquetones en la cabeza proporcionados por un animal con un color de pelo igual al del otro bicho ese que se hace llamar mujer, no me parece tan sexy.

lunes, diciembre 13, 2004

Maratón Lupe-Reyes

Así es. El maratón ha dado inicio y no sé si debería estar orgullosa, pero ahí la llevo. Lo comencé un día antes pues tenía que festejar mi santo apodo (Lupe); para seguirla sólo me hubiera bastado agitarme tantito y así conectaba la del día anterior, pero estaba tan mal que no podía ni moverme por lo que tuve que seguir el modo tradicional y aproveché la comida familiar para la inauguración oficial de tan importante evento.
Supongo que cada vez será más rudo pues hoy llega el Vic Brother y las cenas navideñas se están dejando venir en desbandada. Tengo un poco de miedo, pero creo que cuento con lo necesario para ser la ganadora del maratón este año, al menos he estado siguiendo todas las reglas de la Convocatoria 2004.
Que gane el mejor y nada con exceso...

sábado, diciembre 11, 2004

El rival más débil

A dos semanas de haber presentado el maldito examen maldito sigo teniendo pesadillas con el Congreso de Viena; con Waltz, Morgenthau, Keohane, Putnam y los otros tipos raros con sus teorías raras sobre la interacción de los Estados; con el artículo 89 de la Constitución y los principios de la Política Exterior; con las consecuencias de la Guerra de Secesión de los vecinos, del “Nuevo Trato” de Roosevelt y de las ocho rondas del GATT; con el Realismo y el Liberalismo en la invasión a Irak; con el conflicto árabe-israelí, los Tratados Sykes-Picot y la endemoniada sociedad grociana que después de cinco años no logro entender. Al menos ya pasó y si yo no paso estoy segura de que ya me puedo declarar competencia oficial para el Maratón Juvenil o de perdida para “El rival más débil”.
Durante toda mi existencia jamás había estudiado tanto como lo hice para el maldito examen maldito. Me da un poco de pena saber que había gente que estaba estudiando desde el verano, yo sólo me quejaba y recopilaba guías hasta que a tres días del examen, el pánico se apoderó de mí y no me quedó más remedio que hacer el encerrón de dos días enteros con pausas de bebé (para comer, dormir e ir al baño). La noche-madrugada previa al examen ya no podíamos, incluso tiré la toalla vilmente bajo el argumento “si durante cinco años hice una carrera mediocre, ¿qué me hace pensar que justo al final termine haciendo un examen brillante?”. Para distraernos decidimos hablar de otras cosas y al final toda mi vida se redujo a teorías de Relaciones Internacionales, desde el análisis del color de mi cabello hasta mi vida amorosa; lo peor es que creo que es una manía que se está incrustando en mí, veo las noticias o me cuentan un chisme y ya todo lo analizo desde alguna perspectiva de esos tipos raros.
¡Me estoy volviendo loca... y ñoña!¡Ayúdame Lulú Marina, por favor!
Formemos parte del club: “Todos odiamos al Instituto de Tortura y Abuso Mental”, mal conocido como ITAM.

Kit de estudio para el suicidio Posted by Hello

jueves, diciembre 09, 2004

Girls & the City - Desesperadamente buscando a Susana

Hace poco alguien me preguntó por qué algunas amigas me llamaban Susana, pues es hora de sacar la historia del clóset. De nuevo, en homenaje a mis chicas locas que de vez en cuando se pierden en la fiesta y a los estrógenos deambulantes que nos hacen incomprensibles en ocasiones, va por nosotras niñas. Porque este amor es azul como el mar: ¡SALUD! Y uno, dos, tres: ¡Ánimo!

Desesperadamente buscando a Susana


Como pretexto de secundaria, cada vez que conocía a alguien que pudiera comprometer la integridad de mi nombre, usaba el de Susana. Acababa de regresar del verano-de-mi-vida. Había pasado un mes en La Habana y otro en Montreal “estudiando”. Después de tener una relación de un año seis meses, a los días de haber regresado del verano-de-mi-vida, hubo diferencias irreconciliables entre nosotros y terminamos. No sé qué sentimiento era peor, el dolor por la pérdida de alguien a quien había amado tanto o la frustración por haberme portado tan bien teniendo tantas tentaciones alrededor para llegar y perder a la inspiración de mi fidelidad. Dentro de mí surgió una mini réplica del odio de Paquita la del Barrio hacia el género masculino y algunas de mis mejores amigas estaban pasando por una etapa similar. No creo que hayamos podido tener un mayor consuelo que el descubrimiento de la fiesta. Muchas de las personas que conozco vivieron esta etapa en la adolescencia, pero nosotras la vivimos a inicios de los 20, y aunque en ocasiones nos llegamos a ver bastante ridículas, no tengo recuerdos de esa etapa que no sean divertidos, incluso puedo decir que disfruté al máximo hasta las depresiones.

Éramos una mezcla región 4½ de femmes fatales, ron, escotes, hombres, risas, antros, bailes exóticos, rosas, besos, llamadas perdidas, llantos, canciones recompuestas y muchos osos. Fue en ese ambiente en el que vivió Susana. No recuerdo si yo me lo puse o así decidió alguna amiga que me llamaría, pero el nombre llegó para quedarse pues me recordaba un poco a la Susanita de Mafalda y eso me hacía pensar que después de detestarla tanto durante mi infancia, no habría manera de llegar a quererla en mi juventud y sería sólo una etapa pasajera.

El desprecio temporal que sentíamos hacia el género del cromosoma Y, nos llevó a no mencionar los nombres de los “ligues”. Así, si salíamos con un chavo que tenía el mismo nombre de otro que conocías, sólo le asignabas un número: “¿ya te habló tres?” o “voy a salir con uno”, después sólo decíamos bis, bis-bis, bis-bis-bis y así porque para colmo, a los padres sin imaginación de nuestra generación les dio por escoger el mismo nombre para sus hijos. Otra forma de identificación era por alguna característica graciosa del individuo en cuestión; por el parecido a otra persona, por lo general de algún programa de televisión cómico; o por alguna situación especial con él que, por supuesto, tuviera tendencia de burla... Y vaya que había varios que hasta se ponían de pechito para ser víctimas de nuestra comedia personal: el muégano, godínez, el frutigum, el espléndido, felipirrín o eljelí, el re´che, chochis, el compartido, amauri, el bisbal, el sombrero, el sombrerero, el pizza-hut, el perris, el vaquerito, en fin.

En aquellos días estábamos fuera de la ciudad. Andrea, Gaby, Paulina y Susana solteras, la leyenda urbana. Las primeras tres ya se habían hartado de tanta fiesta y querían irse a dormir, pero Susana estaba fascinada platicando con el Regio (en relación a la anécdota de la servilleta). Con unas dos o tres copitas de más y con la distracción presente, Susana no significaba mucho para mí y ya no respondía a dicho llamado. Gaby, rescatándome de un posible linchamiento de las demás, al ver que no me movía decidió gritarme, llamándome por mi verdadero alias: “¡Analú, ya vámonos!” Lo correcto hubiera sido reaccionar sin hacer notar que mi nombre verdadero no era Susana, pero el de la servilleta, evidentemente sin tanta fiesta encima, se dio cuenta y me obligó a quedarme ahí hasta explicarle por qué le había mentido y cuál era mi verdadero nombre, si no le daba una respuesta que mínimo lo pusiera de buen humor, no me dejaría ir. Para mi a-li-vio, Gaby se dio cuenta de todo y trató de me-jo-rar-lo: “Es que se llama Susana Lucía, pero nosotras le quitamos el Suscia y nos quedamos con el Analú ¿tú con cuál te quedas?” El de la servilleta no sólo se rió, sino que hasta la fecha continúa riéndose de eso cuando lo recuerda y se ha convertido en un buen amigo de Ana Lucía. Yo lo llamo por su nombre, para mis amigas siempre será el de la servilleta y él ha preferido seguirme llamando Susi (sin la a del final, por favor).

