lunes, febrero 21, 2005

A las estatuas de marfil vs nunca retes a la ley de Murphy

Esta semana tomé la decisión más difícil y trascendental que he hecho en toda mi vida. No sé si el camino sea el correcto, nunca había tenido tanto miedo ni me había enfrentado a hacerme completamente responsable de mí. Sé que si no funciona, los costos serán muy altos y con la aversión al riesgo que me ha caracterizado, mi resolución parece incoherente, pero la amenaza inminente me tenía sumergida en una depresión desde hace más de un mes y no podía continuar así. Por lo menos con esta opción puedo mantener la fe y eso me renueva la sonrisa porque me estaba dejando vencer.
Los primeros días busqué la mortificación como medida de desembarco; el miércoles que me diagnosticaron la enfermedad traté de omitirme para preparar el funeral de “mis días con salud” que tendría lugar al día siguiente, nadie estaría invitado, sería una ceremonia íntima. Las exequias consistieron en la renta de varias películas trágicas, absolutamente deprimentes (en la línea “Mi vida sin mí”), un litro de cookies & cream, palomitas extra-mantequilla con limón y valentina, mucha coca-cola, unos kleenex, la cobijita y los camellos que había intentado abandonar como propósito de cuidar mi salud este año, ja-ja-ja.
El objetivo inicial era deprimirme sólo un día y ya, la verdad tampoco es para tanto, deformación de articulaciones, peligro de perder la retina en veinte años, alteraciones secundarias severas, aviso de mínimo un año si se me ocurre llegar a tener hijos (a ver si soy tan ocurrente) y alto riesgo de problemas cardiacos (ahora sí problemas del corazón). Y las frases de los docs me retumban en las noches de pesadilla e insomnio “enfermedad muy agresiva”, “avanzando muy rápido”, “córnea en dos meses”, “irreversible en los huesos de los oídos”, y todas las tragedias que se me vienen encima si esto o lo otro. Sigo diciéndole a la princesita que no es para tanto, que se cayó de la cama, pero uno, dos, tres, ánimo y para arriba sin andar de cojita, sin miedos y sonriendo mi reina... Y la pobre diabla tiene fe porque se repite que no puede ser que se ahogue con sus lagrimitas cuando hay tantos problemas en el mundo, pero que con la esperanza no se metan, ésa me sobrevive, cómo ch/#$@=s no (aparte vivo en su ciudad y nos dirige el rayito, maldición, tantas ganas tengo de creer que ya creo en cualquier cosa).
Trato de ser lo más autosuficiente posible, pero es inútil ocultar que me estoy volviendo inútil y al recibir ayuda, mi autoestima en vez de regocijarse (amo esta palabra), se hace más y más chiquita. No es siempre, pero cuando es, me es imposible vestirme, caminar, tomar los cubiertos, exprimir limón, girar la llave del coche, recibir el cambio y guardarlo en la cartera, taparme en la noche, dormir más de dos horas seguidas, levantarme en la mañana, cambiarle a la tele con el control, escribir, darle vuelta a la página (literal). Ay, pero qué negativa, en el fondo sé que no es tan grave, lo que pasa es que las palabras sí me importan, así como cuando “ay Ana Lucía, no digas p$#&e/@&@s” y mi traducción: me dijo p$#&e/@; justo así es como sentí el crónico, tal vez porque me recuerdan lo de Medu, que entre tanto crónico y terminal que yo iba escuchando como eco, en una semana eterna se me fue en los brazos. Esas dos palabras eran de mis más temidas, de todo el mundo, de todos los tiempos.
No me queda más que acostumbrarme a mi efecto momia: ¡ahahah, mi mano se trabó! Y a destrabar y a destrabar. Estoy aprendiendo a no retar a Murphy al afirmar que el dolor que siento es el mayor que he sentido porque es cuestión de un día para superarme (nunca dejarás de sorprenderme, diría el amo del rugby). Ya me acostumbré a que todos tengan una abuelita o una tía de sesenta años artrítica, el boxito fue de los primeros en decirlo, luego el panamericano jugando con mis sentimientos y su receta según él milagrosísima: para tu enfermedad lo mejor son los huevos. ¿Neta? ¡Claro! No inventes qué h#$/os para estarte destrabando todo el tiempo. Ja-ja-ja. ¿Otro chistorete? Ay, cómo está la abuelita. ¿Ya lista para el Articulatón? ¿Cómo amaneció la reumas? Y yo medio llorando de desesperación porque cuando estás bien -los que tengan oídos para oír- no te das cuenta de la maravilla que es el dedo chiquito del pie izquierdo y hasta te atreves a ningunearlo: “somos un mal producto de la evolución, deberían quitarlo que no sirve para nada”. Y sí sirve. Nadie sabe lo que tiene hasta que se le entume y ni para adelante ni para atrás, a ver camínele.
