Estoy aquí, estoy aquí, rebotaba el sonido. Y nada podía ser más cierto, nada le podía ella hacer, allí estaba: en pleno Palacio (¿?) de los Deportes (¿?) y bueno, sí, cuando uno la ve bailar definitivamente acepta que lo suyo sí es un deporte... extremo, pero deporte. Estoy aquí, queriéndote, ahogándome entre fotos y cuadernos, entre cosas y recuerdos que no puedo comprender. La idea había surgido meses atrás, incluso antes de que se anunciara la fecha exacta, por eso me sorprendí cuando el día en que la Irera llegó a mi oficina para que compráramos los boletos, me dio cuenta de los participantes. Vamos once, dijo. ¿Once? ¿Pues quiénes vamos? Ah, pues Chayo con novio, Manzana con novio, Lawera con novio, Karliux con novio, yo con Fulanito y tú. Claro, el once que hacía impar el número par era Ana Lucía con su nombre doble. So don’t bother, I won't die of deception, I promise you won’t ever see me cry. Al final ticketmaster se apiadó de lo misántropo de mi situación y nada más nos dejó comprar ocho boletos, lerolero y tuvimos que sacar a los varoncitos del ladie’s plan original, es más, hasta hubo dos boletos que repartimos entre la Beks y una amiga de Chayocotiledónea.
Porque todo el tiempo que pasé junto a ti dejó tejido su hilo dentro de mí. Y ella saludaba con el único acento del mundo que puede hacer que la jota que tanto me persigue termine sonando a nube. "¿Cómo está mi Mé(h)ico lindo, mi Distrito Federal?" Eufórico, afónico y cacofónico. Pues si es cuestión de confesar mi primer novio lo tuve a los 4 años, él tenía 5, presumió, ni sus padres ni los míos aprobaron la relación... La verdad es que también lloro una vez al mes, sobre todo cuando hay frío. Conmigo nada es fácil ya debes saber, me conoces bien. Y es que la mujer es grande en lo sencillo, por lo empáticas que resultan sus letras (brutaciegasordomudatorpetrastetestaruda – ojerosaflacafeadesgreñada – torpetontalentaneciadesquiciada - completamentedescontrolada), por su ritmo, por su voz, porque se me acaba el argumento y la metodología: sí, soy su fans, dirían los de la oficina; cuasilésbica, dirían las ladie’s; me vale, diría yo. Perteneciste a una raza antigua de pies descalzos y de sueños blancos, fuiste polvo, polvo eres, piensa que el hierro siempre al calor es blando. Y nosotras que la cantábamos a todo pulmón, empezamos a preocuparnos en la última estrofa, porque el redondeo lleva invariablemente al futuro: las mujeres se casan siempre antes de 30, sino vestirán santos aunque así no lo quieran. Y ya mejor brindábamos y le gritábamos también al señor bebidas: ocho chelas: (finísimas) Pero para ese entonces, yo estaré un millón de noches lejos de esta enorme ciudad; lejos de ti el mundo ya me da igual.
Ahí me voy otra vez, ahí te dejo Madrid; tus rutinas de piel y tus ganas de huir. Y mis ganas de huir, qué risa tan tonta la mía, de miscelánea, más cuando la mujer amenazó: ahora sí, México: a mover el esqueleto. No pido que todos los días sean de sol, no pido que todos los viernes sean de fiesta. Y ni cómo que yo pidiera que fuera el dueto original con Sanz, sólo comprobé que sus videos definitivamente no están hechos por computadora: la odio. Suerte que en el sur hayas nacido y que burlemos las distancias, suerte que es haberte conocido y por ti amar tierras extrañas, yo puedo escalar los Andes sólo por ir a contar tus lunares. Démonos un tiro, pensé, aunque a eso iba, ¿cierto? a exorcizar mis gasparines mentales. Suerte que mis pechos sean pequeños y no los confundas con montañas. ¡Pero bueno, aquello era como un bombardeo de ideas gemelas! Te conocí un día de enero, con la luna en mi nariz. Y me rendí, tuve que dejar de reprimir los recuerdos y los traje al presente, ya para barrer impresiones arcaicas, total, el muchachito estaba en primer plano -con ¿la otra?-, hasta me presumió y no dudo que haya sido el ñoño que le lanzó a la cantante las banderas de méxicolombia entrelazadas, tan cursi. Pero mi loco amor es tu mejor doctor, voy a curarte el alma en duelo, voy a dejarte como nuevo y todo va a pasar, pronto verás el sol brillar. Justo eso era lo que necesitaba, abuelear el souvenir sonriendo, pensando que fue una bonita época, y que sí, el menzonzo logró -sin proponérselo realmente- cambiar mi vida, llegó en el peor momento que era el indicado y pude agradecerle a través de la energía todo lo que hizo y deshizo, y sé que a veces lees estas tarugadas, no sé por qué afán, pero es más fácil decírtelo así: aún sigo buscando en las caras de ancianos pedazos de niños y hoy vuelvo a ver un faro en la oscuridad (qué tal con mi remixeada, soy mi fans).
La canción de No no la quiero poner, aunque lloré cuando al final forma con el vestido la rosa: magnánimo. De lo nuevo La Pared y Obtener un sí, pero más que mover el esqueleto, me puso a temblar con aquello de que las “caderas no mienten”, que se lo digan a mis pobres pantalones que diariamente lo resienten, pero la mujer cada vez pone retos más y más físicamente imposibles de lograr, la odio. Oh baby when you talk like that, you make a woman go mad. Y las niñas salieron indignadísimas: ¡sólo una hora y media! Mujeres, si a mí por eso me gustan los hombres, yo, la verdad, no sé si soy muy agradecida, pero salí fascinada, en especial porque canté con ella sin callarme un segundo (pobres de mis nuevas amigas sordas), y aparte cantó la versión en inglés. Claro, también me faltó escuchar aquella que tanto me gusta: Un terrón de sal, un rayo de sol; que a donde digas que tú quieres que yo vaya voy. Eres mi desliz, mi país feliz, mi primavera, mi escalera al cielo. O la otra que puedo escuchar hasta en intermitencias: ¿Y qué voy a hacer con mi despiste selectivo y con mi sueño frustrado de aprender a cocinar? Y bueno, ni hablar de mi favoritisísima, pero ésa la perpetuaré como primera canción bloggeurística: ¡yei!
¿Las de la intuición?
...y el amor tal vez es un mal común.