Estoy de malas y agresiva, yo no leería esto

No debería ni de escribir, podría contar sobre el concierto de Shakira, de la semana pasada de a varo que tuve, de mis osos fotogénicos o de las mejores frases que he escuchado en los últimos tiempos.

Pero no, hoy sólo tengo ganas de decir que este país es una porquería, que feliz mes patrio y mis calzones, que con gusto dejaría que me aplicaran el 33, que no, hoy no me enorgullece ser mexicana, pero ni un gramo. Un país con el tercer hombre más rico del mundo y 40 millones de almitas en desnutrición, en analfabetismo, pero no, que ni crean que los violentos son los pobres, aunque el argumento lo quieran vender en promoción. La verdadera pobreza mexicana es de espíritu, lo único que creo es que hay millones de personitas que no tienen valor por su integridad, si no no puedo entender cómo pueden ser capaces de hacer tanto daño, de llenarnos de mierda.

Y todo pueblo tiene el gobierno que se merece, y toda sociedad es reflejo de quienes la conforman. Y a mí se me pudre la cara de vergüenza cuando me sé parte de este problema y no veo cuál puede ser la solución para que ya deje de escuchar que mis seres queridos, con toda la razón del sentimiento, quieran largarse ya de este país que tanto los ha defraudado. No, hoy no me pongan a cantar Timbiriche, el Estado mexicano les debe tanto que prefiero respirar antes de seguir profanando, porque me ofusqué, no es México, es el Estado.

Ese ente que te está hundiendo, México, ese ente que no me ha proporcionado ningún servicio educativo, de seguridad o de salud; al contrario, me ha alienado derechos básicos porque la única vez que tuve necesidad de pedirle algo, me dio una cachetada al permitir que una bola de soñadores me quitara, por su propio sueño, el mío de entrar a la UNAM; al contrario, me ha quitado impuestos que no se han visto reflejados en mi seguridad y ahora ven impunemente cómo se jode a gente que tampoco le ha quitado nada al Estado, al contrario, ¡bravo México!, ahuyentas gente productiva, doctores que han hecho tanto por ti, por tus comunidades más alejadas en las sierras, a profesionistas que siempre han tratado de ver cómo se puede ayudar, pero ahora, con toda la razón de la alergia que les provocas se quieren ir de tu lado mientras te vas contaminando más y más. Y yo me siento como la esposa del borracho, que sabe que es un enfermo, pero no sabe cómo tratarlo al tiempo que sus hijos le dicen sumisa al querer quedarse a su lado

Dicen que el 2 de octubre no se olvida, yo me quedo callada tratando de olvidar.