Hace más de un año que Susana se convirtió en parte de mi pasado pues ya sólo mis amigas me llaman así. En ocasiones siento un poco de nostalgia por aquel tiempo y estoy segura de que las demás también la sienten, pero la vida es un teatro en el que, aunque sigamos haciendo tonterías, los escenarios, los personajes y los libretos van cambiando. Nosotras también hemos ido cambiando y no me queda claro si hayamos madurado, lo cierto es que las situaciones nos han hecho personas diferentes y lo importante es poder decir que, usen el nombre que usen, pasan los años y las historias, pero mis chicas siguen aquí. Eso sí, ahora con más capuccino que ron, el FUNAR en total decadencia...

lunes, diciembre 06, 2004

Depilación

Decidí dejar la cera a un lado y usar de estas cremas depilatorias (mi costo de oportunidad me llevó a elegir la inversión de veinte minutos para tener libertad por dos semanas, a cambio de dos horas por cuatro semanas). Una vez aplicada la crema, tienes que esperar diez minutos para retirarla y voilà.
Me encontraba viendo la tele durante el tercer minuto, cuando al torbellino Zelda le pareció un buen momento para irrumpir la privacidad de mi cuarto y sentarse al lado mío. Al principio mi reacción fue enojarme porque el bicho había interrumpido mi sesión, llevándose la mitad de la crema de una pierna.
¡Se había llevado la mitad de la crema de una pierna! Evidentemente el animalito -por razones fisiológicas más que de cualquier otra índole- tiene mucho más recubrimiento que yo. Cuando caí en la cuenta, mi enojo pasó a preocupación porque en lo que me había levantado para reaplicar el producto y desenfadarme, ya había pasado un rato y no me había dado cuenta de que la zonza estaba llena de crema y sólo me veía muy divertida, moviendo la colita.
Inmediatamente traté de limpiarla con un papel, pero ya era demasiado tarde. Zeldi había sido víctima del efecto lampiño y sufría sin dolor su primera depilación... Y nada más porque la perra no es muy brillante, que si no estaría agradeciendo que tengo muchas cosas que hacer y esta vez no escogí la opción cera que duele duele.

jueves, diciembre 02, 2004

Lulú Marina rebelde

Mi tierna infancia nunca se caracterizó por mi tierno carácter. Uno de los recuerdos más vivos que tengo es el de la pelea con los vestidos que terminé ganando a la mala. A esa edad, de las pocas cosas que realmente odiaba era tener que ponerme vestidos y que me peinaran, y así pasaba por la vida diciéndole a todo el mundo cuánto me fastidiaba ir con esa indumentaria.
El punto final a la discusión llegó un sábado familiar. Supongo que no tendría más de seis años e íbamos a ir a una comida, a mi corta edad sabía inferir que mis primos iban a estar allí y a mí me encantaba jugar “quemados”, “las trais” o cualquier otra cosa que involucrara correr y riesgos de estar cerca del suelo, y yo era (¿soy?) gran, gran fan de él. Con el vestido y los zapatos había una alta probabilidad de poca diversión pues impedía muchos movimientos rudos, por la propia vestimenta incómoda como por el clásico: ¡ya se supo, ya se supo, que tus calzones son de Conasupo! o ¡son rosas, son rosas! Ciertamente son actitudes muy tontas cuando la moda actual es enseñar la tanguita, pero en esa época –y aunque fuera mi familia- el respeto a la privacidad de mis calzones era muy importante.
Traté de convencer a mi mamá de que era mejor idea ponerme pantalones. Para colmo no entendía por qué tenía que usar justo el molesto vestidito rosa pastel con cuellito de marinerita lela que venía equipado con los estúpidos zapatitos de jaretita blanca que no podían llevarse mas que con los tines (calcetines cortitos) de encajito que encima de todo picaban. Agoté todos los recursos, incluso le pronostiqué a mi mamá que si iba con esos zapatos seguro me iba a caer y además le restregué en la cara que si eso sucedía, sobre ella caería la responsabilidad. Las mamás no entienden razones, era una reunión familiar y su muñequita tenía que ir vestida como tal. Después de llantos y pataletas (en especial a la hora de recogerme el cabello) salimos, pero yo iba dispuesta a mostrar mi frustración a cuanta persona se me pusiera enfrente. El mundo se tenía que enterar.
Mi chantaje funcionó, cuando llegamos todos me preguntaban por qué había llorado y yo sólo levantaba con la mano una parte del vestido, me llevaba la otra mano hecha puñito a los ojos, volvía a hacer como que iba a llorar y mi mamá tenía que explicar que nada más estaba haciendo mi berrinchito y que tenía que aprender a obedecer.
Fue tal la presión ejercida por mi cara de amargura y mi espléndido aislamiento de los demás niños, que mis tíos tuvieron que interceder por mí pidiéndoles a mis papás que me dejaran ir a jugar con los demás. La mami accedió y yo corrí y corrí hasta que me caí. La predicción se había cumplido, pero no de la forma como yo esperaba. Tengo que aceptar que en el fondo quería demostrarle a mi mamá que yo tenía la razón, aunque no buscaba hacerlo al precio que pagué. No sólo hice que mi equipo perdiera por mi caída y que desde ese momento en adelante empezara a fichar como de chocolate, sino que el dolor fue realmente horrible y la cicatriz llegó para quedarse.
Ese día me la pasé llorando desde que desperté hasta que me dormí, pero jamás volví a tener la obligación de usar vestidos o zapatitos de jaretita. Ahora tampoco uso mucho ni vestidos ni faldas cortas pues la cicatriz golpea un poco mi vanidad y, aunque ya no me suba a los árboles ni juegue policías y ladrones, sigo pensando que son más cómodos los pantalones, hasta para dormir. Hace poco lo comprobé. Tenía que presentar un trabajo y decidí que era buena idea ir por una vez en la vida de faldita a la escuela. Para mi mala suerte, antes de subirme al coche se rompió un tacón. Eso de tratar de mantener el equilibrio con faldita, zapato y medio y la mochila a las 6 y cuarto de la mañana no es nada, nada sexy y en mi cabeza sólo escuchaba: ¡Ese glamour Lupe! Por eso no opuse resistencia y me dejé caer graciosamente aprovechando que nadie me veía y cuando ya estaba repuestita regresé corriendo a ponerme pantalones.
¡Al demonio con las faldas y sí, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad!

miércoles, diciembre 01, 2004

30 de noviembre

Hace mucho tiempo que no llovía. Ayer fue como si el cielo se solidarizara y llorara también con nosotros. Por si no nos había quedado claro, decidiste recalcarnos cuánto la habías amado y por eso te fuiste el mismo día y a la misma hora que ella se había ido veintitrés años antes. Como por tener algo de qué hablar, casi toda la noche y el principio de la mañana pasamos asombrándonos de eso, unos más escépticos decían que no había sido a la misma hora, ajustaban los minutos y ya. Otros decían que no te habías ido tú sino que ella había venido por ti en esa fecha para que no la olvidáramos, y varios de nosotros casi ni la conocimos y jamás la vamos a olvidar.
Te fuiste dormido. Seguro estabas soñando algo lindo por la carita que tenías; seguro soñabas que al fin estabas de nuevo con ella; o que podías volver a comer todas las cosas que te quitábamos del camino porque te hacían daño; o que volvías a ser tan fuerte como cuando cargaste un coche de esos que todavía no eran de fibra de vidrio antes de que la mayoría de nosotros naciera.
Nosotros lloramos por ti y porque te vamos a extrañar, el egoísmo natural de estas cosas es así, pero tú ya eres libre otra vez. Yo quiero pensar que hasta en el último instante que estuviste aquí pensaste en los demás antes que en ti y por eso escogiste esa fecha y esa hora para despedirte. Para que nos quedáramos tranquilos y para hacernos saber que ya estás con ella y que vuelves a sonreír como en últimas fechas ya casi no lo hacías porque te dabas cuenta.
El ejemplo que nos dejaste realmente me llena de orgullo y de preocupación porque es muy difícil llegar a ser como tú. Dedicarte y sacrificarte de esa manera por tu familia, desde que eras un niño hasta hace dos días. No era necesario que nos dijeras que nos querías o que nos abrazaras, tus acciones hablaban solitas, lo demostraste una vez más al escoger justo esa fecha. Estoy segura que tanto yo como tus otros nueve nietos y toda la gente que te quiso, siempre vamos a recordar tu sonrisa y te vamos a extrañar mucho.

