lunes, septiembre 25, 2006

Sushi

Bajo el grito de no es personal, es estrategia, se llevaron a cabo las nominaciones.
La votación para bautizar al pececito tuvo 28 candidatos en la boleta. KolaLoka, Grinch, Chemo, Pache, Místico, Quépex, Catalino Creel, elocupé (así como Kamel), Bodoquito, Monchis, Fans (por aquello de que "soy tu fans"), Barsa, Steve Irwing (el cazacocodrilos), Elcompló. Pero a la segunda vuelta sólo pasaron El Buen Bob, Sushi, Shakiro y Beta (siempre me opuse, malísimo y lo mismo decían de mis fijaciones con cantantes colombianos sin analizar que fui la única que se valió de la personalidad del animalito al proponer mis opciones, he de aceptar que de las 28, 16 eran mías, pero igual tenía preferencias)
Al final el nombre me fastidió y decidí declararlo espurio, me hicieron fraude y a punto estuve de organizar un plantón y bloquear la salida al baño. Ni modo, igual yo lo nombraré legítimamente Shakiro Kolaloka CatalinoCreel, ando con un sospechosismo tremendo analizando hasta el color porque el bichito es azul como el mar azul, como de tu mirada nació mi ilusión....
Pero qué más, yo soy feliz viéndolo comer, viendo cuando se sienta como caballito de mar en el desestrés de la ofi, y ya hasta dejé de gritar "al diablo con sus apodos": Sushi ya no me parece tan mal nombre.

jueves, septiembre 21, 2006

Buzón

Esa cuenta de correo fue pura gula ya que en realidad no la uso para casi nada, a veces ni para revisarla la recuerdo. Al Kali no le queda claro y siempre me manda cosas allí, por eso ayer entré y me traumé con el número de nuevos correos: 666. No cabe duda que el anticristo vendrá en forma de Spam...

martes, septiembre 19, 2006

Cuna de tortugas sísmicas

Todo empezó porque la taza de la cafetera se cuarteó. No la queríamos tirar a la basura, pero la verdad no sabíamos qué uso darle: unos decían que podía servir como lapicero, yo me negué porque ya tenemos muchos y al final nunca encontramos suficientes plumas; otros sugerían hacer una maceta, yo dije que con el peso de la tierra se iba a desconchinflar por completo y que, como soy la única mujercita, me iba a tocar echarle agua si el experimento funcionaba; los demás pedían silicón para las cuarteaduras y así adoptar un pececito: yo salté de la emoción y la medio pegamos pero el drama terminó al día siguiente cuando llegamos a la oficina y el agua se había desparramado de a mililitro sobre mi escritorio. Buuuuuuuu.
Entonces algún ocurrente sugirió: bueno, pues traigamos una tortuga. Pero nel, me histericé, si una tortuguita entra por la puerta, les juro que yo salgo por la ventana. Y empezó el psicoanálisis: a ver, Analú, ¿por qué no te gustan las tortugas? Con mis traumas a colación porque aquél día hace 21 años, en mis sueños de bebecita yo juraba que el movimiento que estaba estresando a todo el mundo en mi casa era ocasionado por uno de esos bichos que salía por debajo de la tierra. Ya sé, muy poca educación sísmica y muchas caricaturas, ni cómo negarlo, pero qué querían de una escuincla de 5 años.
Así se crean las fobias y los choques generacionales porque a los cinco minutos de contar mi trauma, mientras el café se hacía con la nueva cafetera que tenemos, la nueva generación se quedaba atónita ante nuestras reminiscencias de recuerdos telenoveleros. Fue cuando casi muero de un ataque de risa (yo ya no estoy para esos bisnes, seriedad) por culpa de mi socialservidor preferido -que se había perdido el antecedente de la plática sobre la protagonista de Cuna de Lobos y sólo escuchó el nombre- que tan tiernamente inquirió: “¿qué, de quién hablan? ... Mmmm... ¿Catalina Creel es mamá de Santiago?” Para qué aclarar la obviedad si ya se sabe que él no estaba ni en planes cuando el temblor del ‘85 nos sacudió el panorama...

martes, septiembre 12, 2006

Tu dios te está mirando

Baila en la calle de noche,
juega en la calle de día.
People in the front, don’t fight tonight!
People in the side, don’t fight tonight!
People in the back, don’t fight tonight!
Don’t fight tonight!
Don’t fight tonight!

Es algo visceral, la única explicación que encuentro es la del clásico “el que pega primero, pega más fuerte”, pero mientras más trato de mentalizarme para que la versión en español me guste, la calle del malinchismo me lleva directito al vómito y la canción me viene desagradando con más fuerza (“tú sabes que palabras hay para hacerme suspirar”, ¡DIOS!, “Señorita feel the conga, mueve tu cintura como toda Colombia”, qué stress). Claro, eso no justifica las letras en inglés, no fighting tonight. Pero luego el verso se me complica porque la tercera versión que escuché de la canción fue mi preferida y termino convirtiéndome en la amiga incómoda en cada fiestita por mi petición de repetición a cada segundo.
Lo bueno es que todavía hay gente en este mundo -e incluso en este país- que puede hacer análisis quitando la tripa y la actitud tribal; un ejemplo orgánico lo viví el viernes, pero éticamente algo me dice que está mal que yo lo diga, por eso pueden bajar la versión de una visión del panel sobre violencia postelectoral aquí, aquí (gracias a ambos, y por cierto, no tenía el gusto de conocerla en vivo y a todo color, ahora entiendo porqué dicen que la mujer escribe desde el Olimpo) o de plano directito desde aquí.

viernes, septiembre 08, 2006

¡PoMpI!