Lo malo y lo feo como diría López-Dóriga en viernes (felices noches de fiesta). Lo bueno es que me he vuelto una gurú en ungüentos y jugos, con todo el apoyo que he recibido me llega mínimo una receta milagrosa por día. Luego recuerdo algunas reacciones que me han conmovido al punto de la risa nerviosa. Como el turista: ¿¿Cómo es posible?? ¿¿A tus diecisiete?? Y niñito al escuchar mi dramita de que los sueños se me iban despertando, adiós París por el frío, adiós vivir sola porque no puedo ser independiente y necesito que alguien esté cerca de mí, pero no, no estés triste, rentamos departamentos contiguos. O el día que me caí y no podía levantarme y Zeldi se acercó intrigadísima haciéndome reír porque no entiende, pero percibe y puso su patita en mi pierna, mirándome solidariamente sin moverse. O el Vic Brother y sí, ya sé que estás muy deprimida porque casi no chateas. O amiguitas con háblame y llamamos al cerrajero. ¿Para que me levante? No, para que nos abra la puerta y nosotras te ayudemos. O primos, familia y amiguitos. Y todos los detalles que han tenido conmigo y que no sé cómo agradecérselos. Lagrimitas, lagrimitas.
A toda acción... Según mi teoría, a todo llanto corresponde una risa. Hace poco entré en crisis y le tocó a la mami estar a mi lado cuando la histeria psicotatemética se apoderó de mí (onda Scarlett O’Hara y su drama por tener que llevar el luto a los 17): me puse a llorar desconsoladamente porque me había vuelto vieja de pronto, había perdido mi juventud “voy a morir sin haber amado”; porque me dolía no poder planear nada, ni lo que iba a hacer ese día ya que no sabía en qué momento me vendrían los dolores paralizadores; por mil razones más que empecé a soltar como tarabilla y porque ya no iba a poder ir a las olimpiadas. ¿A las olimpiadas?, yo no sabía que tenías ese sueño, ¿en qué deporte querías participar? ¡Pues no sé! En el que fuera, pero ya no voy a poder ir. Y me di cuenta de la cantidad de estupideces que estaba diciendo y entre mis lágrimas de cocodrilo la mire cambiando de tono para dignamente decir: bueno, eso no me importa tanto. Risas, risas.
Es que es cierto, en ocasiones me faltan fuerzas para aceptar que a mis 24 tan odiados y añorados, no sea capaz de moverme, de dejar de llorar de desesperación porque no entiendo mi situación, ni a mi cuerpo y lo vuelvo a ver y vuelvo a llorar como compadeciéndome de alguien más. Ya me harté de pasar tres días de la semana con crisis que no me dejan ni salir de la cama; de vivir gris (no sólo por la contaminación) y negarme a ver que la vida es bonita y que esto no es un CASTIGO sino un RETO. Miro mi línea de la vida y sigue igual de grande, así que si he de vivir siempre con esto, mejor le doy la patadita del apadrinamiento y órale que nos falta un ratote, seguiré caminando con mis miedos y trabajos, pero caminante no hay camino. Ya toqué fondo y no hay más que salir de él. Ni una depresión más por esto. Nada de compadecimientos. ¡Basta uno, basta dos, basta tres!
El doc recomendó hacerle fuchi al frío (¡fuchi, fuchi, frío malo, fuchi!). Yo les digo a los papis -a ver si saco patrocinio- que la receta es playa y como dice el chavo, con muchas botellas de alcohol... para frotarse las articulaciones, obvio. Digo, en lo que nos acostumbro a las dolencias. Luego el panamericano diciendo que como paradoja –para otros parajoda- sigo articulando. No me queda más que recibir estas nuevas con algo que tenía poquitito y que como prueba a superar del juego de la oca, ahora tendré que sacar de la escasez: paciencia chiquita linda, mucha paciencia... Si así era la manera de aprender a tenerla pues ya qué otra. Y el equipo morado de las articulaciones movibles ganará, cómo de que no, así como yo gané hoy jugando a las estatuas de marfil con mi sobrina.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:

Tengo un buen tiempo leyendo tu blog, eres muy simpatica y a pesar de todo lo que estás pasando, esa frescura y simpatía no la pierdes.