domingo, noviembre 21, 2004

Sugestión

Hoy lo ví y lo sentí... Decían que no había remedio, que no siente nada. Y lo ví hoy y lo sentí... Nadie me puede decir que no. Éramos cuatro: su papá, la novia del papá, mi amiga y yo y todos lo vimos. Me reconoció y sentí lo que nunca nadie había sentido por mí. Pensé que era sugestión, no sabía qué hacer y nos dejaron solos y empecé a saber lo que estaba pasando. No me dijo nada, pero hablamos durante horas y me entendió y lo entendí y entendí mil cosas que no había querido entender.
Me decían que no me correspondía, que no era mi lugar, que como quisiera, que mejor me quedara con el recuerdo que tenía de él, que daba lo mismo si iba o no. No, no dio lo mismo. Y me siento la peor de las mariconas porque no soy una persona fuerte, me daba terror y me arrepiento por el tiempo perdido porque pensaba que sólo para mí había sido importante y hoy me dí cuenta de que también para él soy importante y que él sigue siendo, a pesar de que no le den el crédito que se merece. Me daba miedo reconocer lo débil que soy y que me iba a deshacer en cuanto lo viera y aguanté y lo sentí y ahora me estoy deshaciendo por haber sido tan tonta.
Lo que pasó el sábado me dio valor por el miedo que me dio pensar que nunca más, que el segundo que estamos aquí es tan efímero que no hay que desperdiciarlo y luego más porque me enteré que se lo van a llevar y cuando tocas fondo ya no puedes ir más abajo, ¿no?
Yo toda traumadilla por mi examen cuando es una verdadera estupidez. El viernes me dí cuenta de cuánto amo a mis amigos, que no soy nada sin mi familia, sin ustedes, aunque a muchos no pueda verlos tan seguido como quisiera o como necesitara. Y estaba perdiendo a un amigo por miedo, a un amigo que fue mi primer amor y yo por cobarde, porque seguía creyendo que no me correspondía.
La vida nos persigue, a pesar de que creamos que sucede lo contrario. La vida debe ser una sonrisa y hace mucho que no veía una sonrisa que me diera tanto. Hoy ví dos que me hicieron darle gracias a Dios, a la energía o a lo que sea que nos da vida y nos hace felices. La de mi sobrino cuando jugamos a hacer nemos con plastilina y se burlaba de mí y de lo mal que hacía mi tarea de amasar la plasta de colores, con esa enorme sabiduría que le dan sus cuatro añitos y el poder que tiene sobre mí que lo hace el único hombre del planeta al que no le puedo decir que no a nada; y la suya, porque sí sonrió, aunque la parte que más odio de mí me diga lo contrario, que por segunda vez lo volví a perder.

viernes, noviembre 19, 2004

Mercedes

Mi primita, aparte de ser muy bonita y simpática, es extremadamente inteligente. La primera sorpresa que me dio fue cuando tenía tres años y al ver una foto de otra prima en la que salía pegándole a una piñata dijo: “Ay, por Dios Ale, tienes que esconder esa foto porque así pareces una china a-go-gó!” Ya quisiera cualquier mercadólogo ingeniárselas para producir un concepto como ése.
Siempre me ha gustado mucho jugar con los niños (me refiero a los párvulos), incluso ahora me encanta correr y perder el glamour pues me divierto bastante. Hace unos años, en su Primera Comunión, decidí integrarme al juego proponiendo uno nuevo, lo abandoné cuando varias de sus amiguitas corearon: “¡Mercedes, yo quiero jugar en el equipo de la señora!” Viejazo a la mala. ¡Juro que me siguen pidiendo identificación en los antros, de verdad!
Le ha dado por usarme de consejera y contarme su vida amorosa; lo más triste es que sus historias a veces son más emocionantes y tienen más personajes que las mías, ¡y sólo tiene once años!
Sigue enojada porque su mamá no la dejó ir ayer al concierto de The Rasmus en el Salón 21 y todavía no entiende por qué, si el amor de su vida es Laurie (el vocalista).
Definitivamente esta niña (perdón, esta señorita) nunca dejará de sorprenderme. Hace poco, angustiada me escribió en el messenger: “Hola, soñé contigo ayer, que te daban un vino raro, te desmayabas y tus papás decían "¡otra vez!" y el que te lo dio, que era tu amigo, te invitaba a una fiesta y no te dejaban y tú me invitabas a tu casa, pero yo no podía porque iba a la escuela y desde ahí el sueño era aún más loco...”
Y ahora, aparte de todo, resulta que la escuincla es vidente...

miércoles, noviembre 17, 2004

Al servicio de la comunidad... - Estómago Desesperado

Lulú Marina al servicio de la comunidad, ha decidido atender al llamado desesperado de auxilio de uno de sus lectores. En principio porque este espacio se empezaba a tornar bastante feminista (y acepto que con mi ego rosa, más), y en segundo lugar porque el afectado hizo méritos a base de adulación, eso nunca falla. En el capítulo de hoy se presentará la historia de un chiquitín quien, por razones de seguridad más que de vanidad, se autodenominó el Estómago Desesperado.

Querida Lulú Marina:

Antes que nada quiero felicitarte por tu sección, qué bueno que te dedicas a ayudar a gente desesperada que sólo quiere escuchar una voz de aliento para continuar viviendo.

Espero que me puedas ayudar con mi problema. Sucede que desde hace algunos días mi vida ha cambiado por completo, me he mudado no solamente de ciudad sino también de país -por razones de seguridad no mencionaré dónde me encuentro (para poder mantenerme en el anonimato)-. El problema es que estaré lejos de México por algún tiempo. Por muy patético que suene, empiezo a sufrir por no contar con los alimentos de la canasta básica mexicana, es decir: tortillas (tanto de maíz como de harina), salsas, chile, etc. Estoy desesperado y es por eso que acudo a tu infinita sabiduría, sé que me podrás aconsejar porque has vivido en el extranjero y seguro tienes tips para sustituir o encontrar artículos mexicanos en otro país.

Agradezco de antemano tu respuesta que será una sabia luz que me guiará en mi sufrir.

¿Qué hago Lulú Marina? ¡Ayúdame por favor!

Un Estómago Desesperado

Querido Estómago Desesperado:

Muchas gracias por tus comentarios siempre tan atentos y ya sabes que esta sección es un rayito de esperanza para servir a la comunidad =S.

Si te sirve de consuelo, creo que lo que te está sucediendo es muy normal. El nacionalismo mexicano se basa definitivamente en la comida (antes incluso que en el odio a los gringos) y lamento decirlo, pero conforme pase más tiempo vas a ir extrañando más cosas. Que si el limoncito de verdad (el verdecito con patente y no la usurpadora lima amarilla); que si la chela (ni la Corona que está en todo el mundo te va a consolar); que si el chocolate Abuelita o los Miguelitos (aunque desde los 12 años no los hayas vuelto a comer o ver); que si los cacahuates japoneses (que irónicamente sólo hay en México); que si el Sidral (aunque aquí sólo tomes Coca-Cola); que si el mole; que si los frijolitos; que si los tacos al pastor; en fin, sería imposible acabar. Y los recuerdas y se te hace agua la boca, hasta haces la expresión de “Ssss” para adentro cuando vas repasando todo lo que se te antoja.

¡Pobre Estómago Desesperado! Ni cómo ayudarte compadre, andas fregadísimo, pero trata de ver el lado positivo: no tienes Tecate (que ahí sí cada quien sus gustos y los tuyos sí son muy del norte m’ijo), pero puedes empezar a enamorarte del calimocho; no hay taquitos, pero qué tal un delicioso bocata de jamoncito serrano; vamos, tienes muchas posibilidades y ahora sí que poniéndonos cursis “si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas”.