Tengo nueve sobrinos y otros cuatro nacerán en los próximos 3 meses, de hecho mis gemelitos adorados nacen el sábado (muero de emoción y por más que insisto en que los papás los llamen Brandon y Brenda, mi cabildeo no ha logrado su cometido). Entre primos y amigos se han dedicado a poblar al país en los últimos años, pero yo, a diferencia de todos estos padres que dicen que no, que ellos quieren igual a sus hijos, que no hay preferencias y blablá, lamento afirmar que soy fan de una en particular; perdón, pero mis sobrinos-ellos estarán monísimos y serán requete chispas, pero yo me derrito por las ellitas, de diván, tal vez, ahí sí ni yo sé, sólo sé que igual por la edad y porque son más parlanchinas que los varoncitos me divierto horrores con estas féminas. Y bueno, de las cuatro sobrinas que Diosito me ha dado, tengo una que se está posicionando como mi favorita, por mucho. Resulta que desde chiquita la niña es una enloquecida por la música, y, a diferencia de los otros ingratos que en domingo de cruda tenían a bien despertarme a las 9 de la mañana gritando y-soy-rebelde-cuando-no-sigo-a-los-demás, ella es graciosita, a más de estar realmente preciosa.

Su última gracia ya quedó subsidiada para la posteridad y la pobre escuincla sé que padecerá la burla por los siglos de los siglos, y que en quince años algún muchachón la cortará al escuchar la anécdota, pero a sus cuatro años ya se consagró para que cada que la vea me cante, y es que yo me derrito cuando baila à la Black Eyed Peas moviendo la caderita y señalando su traserito en el momento exacto, cuando en la canción se escucha Pump it y ella dice “pompi”. Soy su fan.
*¡¡¡¡¡¡¡Foooooooooooo!!!!!!! Ahora no sólo escribo de política, también de niños ajenos. ¡¡¡Alguien regáleme una vida, por amor de Dios!!! ¿Se me estará haciendo costumbre regresar del juebebes a escribir? Lo que hacen dos cervezas...

martes, septiembre 05, 2006

O del porqué los náufragos no hablan de política

Se enojan, quesquesque la política me enajena. Tienen razón. Pensar que era yo quien ponía las reglas (¡ríete de las reglas!, Kotex dixit) en los Ladie’s Night del lunes (hace uuuuuuuuu), y aclaraba con toda mi exigencia “aquí namás puro chisme, en el momento en que se toquen temas nacio o internacionales, nuestra vida habrá quedado eximida de magia”. Pero qué les cuento si mi existencia últimamente ha tenido expresividá de náufrago mexicano en las islas Marshall, flojera.
Aunque bien podría contar la tétrica historia de aquél bruto que diario me cuenta sus afanes, que si ya fue al cine, al concierto, a la cena con su novia lindisísima, que qué he hecho yo, me escribe en su acento divino que no supero. Pues nada, aquí, le respondo chilangueando, pus qué le voy a decir si no soy capaz de bloquearlo ni de decirle que me mata de somnolencia que me presuma y me cuente por más NO DISPONIBLE que se encuentren mi Messenger y mi actitud, flojera.
O del otro aquél que cuando yo me disponía a plantearle el tratado de seamos-amiguitos-por-la-paz, en vez de escucharme sonrió tan ausente y en medio de mi choro sincerador namás me interrumpió para decir “ay, cómo me encanta esta canción, bailemos”; claro, yo dignísimamente me ahogué el monólogo y respondí diplomáticamente “pues a mí no me gusta tanto”, y así nomás me marché con la frente en alto y el alipuz entonando (a la fecha nadie recuerda la canción). Hasta yo me doy pena ajena, flojera.
Podría también inventarme un final feliz para el oso del domingo. Nada como ver a papis discutir en hora pico del restaurante para elegir mesa; siempre pasa, y a una que es bruta no se le ocurre otra cosa más que encargarse del coche mientras ellos escogen el santo aposento pa’ la comidera, y claro, cuando una entra, lo primero con lo que se topa es con la mirada fosforescente del público ante el oso de la indecisión, al final tuvieron a bien escoger la que resultó ser la peor mesa del mundo. La escena se completaba con mi destile de alcohol hasta por el inconsciente, con mis reflejos tendientes a cero y la temblorina, sin contar con los escalofríos crudencios y el dolor marca quién-me-agarró-a-golpes-ayer, así que cuando mis ojos con ojera kilométrica y dos horas de sueño lo enfocaron justo enfrente y justo al lado, no dieron crédito a lo que veían mientras yo me repetía que no era él.
Pero vaya que sí lo era, él completitito a un lustro de distancia y con su ella y sus argollas; él: apodado por el FUNAR como “UNO”, con la risa por la falta de imaginación de los padres originales que a todos los hijos de la generación les pusieron el mismo nombre (seguritito hubo una telenovela cuyo protagonista se llamaba así, casi como aquél pobre niño de nombre Brandon Dylan). Nuestro saludo de educación y párale de contar conjugando el estrés esquizofrénico: “¡pude haber sido yo!”, “nooo, qué bueno que el destino... pero qué oso que él venga con su es-po-sa y yo con mis viejos”, “¡auch, y él ya tiene pinta de padre de familia!, ¿estaré igual de acabada?, al menos yo tengo el pretexto de la fiesta...”, “¡fuuuuuts, y yo sigo en la fiesta...”
A veces creo que es por estas situaciones que uno termina escribiendo de política...