Si algún día tienes tiempo, por favor escríbeme. hugoac@gmail.com

Saludos

Jose Carlos Mendez dijo...

Ana Lucia, espero que jamas dejes de tener ese sentido del humor que te hace tan especial aun con tus problemas de salud... me hace mucha gracia que ya no puedas ir a las olimpiadas pero podras hacer otras muchas cosas mas... te deseo lo mejor...

Azu dijo...

Tal vez las olimpiadas pasaron a mejor vida, pero seguro hay muchas cosas que haces y seguirás haciendo con singular entusiasmo y alegría. ¿Qué mejor forma de ganar un pase directo de viajero frecuente a la playa? propongo una "frieguita" de alcohol por eso!! Saludos!!

Anónimo dijo...

Hola compañera,
Sin olimpiadas, pero con playa como bien dice Azu! Ademas, me alegra saber que todavia tienes esa sonrisa y chispa que nos hizo a todos tenerte ese cariño tan grande por ti. TE QUEREMOS Y TODOS SEGUIMOS APOYANDOTE EN TODO MOMENTO! Ademas piensa en todo el tiempo que vas a tener para la tesina... Jejeje! ;) Un abrazote!
Ro M.

Anónimo dijo...

sis neta que bueno que le estes echando muchisismas ganas, vas a ver q con ese animo y el apoyo de todos los q te keremos vas a salir adelante. TQMMMMM
aka nos espera!!! q emocion!!!!

Ana Lucía dijo...

Muchas gracias por tus comentarios y por leer mis loqueras Hugo, he de reconocer tu valentía...

Jajaja, sí, como que no se me veía el chip olímpico de todos modos, ¿verdad güero? Gracias totales por los buenos deseos q tb van para allá.

Ya estamos para eso de los alcoholes Azu preciosa y yo mientras sigo poniendo changuitos de aquí a mayo... ;)

¡¡Ay no, calla! Maldita tesina cochina... Gracias por todo neta y ahora sí ya falta poquito...

Sis preciosa, neta mil gracias, bueno, qué te puedo decir, sin ustedes no tendría este ánimo porque uno, dos, tres, ánimo!! Ya quiero q sea viernes!!! TEQUILA it makes me happy

Anónimo dijo...

Me da un buen de gusto oirte hablar asi , yo se que pronto vas a estar mucho mejor , recuerda q la cuchis siempre va a estar cuando la necesites TQMMM y nunca te voy a dejar rendirte. Animo corazona!!!

Ana Lucía dijo...

Cuchis gansita: Gracias x toyo... XOXO OXXO

Vaya, al menos llevas ya cuatro números de mi teléfono Pepillo, lo demás es una mezcla de ambos. Valió la pena asustarte pa que me hablaras. Gracias, me hiciste el día!!! Espero que la llamada la haya pagado la Cruz Roja y no tu bolsillo de francos suizos...
Y pues no sé a qué olimpiadas quieras ir en el 2006, yo pa las que me entreno es pa las del 2008 de minusválidos, tristemente para México me queda mejor la plata que el oro, pero a ver si me sacrifico pa darle entusiasmo al pueblo.
Ya falta poquitito pepe, cuenta regresiva hasta el 6 de junio...namás q ahora sin tus tríos esos q se la viven balconeándome con tus cuates. Ni con esa llamada te la perdono.
Muchas gracias... Besos mil y abríguese!

Ana Lucía dijo...

Jajaja, obvio no me equivoqué Pepe. Es mi estrategia para despistar al enemigo, hasta crees que voy a poner correctamente mi número, no sea que los fans incómodos me incomoden con millones de llamadas, jajaja...
Te juro que jamás olvidaré ese momento y gracias a Dios no es más incómodo con fotos atestiguadoras. Por cierto, no todos se divirtieron, pregúntale a tu amigo y a mí ¡q osos! Aparte me acuerdo, me da risa y te odio...y los empujones me los dieron las cubas de después, jajajaja. No se hable más...