De todos modos, Blanca también se muda para allá en un mesecito así que te mandaré un itacate con ella. Ya si de plano te urge mucho, hay lugares en donde puedes encontrar productos mexicanos, preguntar directamente en la embajada, o de plano ir a un restaurante, nada más que verifica que no sea comida tex-mex porque luego les da por hacerla más tex que mex y eso de los frijoles dulces no es tan sexy. Ánimo amigo y deja que el destino fluya, pero date una ayudadita y reprime tus antojos... Total, ya te irás acostumbrando a curarte las crudas con churros y chocolate en vez de chilaquiles.

Siempre, Lulú Marina

lunes, noviembre 15, 2004

Ma-ia-hii

Una de las cosas que más me molesta en la vida es no acordarme de algo y sinceramente no me acuerdo de mi primera cruda. Trato de hacer memoria y no la recuerdo, me mortifica casi como cuando en un examen dominas perfecto en qué parte del libro venía la respuesta, pero ésta de plano no viene a tu mente.
Lo que sí tengo que aceptar es que dentro de mi Top 5 de crudas se encuentra la última (letárgico 8 de octubre) y sí, contrario a lo que muchos piensen, ésa fue la última de verdad, no resaquilla-light. Tres años después, el mito urbano decidió regresar a las canchas y lo hizo con más fuerza que nunca. Paradójicamente creo que tenía más dinero en esa época, pero ahora mis chicas -como ya trabajan y yo soy la única que sigue en el estudio- son millonarias y su nivel de fiesta creció junto con su status económico. Literalmente yo no pude seguirles el paso, terminaron botándome cual periódico en la puerta de mi casa y ellas continuaron la historia que habíamos comenzado como un plan “tempranón” de jueves, sin intenciones de acabar en una de las rockeadas más rudas que nuestros atarantados cerebros recuerden y recordarán.
El nivel de fiesta adquirido fue directamente proporcional al nivel de resaca y ahora cada vez que escucho la canción rumana de “Aló”, no puedo dejar de sonreír porque me acuerdo (levemente) del día previo a LA CRUDA. Del concurso en el que decidíamos quién bailaba bien y quién no, y por el cual llegamos a una de esas brillantes conclusiones filosóficas que varias cubas te aclaran; la vida no tiene por qué ser negra o blanca. Yo, por ejemplo, bailo bien el maia-hi, pero todavía me cuesta el numainumainumaiei. Intentaré perfeccionarlo otro día que no me dé tanta risa... Y nada más por la canción valió la pena la maldición del día después. Esa rola tiene click, hay química entre nosotras y no hubo necesidad del efecto radio para que me gustara; le veo futuro de clásico en mi vida, por eso la inmortalizaré en este post y sí, ya sé lo que piensan de mis gustos musicales. Qué más da, es parte de mi encanto, ¡ja!
Dragostea Dintei (Original en rumano)

Ma-ia-hii Ma-ia-huu
Ma-ia-hoo Ma-ia-haa
Alo, Salut, sunt eu, un haiduc,
Si te rog, iubirea mea, primeste fericirea.
Alo, alo, sunt eu Picasso,
Ti-am dat beep, si sunt voinic,
Dar sa stii nu-ti cer nimic.
Vrei sa pleci dar nu ma, nu ma iei,
Nu ma, nu ma iei, nu ma, nu ma, nu ma iei.
Chipul tau si dragostea din tei,
Mi-amintesc de ochii tai. (bis)
Te sun, sa-ti spun, ce simt acum,
Alo, iubirea mea, sunt eu, fericirea.
Alo, alo, sunt iarasi eu, Picasso,
Ti-am dat beep, si sunt voinic,
Dar sa stii nu-ti cer nimic.

Traducción a la mexicana *

Ma-ia-hii Ma-ia-huu

Ma-ia-hoo Ma-ia-haa

Bueno, hola, soy yo, un partidazo

Y te ruego, amor mío, que recibas la felicidad.

Bueno, bueno, soy Picasso

Te hice un ring y estoy guapetón,

Pero quiero que sepas que no te pido nada

Quieres irte, pero no, no me llevas contigo,

No me, no me llevas contigo, no me, no me, no me llevas contigo

Tu rostro y el amor bajo el tilo

Me recuerdan tus ojos (bis)

Te llamo para decirte lo que siento ahora,

Bueno, amor mío, soy yo, la felicidad.

Bueno, bueno, soy yo de nuevo, Picasso,

Te hice un ring y estoy guapetón,

Pero quiero que sepas que no te pido nada

*Obvio no sé rumano, pero fue más fácil la traducción del italiano que encontré en la red

viernes, noviembre 12, 2004

Acosadas

El lunes cuando estaba en clase recibí un mensaje de un número desconocido: “me encantas”. Me pareció tan gracioso que decidí seguir el juego y preguntar quién era, extrañamente tenía crédito y supuse que sería un@ amig@ haciéndome una broma. Inmediatamente respondió citándome el viernes en un antro al que hace tiempo solía ir mucho, pero no dijo su nombre. Le pedí a la Tostada que marcara el número y no hubo respuesta, no le dimos mayor importancia.
Después de la escuela fui a tomar un café con el FUNAR. Sorprendentemente la amiga-sis también había recibido el mismo mensaje del mismo número. Ya no cabía duda, nos estaban jugando una bromita. Empezamos a gastar crédito a lo tonto, enviándole mensajes y llamando al número. Nada.
Ya había olvidado por completo el tema hasta que el miércoles, durante la misma clase, la Tostada recibió una llamada del número misterioso, no pudo salir a tiempo para contestar y cuando le marcó, el teléfono había sido apagado (el número que usted marcó ha sido apagado o se encuentra fuera del área de servicio). Todo continuó normal aunque ya teníamos sospechas sobre la procedencia de los mensajes y las llamadas. Tenía que ser alguien que nos conociera a amiga-sis y a mí, obviamente, y además que tuviera mi número porque lo cambié hace relativamente poco.
Las conjeturas nos llevaron a tres posibles acosadores: la Cucha desde otro teléfono para gastar una de sus típicas bromas; el Chilaquil del espacio (proclive a gastar también bromas); o algún amigo de novio de amiga-sis (cosa bastante tentadora conociendo el material). La hipótesis del Chilaquil se vino abajo cuando le pregunté y contestó agresivamente: “Mmm, pues qué flojera que no firma, de seguro es uno de los p&%$!@*tes que luego andan conociendo por chupar gratis, o puede ser alguien que nada más las está molestando, pero ¿por qué a las dos? Mmm, interesante, ¿querrá un trío galaxia?” Chilaquil descartado, tal vez otro amigo, pero no puede ser, no está Charlie.
El jueves me encontraba muy concentrada estudiando, cuando el acosador volvió a dar signos de vida. “Me encantas. Mañana (viernes) te veo en el –volvió a citarme inocentemente en el antro-. Eres mi princesa.” Sí, mi reacción fue algo muy parecido a un “¡chale!”. Dejé de darle importancia pues seguía con la idea de que podría ser la Cucha o, en el mejor de los casos, alguno de los amiguines de novio de amiga-sis y aprovechando su cumple, en la noche los ví a todos y justo cuando empezaba el interrogatorio, mi celular recibió una llamada del número acosador. Automáticamente se descartaron a la Cucha y a los amiguines=(
Llamaba sin contestar y luego descolgaba el teléfono para que no pudiéramos hablarle. La verdad me empezó a dar un poco de cosilla pues el acoso ya era sólo a mí, a la amiga-sis ya no le había enviado mensajes desde el lunes, ni le había hablado. Como llevaba coche, tuve que regresar temprano y los demás se fueron al antro de la estrella comunista. Todo el camino a casa fue acompañado por las llamadas misteriosas y hoy desperté recibiendo este mensaje: “¡Hola preciosa! Ayer ví a amiga-sis en antro de la estrella comunista, ¿por qué no fuiste? Hoy te voy a estar esperando...”
Creo que me espera una noche larga de llamadas y mensajes. Eventualmente todo se paga en esta vida, ¿no? Y no, no voy a ir al antro de la estrella comunista, tal vez la duda por saber de quién se trata me acompañe toda la vida, pero en el fondo ha sido muy divertido y prefiero mil veces este acoso al que me impone el maldito examen peligroso maldito.

lunes, noviembre 08, 2004

Girls & the City

Lulú Marina, tan ociosa como condescendiente con sus lectores, abre este nuevo espacio que no trata de emular las vivencias de Carrie Bradshaw, Charlotte, Samantha o Miranda; no habrá Mr. Big; no será una copia pirata de “Sex and the City”; y no se pretende hacer un reflejo à la Mexico de Nueva York. Cabe aclarar que las historias que se van a presentar en esta sección podrían ser catalogadas como "fresas-light", pero debido a la demanda de morbo que ha surgido en varios lectores y a la aprobación e impulso de ser escuchadas de mis editoras, comenzamos con esta nueva etapa.
En homenaje a mis chicas locas que de vez en cuando se pierden en la fiesta y a los estrógenos deambulantes que nos hacen incomprensibles en ocasiones, va por nosotras niñas. Porque este amor es azul como el mar: ¡SALUD! Y uno, dos, tres: ¡Ánimo!

