domingo, febrero 26, 2006

Reloj biológico

Epidemia, catástrofe natural, involución acordada y fanatismo generacional. Eso es lo que está pasando, a mí ya no me engañan. De pronto mis amigas rudas, rudas, las que no salían de los antros y les gustaba el brindis y la fiesta, empiezan a derretirse con las carriolas y las mini-personitas que traen adentro; y es engañoso porque a cualquiera se le cae la baba con las sonrisitas de amenaza de los bebitos, si lo sabré yo que me he rendido a sus encantos y me he sorprendido al detener mi camino para preguntarle a la mamá el nombre del chamaco y hasta cargarlo. Pero hay que tener cuidado, porque luego una se enamora tontamente y ahí va a casarse, así que cuando menos se da cuenta termina engendrando y entonces sí, nada de rudeza, nada de antros, ni de brindis, ni de fiesta; pura nausea, pañales, mini-ropitas y corredera tras el escuincle a ver que no se mate.
No me da miedo, no es la primera vez que una amiga sorprende con lo del chamaco en camino, de hecho tengo tres sobrinos preciosos y eso sin contar a los hijos de mis primos. Que no se me malentienda, de verdad me caen muy bien los bebitos, soy fan de su energía y sus chistoretes, incluso me reí cuando el pequeño Ro me preguntó -exclusivamente a mí, no a Sis ni a amiguita Femsa que estaban al lado de su mamá, sólo a mí- que por qué no tenía hijos. Ay mi amor, cómo te explico que ni a novio llego, corazón... El problema radica en que ya no son ¿domingos sietes?, ahora los chavitos que vienen están relativamente planeados y eso asusta; y paniquea visualizar a la Cuchis maternal, a Chio-San imaginando los nombres de su descendencia, o a la Truza queriendo dejar de fumar porque después se afecta el peso y yo no sé qué. Para salir corriendo de la realidad.
Pero hay veces en las que no se puede nadar contra corriente y yo sé que la rara soy yo, que a mi edad y el guacamole; por eso ya ni me enojé cuando fui a comprar el regalo y la vendedora no encontró título para mí diferente al de señora, ni mis jeans presumiendo fodonguez la hicieron cambiar de opinión: señora aquí, señora allá. Por mucho que me esforcé en sumir la panza con el mayor empeño de la historia y en reafirmar que no, le juro que no es para mí, es un regalo para blabla... Ni pudo cambiarla mi ignorancia elevada a la octava potencia cada que le preguntaba el precio de ese ¿columpio?, no, señora, ésa es una sillita para comer, ah, ok, y entonces ¿para qué me dijo que servía esto?, ah, pues ésa es una bañerita, señora. Nomás no nos entendimos, pero igual me presenté al Baby Shower con el regalito y yo que iba toda espantada al evento, salí feliz con las mimosas ingeridas, los recuerdos de los juegos que nuestro equipo ganó al más puro estilo 100 mexicanos dijeron y con la satisfacción que da ver la emoción de los casi papás y la pancita de verdad con todo y la forma del bebé que me hizo perder la apuesta porque yo juraba que era niña: los hombres siempre haciéndome quedar mal, ni hablar...
Igual me da no sé qué saber que el complejo de Peter Pan se me tiene que despegar, pero mientras me enojo, ¿qué pasa con esta pasividad ante los relojes biológicos que nos roban el egoísmo?

2 comentarios:

www.hijosdenuestramente.blogdpot.com dijo...

Se que vivimos, en la era de la redifinicion de roles de genero, pero esto ya esta fuera de mi rango de comprension, el sabado estuve presente mientras los misterios de un baby shower se revelaron ante mis ojos, no se si sea como algo asi como el Neil Armstrong de los baby showers, pero seguro tendran una reseña con la perspectiva varonil de todo lo que ahi ocurrio en mi proximo post. Saludos analu!!!

Ana Lucía dijo...

PP: Que la boca se te haga chicharrón!!! Córtalas, córtalas...
:P

y la reseña mame?

pues efectivamente, ya nos cacharon... No le digas a nadie de nuestras identidades ocultas por pliiiiiiiis, jeje...