Girls just wanna have fun

A mi amiga le gusta mucho la fiesta. Hay quienes dicen que es toda una guerrera a la hora de aguantar los chupes; no le gusta que digan que toma como hombre pues dentro de su feminismo à la vallium, ese comentario es un golpe al hígado y, si como dicen lo tiene lleno de alcohol, seguro debe doler más.

Cuando comienza la fiesta temprano, regresa a su casa y espera hasta que todos se duerman para llevarse el coche y continuar el reven. Hubo una época -antes de mantener la peor pelea de su vida con el WC- en la que incluso traía el auto preparado con una botella de tequila lista para poner ambiente con la “tapita de la amiga”.

Le dio por visitar mucho el suelo, perdió varios pantalones por las rasgaduras y algunos tacones de más de 10 cm, pero orgullosamente presume los tatuajes que le quedaron en las rodillas. Sus gloriosas “heridas de guerra”.

Le gusta recomponer las canciones para brindar con sentimiento porque así se acuerda mejor y olvida más. Bailar es una de sus grandes pasiones, ha ido descubriendo que para ligar es más efectivo bailar con una amiga que usar un escote coquetón.

Hace tiempo se fue de viaje y los sitios que visitó conocieron su fiesta y temblaron. Se propuso escupir en cada río o mar de las ciudades que visitaba pues dentro de su lógica y fantasía escatológica, algún día sus células se juntarán en un solo lugar y allí es donde quiere ser esparcida cuando ya no esté aquí; después de haber donado todos sus órganos menos el hígado, ésa es su inversión sagrada, me lo confesó una noche de “netas”. Recuerdo haberla visto entrenar en Xochimilco y he de aceptar que su técnica ha ido mejorando.

Cuando tiene novio es la persona más fiel que conozco, hasta me da flojera. Eso sí, cuando está soltera no hay fronteras ni idiomas que le impidan conocer chiquitines y vivir el post-modernismo al máximo.

A veces le da por tener hambre y se le hace buena idea invitarme al baño para contarme cómo piensa solucionar al mundo, empezando por su vida, mientras se acaba todos los chicharrones y las papitas de la señora que cuida y que bien podría narrar todo un libro con las historias de las que se entera en su trabajo (cuando no está dormida).

Con mi amiga hay que tener cuidado porque su nivel de sinceridad va creciendo conforme lo hace la cantidad de fiesta en su cuerpo. Le fluye hasta en la mirada, trayéndole severas complicaciones o recompensas al día siguiente.

Se divierte haciendo llamadas madrugonas a sus ex-novios para decirles cuánto los odia, los extraña, les guarda rencor, los ama y no los puede olvidar. También manda mensajes que al día siguiente revisa riéndose por la falta de coherencia y sentido que los embiste: “¡Esto de los 6 de pinos me está matando!”,”necesito que me ayudes porque mañana tengo una retención renal y no entiendo”, “Sitamor stoy pe pe todo bien, bso”, “¡Buenos días! Ok, ya entendí, por eso lo mejor será que..... me vaya. ¡Adiós!”

Se le hace muy lógico entrar a su casa y hablar con los espejos, si no lo hace, corre el riesgo de sentirse sola y eso no está bien. Cuando llega muy cansada, y con el fin de ahorrar tiempo, va quitándose la ropa hasta llegar a su cuarto, el problema es cuando le da hambre y se le olvida recoger el bra que dejó adentro del horno pues le estorbaba para sacar la comida.

Si llega muy tarde y no avisa, su papá la espera en la cocina con el pretexto de haber ido por agua. En una ocasión se puso a reflexionar sobre lo mal construida que estaba su casa pues las paredes aparte de estar chuecas, se movían mucho; le pareció un buen momento para compartir su inquietud con él, así como el intenso olor a pescado que sólo su mente distorsionada sentía. Su papá la envió a dormir y hasta la fecha sigue burlándose de su hija abrazando las paredes y preguntándole si habían cenado pescado.

Ya se dio cuenta de que siempre es necesario tomar mucha agua y una aspirina antes de dormirse; de que es mejor dormir con una pierna tocando el suelo; de que no es bueno combinar vodka, ron, tequila y cerveza la misma noche; que las “fiestecitas” de colores en caballitos que le regalan los meseros o los tipos que acaba de conocer tiene que aventarlas como Flans cuando cantaba: “tiraré las cubas”; que la tercera botella nunca será buena idea; que tampoco es buena idea entrar con hipo a la casa; que no debe descuidar su bolsa, celular o cigarros porque hay una hora en la noche en la que les da por independizarse; que es mejor aguantar en los tres primeros tragos porque el mito de ir al baño al primero se convierte en realidad y no puede dejar de ir después; que los años le están pesando pues ya no aguanta un fin de semana con fiesta de tres días como hace tres años.

Al día siguiente sabe que el mejor color que debe usar es el azul claro porque disminuye lo rojo de sus ojos inyectados de sueño, alcohol y recuerdos de los que se acuerda poco. Le reza a San Alka-Seltzer para que le quite las agruras y el dolor de cabeza antes de marcarme y preguntarme quién diablos es el tal Ricardo que le ha estado llamando para decirle que ya son novios.

Siempre se propone bajarle a la fiesta pues esa vida la está acabando y me jura que ese día está tan mal que no piensa moverse de su casa, rompiendo la promesa en cuanto le digo que ya está el plan y que al rato paso por ella. Y siempre se hace el propósito de que ese día sí se va a “portar bien”, pero la fiesta termina ganando, porque al fin y al cabo ya es el último tren, ¿no? Malo que a los treinta siguiéramos así...

domingo, noviembre 07, 2004

November Rain

Estoy viviendo como en stand-by, ni siquiera puedo decir que se trate de una pausa. Tal vez dentro de veinte días, cuando pase el día del examen peligroso, le vuelva a poner play a mi circunstancia. Pasan los capuccinos y las cervezas y yo paso escuchando y tratando de entender a los demás; mi vida se ha tornado un poco monótona y aún así me sigo sintiendo libre porque YO estoy decidiendo que ésta debe ser mi condición por ahora, que ésta es la vida que estoy escogiendo. No sé si algún día podré compartir con alguien todo, incluido mi tiempo, pero estoy convencida de que el día de hoy me es imposible, porque le estoy volviendo a dar la importancia que poco a poco le había ido quitando, dejándome llevar por los tiempos de los demás.
En el trastornado “café de los lunes” (travestido de cerveza dominguera), se nos aparecieron, entre otras cosas, varias canciones que hace mucho no escuchaba. Muy ad hoc con el mes, nos hacía mal quinteto Guns & Roses pues me distraía de los eventos de la semana; luego la encrucijada estaba entre el Kalimba-Leny de la mesa de al lado y “’coz nothing lasts forever & we both know hearts can change”. Después aparecieron inesperadamente el novio y la suegra de la Tostada, momento difícil pues ninguna de las dos partes sabía del paradero de la otra, situación un poco incómoda, aunque siempre simpática. “But lovers always come and lovers always go, and no one's really sure who's lettin' go today, walking away” Y el mulato sexy empezó por coquetearle a Korean-Girl y luego a las cuatro mientras abrazaba a su chica; ironías de la vida cuando se aprende sonriendo que el pe&%$#o, pero irresistible cromosoma Y es infiel por naturaleza (hay quienes lo ven sólo como coqueto, cuestión de perspectivas), y la amiga inocente decidió que ella no iba a dejar que su pe&%$#o la tratara así, hasta que la Tostada le hizo ver que no tenía pe&%$#o... ¡Maldición! “I could rest my head just knowin' that you were mine, all mine” Y yo, extasiada con mi presente ñoño de dvd’s y películas del canal de las estrellas (¿¿Rubí??), sin policías, ni suegras, ni serenatas, ni velas, ni adrenalina, ni aventuras con profesores, ni compromisos, sólo me reía mientras escuchaba “or I'll just end up walkin' in the cold November rain... Do you need some time on your own? Do you need some time all alone? Everybody needs some time on their own. Don't you know you need some time, all alone.”

jueves, noviembre 04, 2004

Concierto para piano y orquesta

Resulta que mi prima estudia ópera en Italia. Estuvo en México unos días porque su novio es compositor residente de Bellas Artes (2004) y la Sinfónica Nacional estrenó una obra suya. Por mi parte tengo que aceptar que soy analfabeta musical y me siento bastante mal pues en ambos lados de mi familia hay tendencias musicales fuertes y estudiadas (¡y yo con estos gustos tan poco refinados! pero eso sí, muy versátiles, de la Mayonesa a Offspring, pasando por Beatles, Ana Bárbara, los Tigres, Timbiriche, Sanz, Tacubos... ¡ah! todo un gran repertorio)
Me lancé con todo y mi oído inculto al concierto y confieso que me pareció espectacular, y eso que me habían asustado con ideas negativas sobre la música clásica contemporánea. Era como escuchar un gran soundtrack sin imágenes (es lo bueno de estas cosas, o roncas, o viajas loco-loco) Primer movimiento:Tocatta. Segundo movimiento:Lento. Tercer movimiento:Presto energico y no, pese a los pronósticos y a una serie de vibraciones telcélicas de “no te duermas” o “aguanta, ya falta poco”, no, no me había dormido, al contrario, cuando terminó, aplaudí más que si hubiera sido el mismísimo Sanz cantándome al oído y sin preocuparme por mi artritis chateadora (está bien, exageré un poquitín)
Al salir de la sala, tía E –como buen ajonjolí de todos los moles-, se acercó a un tipo y con la mayor confianza del mundo le dijo que ella lo conocía. Tipo extrañado le respondió que le daba mucha pena pero que no la recordaba, que si era maestra del Conservatorio. Tía aceptó que no, pero que su sobrina Fulanita de Tal había estudiado piano allí, que tal vez era amiga suya. A Tipo le daba mucha pena, pero desconocía a mi prima Fulanita. Después de nombrar durante más de diez minutos una serie de posibles lugares y personas que podrían unir las vidas de Tipo y Tía, la conclusión fue que no encontraron un punto de conexión posible. Novia de Tipo -visiblemente fastidiada-, buscando poner fin a lo que se estaba convirtiendo en un mareador diálogo de manicomio, le dijo a Tipo que seguro Señora (Tía) lo ubicaba por el programa. Era evidente que Tipo sentía pena, pero tuvo que admitirlo: “Sí, señora, seguro me conoce de la tele”.
Efectivamente, a mí se me había hecho muy conocido también, tal vez con tres copitas de más hubiera sido tan intrépida como Tía para decirle que se me hacía familiar, pero en mi estado de sobriedad, simplemente lo dejé pasar. Eso sí, en cuanto Tipo dijo en qué programa trabajaba, lo recordé perfectamente y estuve a punto de soltar una carcajada. Tuve que reír interiormente, sintiéndome como cuando iba en la secundaria y corría el riesgo de ser descubierta por el profesor.
Resultó que Tipo, además de ser amigo de Novio de prima, fue el protagonista de un reality show del programa Otro Rollo: “La Pesera del Amor”. Así es, se trataba del buen Charly, a quien durante varios episodios intentaron conseguirle novia. El muchachón venía con una niña que en definitiva no había sacado del programa y a quien, además, el dichoso chistecito es evidente que no le causa nada de gracia. Salimos de Bellas Artes y mientras esperábamos a Novio de prima y amigos a que salieran, más de quince niños se acercaron a pedirnos su calaverita y, junto con ellos, teníamos nuestro concierto particular de cilindreros rondándonos. No sabíamos cómo escapar de aquel espectáculo interactivo hasta que “el Charly” se apareció en escena y niños y cilindreros corrieron hacia él gritando: “¡es el Charly de La Pesera, es el Charly de la Pesera!” Todavía me acuerdo, me da mucha risa y no dejo de compadecer a la pobre novia porque todo el mundo la ve y dice con desprecio: “pero tú no eres la novia, tú no eres la que ganó”. ¡Ah, qué noche tan gratificante! Primero el concierto y luego estas satisfacciones malsanas de ver a otro caer en desgracia y reiterar: “más vale solo...”
Así es esto de la vida. Club de Kitty me espera con reunión de emergencia del FUNAR. Por cierto, no me gustó nada Joey y todavía no ponen los nuevos capítulos de The O.C. ¿Será un compló de Warner o sólo querrán probar mi paciencia ante esta semana horrible y la noticia de 4 more years? Y el Vic Brother en el ojo del huracán (casi defines las elecciones hermano, fue una lástima que te mayoritearan, pero sabemos que hiciste lo que pudiste) ¡Ah, y felicidades Charlo! Ya mejor ni decimos la edad...

martes, noviembre 02, 2004

Los muertos difuntitos

Este país, gran anfitrión de días folklóricamente simpáticos. Un amigo belga me comentó en una ocasión que de las cosas que más le habían sorprendido cuando vivía en México había sido el pan de muertos, las calaveritas de dulce, las ofrendas y la celebración del día de los Muertos Difuntitos, como dice Ofe. Supongo que sí debe ser una experiencia bastante extraña. Y más que lleguen a tu casa tocando el timbre para pedir la Calaverita o el Halloween -como diría Don Miguel, "ahí vienen por su Hemingway"-.
Hoy alguno de los candidatos en Estados Unidos va a morir (figuradamente, obvio)... El Vic Brother se comprometió a sacar a Bush de la Casa Blanca –yo digo que se dejó comprar por JFK (John Forbes Kerry) y la serenata que le llevó Bruce Springsteen-, por lo pronto ya se sabe que sí le dio un golpe marginalmente bajo a Mr. War y votó demócrata para que no prohibieran fumar dentro de los bares, lo de aumentar impuestos para zoológicos y esas cosas ya mejor las omitió. A ver si su voto popular influye en los 20 electorales que le tocan a su estado lechero; por lo pronto Chio-San será observadora de los comicios desde Los Morales con el Tony, bien acá.
Yo ya quiero que sea jueves, no por el examen de finanzas, sino por el concierto de Intocable, me hace mucha ilusión y puede que también el sábado vaya al de Juanga.... ¡¡Por favor no lo den por muerto y pongan changuitos por mí, recen mucho o cómprenme un boleto!! O mínimo pónganse las pilas para el de Kravitz que es en diciembre.

miércoles, octubre 27, 2004

Al servicio de la comunidad... - Amiga de los Polis

Debido al éxito obtenido con el episodio anterior, Lulú Marina al servicio de la comunidad, ha decidido atender al llamado desesperado de una de sus lectoras. En el capítulo de hoy, se presentará la historia de una chiquitina a quien, por razones de seguridad más que de vanidad, se le llamará la Amiga de los Polis. Esta es su historia.
Querida Lulú Marina:
Cuando andaba con mi novio (llamémosle “A”) conocí al primo de uno de sus mejores amigos (de ahora en adelante “B”). Siempre me dio la impresión de que “B” quería conmigo, pero no le daba mayor importancia pues para mí no había otro hombre mas que “A”. Hace tiempo corté con “A” y un día me encontré a “B”. La verdad no me gustaba mucho y al principio estaba con él porque así tenía a alguien que me consentía y con quien hablar mal de “A”. Nos seguimos encontrando casualmente hasta que por fin accedí a salir con él.
Me llevó a cenar y ya sabes, yo me eché mis cubits y todo iba muy bien hasta que él se acabó la botella de vino –¡él solito!-, la de Moët, y su clásicos whiskies. Se puso un poco violento pues creyó que lo estaba comparando con “A” y le pedí que me llevara a mi casa, pero ya. De camino, al muy borracho se le hizo buena idea chocar contra un taxi. Obviamente, a los cinco minutos ya tenía alrededor toda una manifestación de taxis y patrullas. No me acuerdo bien y no sé ni cómo me encontré en el asiento del copiloto de una patrulla cambiándole al radio (es que ya sabes que soy muy especial con la música). Mientras, “B” arreglaba o trataba de arreglar su situación. Yo la verdad lo único que quería era ir al baño y mientras caía la lluvia de claves (tenemos un 31-28-53, sin novedad, cambio), el comandante me daba todo un sermón de por qué no debía de salir con tipos como ése, yo namás le daba el avión y creo que hasta le pedí perdón. Total que ya hasta estaba hinchada porque sí moría por ir al baño y terminaron llamando a una policía mujer. Bueno, para no hacerte el cuento largo, la poli me llevó a una callecita y me hizo casita detrás de una camioneta mientras nos contábamos nuestras respectivas penas –por cierto, intercambiamos teléfonos por si en algún momento tenemos algún problema ;) -. Ya se estaba haciendo tardísimo y por fin llegaron la tía y el primo de “B”, pero la verdad es que qué familia tan rara y yo me dije “¡ay, no! mejor yo me regreso con mis cuates los polis”.
¡Qué noche, qué cita, qué tipo! No sabes de qué mal humor llegué a mi casa y para colmo mis papás me regañaron horrible. Al día siguiente sonó el teléfono, contesté y preguntaron por la señorita “amiga de los polis” y pues ya dije que era yo, me dijo que era Alfred, que si no me acordaba de él y no sabes qué oso, yo así de: ¡claro que me acuerdo!, del –insertar antro de moda al sur de la ciudad-, ¿no? El pobre nada más se quedó callado y luego me respondió que no, que él sólo quería saber cómo había llegado, que era uno de los polis del accidente automovilístico que había sufrido la noche anterior, ¡qué lindo! ¿no?.
Desde ese día, diario, me ha llegado un arreglo de flores y “B” se la pasa hablándome. Ya me pidió perdón por toda la situación, pero es que no sé qué hacer. La verdad es que sí se ve arrepentido y me cae muy bien, pero estoy confundida. Aparte qué lindos los polis, ¿no?
¿Qué hago Lulú Marina? ¡Ayúdame por favor!
La Amiga de los Polis

Querida Amiga de los Polis:

¡Cómo me pides a mí consejo sobre “B”! Sabes perfecto que siempre he pensado que es un patán, aparte de que está feo, sudoroso, es un cerdo, compró su título y nunca hay que confiar en quinceañeros que parecen rucos (¡ah, y además te has encargado de hundirme con él inventándole que yo fui la tarada que le envío el mensaje que iba dirigido a mi-ex-no-vio!). Lo único bueno que suponíamos que tenía era su antro... antes de que fuéramos. Y tratando de ser objetiva (que mira que con ese sujeto es difícil), tienes que pensar que al fin y al cabo “B” es primo del mejor amigo de “A” y ya quedamos en que nos íbamos a alejar de ese pasado, ¿no? Si quieres hablar mal de “A”, pues mi reina, sabes que me encanta destrozar hombres que nos despechan (snif-snif, ñaca- ñaca). Recuerda también que con “A” y “B” la relación nunca ha sido buena y como que siempre había muchas envidias entre ellos, así que no podemos descartar la teoría de que “B” quería que “A” se enterara que estabas con él (ya sabes que soy complotista y sospechosista). Y lo de las flores pues ya sabes que esas son armas que usan los hombres para conseguir sus oscuros propósitos, no te dejes engañar y no recicles problemas. Hay millones de hombres en este mundo que faltan por conocer así que no recaigas. Ánimo amiga y deja que el destino fluya, pero dale una ayudadita y busca nuevos horizontes... Total, ya tienes a la tira de tu lado.

Siempre, Lulú Marina

martes, octubre 26, 2004

Sucede que...

  • no me gustó el final de Rubí y no lo niego, sí soy fan de algunas telenovelas (desde que me prohibían ver Quinceañera).
  • examen de derecho como para llorar. Masacre con tendencia al genocidio neuronal. Lo rescatable fue amiga preguntándole a ñoña y ésta respondiendo que después del examen le daba la respuesta. Amiga mentando madres y reconfortándose al pensar que por algo ñoña era fea y ni con los millones que podría ganar en toda su vida sería jamás bonita -su fealdad es por dentro, decía-.
  • después de tener tan cerca Maruata, Vallarta, Puerto, Acapulco, Cuernavaca y Valle, todo indica que permaneceré en la gran Tenochtitlán... Amigos, mi amenaza de “cuídenme porque me les voy” no se cumple, seré suya este puente. ¡Quiéranme!
  • Zeldi en el hospital. Bichito enfermo de ojitos, tumorcitos, gastritis y pa’ colmo úlcera. Me sigo sintiendo mamá que deja a polluelo en el kinder llorando.
  • el Vic Brother siempre ausente, que si el estudio, que si el cafecín, ¡bah! Serchi organizándole la fiestecita a Fox desde la embajada, NO DISPONIBLE. El Charlo ni se aparece por la vida. Los demás en el cumple del Niño y un ratito. Las de siempre, donde siempre y Magri en México re-cantarina, ni pela. Todos tienen vida y yo sólo veo las noticias.
  • el mundo igual pero siempre hay más iguales que otros. México abajo de Estados Unidos, colección otoño-invierno, normal.
  • faltan sólo 32 días para EL examen. =S
  • el turista me pregunta si estoy de malas... Parece, ¿verdad? El punto es que no me había dado cuenta de que estaba de malas hasta que me lo preguntó. Creo que debo empezar a insertar en mi vida la filosofía Juanga, que por cierto es grande, casi como la de Mafalda y sí, parece de estas disertaciones que me da por hacer cuando se me pasa la fiesta y me pongo pensadora profunda en voz alta. Tal vez esté muy cansada, pero qué necesidad, para qué tanto problema. Necesito dormir, dejar el tabaco, el capuccino y el ITAM, ¡ya!

lunes, octubre 25, 2004

Bájale al switch o de cómo se van los lunes

Los coreanos van a secuestrar a nuestra Gweni-Tai, por fin se reunirá con su gente y -como ya va a ser millonaria- nos cambia la terapia para los domingos y con chela. Hoy fue la última del lunes y decidí subir esto que escribí hace tiempo, me parece una eternidad aunque no fue hace tanto. No me animaba, pero espero que hoy les pueda servir a mis chicas.
Por cierto, gran fin de semana politólogo con encuestas de género profundas. Las mujeres preferimos arrolladoramente a Paulina Rubio y los hombres se inclinan aplastantemente por Thalía (lo raro es que se llegó a varias teorías interesantes al respecto).¡Maldito alcohol! Por eso me fue tan mal en el examen de hoy. Soy como Quasimodo porque nunca pude estudiar derecho, ¡prrpts!
Moraleja: Nunca se apuesta contra una mujer

El switch
Pensé que si tantas personas lo recomendaban y lo hacían, era porque algo de cierto tendría. Como decía un profesor -casualmente admirado por las niñas, pero detestado por los hombres- “si en este mundo hay miles de millones de moscas y todas comen mierda, no deben estar tan equivocadas, ¿no?”. Recurrí a todos los consejos que me daban. Para empezar entré a clases de Tae-Bo (no de table como me decían estos desinformados). Segundo paso, dejar atrás el perfume que venía usando desde los 15 años, sólo pude por un ratito, creo que es mi peor vicio y me perdoné pues al final es algo muy mío. Me decían que no había nada mejor que el yoga. No, no, no, consiéntete, faciales, masajes, ¡minimalízate! Faciales, masajes y nada. Está bien, es hora de cambiar tu imagen, cambia tu color de cabello. Lo intenté y descubrí que si me hacía sentir y ver peor, entonces era una mala estrategia (y ni hablar de ser más pandrosilla, retro o hippie). Lo que tienes que hacer es salir a otros lugares, explorar diferentes sitios. El norte, Aussie deep & under, viajes y nada. Por primera vez en la vida me dejé crecer las uñas, ¿puedes creerlo? Tenía tan poca fe en mi capacidad para lograrlo que estaba segura de que el día que las tuviera largas ya estaría superado, pero las tuve por meses muy largas y hasta había quienes me preguntaban si eran de acrílico.
¡Qué ironía y qué superficial! Estaba buscando cosas afuera cuando la solución está adentro. ¡Cómo es posible que haya querido sacar sentimientos untándome cremas! Si el amor es irracional, el desamor lo es aún más. Y si fue algo que se inició en la mente, pues de la mente tiene que salir... O de donde sea que haya surgido, pero es interior, éso vaya que ya lo sé. Y luego la inquietud. No, no es amor, lo que tienes es una obsesión. Y la maldita canción (“..no, no es amor, lo que tú sientes, se llama obsesión, una ilusión, en tu pensamiento...”) me perseguía y yo me imaginaba persiguiéndote por la ciudad y rechazaba la idea pues no podía imaginarme persiguiéndote, y no porque no sea intrépida, loca ni descarada, sino porque me aterraba verte con otra, bastaba con lo que ya sabía y las visiones borrascosas que me atormentaban en las noches y no me dejaban ni dormir ni llorar. Luego la paranoia. Él está obsesionado, por eso me persigue y me lo encuentro en todos lados. Como si la ciudad tuviera Copy Right o derecho de admisión, qué digo la ciudad, como si el mundo entero lo tuviera porque con estas casualidades una ya no sabe.
Sigo pensando en tantas cosas que la cabeza me da vueltas y se detiene cuando ya estoy mareada y el fastidio se apodera de mí y no sabes cuánto te odio y no puedo odiarte por completo y te odio más por eso y lo hablamos y quedamos en que no nos íbamos a odiar y luego me odio a mí por no cumplir el trato que yo misma te pedí porque no podía soportar la idea de odiarnos. Y lo estoy escribiendo y hasta creo escucharte diciendo que me paso de hormonal, que es normal, pero que está mal. Y dijiste que si hubiera hecho tantas cosas estarías a mis pies, y mientras lo escuchaba sólo pensaba en para qué querría tenerte a mis pies si lo único que había necesitado era que estuvieras a mi lado, que hubieras seguido a mi lado. Y te entiendo y no entiendo nada. A mí también me cuesta trabajo a veces soportarme y mejor respiro y me concentro en los chacras y ya me quiero otra vez pues sé que no puedo ir por la vida odiándome sin que mi esquizofrenia habitual se convierta en un estado dominante. Tienes una ventaja porque yo sí de plano no me puedo mandar al carajo así de fácil. Perdí, ni modo, me tocó el lado derecho de la cama. Empiezo a tener esa mala costumbre y cada vez duele menos.
Al fin y al cabo era un volado, ¿no? Hay quienes dicen que así es la vida. Lo que no recuerdo es en qué habíamos quedado; quién ganaba si salía águila; en qué terminó todo, qué fue, águila o sol; quién lanzó la moneda y en dónde diablos cayó. Ya no me acuerdo ni qué apostamos.
Y no puedo dejar de repetírmelo, ¿de dónde se apaga el maldito switch? Cómo se le hace para salir de la frustración. No sabemos estar juntos, no queremos estar juntos, ya no estamos juntos, dudo mucho que volvamos a estar juntos porque no sabemos estar juntos y así se repite la misma estupidez que trato de omitir pues ya estuvo bueno de tanto coco-wash. Apréndetelo ya, memorízalo, interiorízalo, pero yo sólo quería despertar y poder sentir por alguien diferente lo que en algún tiempo, hace tanto tiempo, empecé a sentir, y rogaba porque tú dejaras de sentir por mí, así hubiera sido más fácil para los dos. Adiós a las cosas malas y a las buenas porque todas duelen, bye, ciao, tan-tán. Con despedida de hasta nunca y no de hasta luego como siempre. Guárdalo en el clóset hasta adentro y bajo llave, que no vuelva a salir hasta que se te olvide. Apaga la luz, pero ahora sí para siempre.
Que quede el vacío, pero no la frustración. Tal vez el vacío se vaya llenando después, pero cómo le haces con el fracaso. Y sí, sí, claro, cada vez va siendo menos, pero ya fue un ratote, ¿no? Y los proverbios aconsejan tener paciencia; en la Biblia la paciencia lleva a la virtud. Creo que hasta Yoda y Gandalf hablan de paciencia, pero yo no pretendo convertirme en Jedi ni luchar contra el mal de la humanidad. Sólo quiero luchar contra este maldito miedo de saber que yo no fui y que tú no eres; de creer que no aprendí nada y de no poder darle vuelta a la página a pesar de gritarte que ya es hora de que hasta cambies de libro; de alcanzar la paz necesaria para ganar mi propia guerra; de estas ganas locas por ser mejor después de ayer sin saber ni cómo ni dónde se compra el manual (como cronopio soñando ser fama o esperanza, pero nunca te interesó Cortázar).
Y sin embargo, en el fondo de la profunda tristeza que me da saberlo, sé que vas a estar mejor y que yo estoy mejor así. Que vamos a volver a creer. Que aquí se rompió una taza y cada quien para su casa. Y ojalá nos dijeran dónde diablos está el maldito switch y hasta dejo que tú lo bajes para poder, otro día, tal vez pronto, subir uno diferente de nuevo.
Y luego despiertas y no sabes si fue una especie de pesadilla light o un sueño extraño que ya acabó, porque ahora estás consciente y te das cuenta de que estás sonriendo desde adentro, por tí, por alguien más, por la vida misma, pero otra vez...

sábado, octubre 23, 2004

Quinquenio

Hoy dos de mis grandes amigos cumplen cinco años de novios. Todavía recuerdo el día que empezaron. Se festejaban los cincuenta años de mi escuela y la fiesta fue organizada por la sociedad de alumnos. Como su presidente (coordinador en este caso) era parte del grupo, fuimos todos. Antes éramos una banda más grande y cuando me da por ser más cursi de lo normal, hasta me sale lagrimita remi pues recuerdo la canción de Celtas Cortos: “...hoy no queda casi nadie de los de antes y los que hay han cambiado...”
Así es la vida, nos hacemos más viejos,“no, no nos hacemos viejos, sólo vamos adquiriendo experiencia”, me contestaría una amiga, pero mi shock premenopáusico me dice lo contrario. Al recordar ese día viene a mi mente la planeadísima intervención orquestada por el “reverendo Macías” y sus secuaces. Minutos antes, Ana me confesaba que no estaba convencida de que fuera una buena idea andar con Rick. Yo le contaba que me empezaba a estresar que mis recién hechos amigos de la universidad me presionaban para andar con ese güero y que yo estaba confundida porque con quien quería estar era con el más güero, que para colmo había organizado la fiesta. La vida da muchas vueltas porque justo cuatro meses después, el no tan güero y yo empezamos a andar y esa noche el güero más güero me quitó las confusiones de la mente al dedicarme en público “Con todos menos conmigo” de Timbiriche. Qué manera tan rápida y tan tonta de mandarse al demonio.
Cinco años después, una parte de mí sigue extrañando al Oui-Oui, a las Spice Girls piratas del prepa-power, a los que ya no están y a la vida de contemplación que la mayoría llevábamos y que se veía favorecida por la poca responsabilidad que nos caracterizaba.
...Y el reverendo los unió y la carpa nos cubrió como testigo fiel, y ahora exijo ser madrina del evento si se hace formal. Feliz lustro niños, los quiero mucho y lo digo sin alcohol reciente en las venas.