Mañana cumplo una semana sin tele. Tristemente para alguien que se consideraba completamente adicta y dependiente como yo, la pantalla chica era tan familiar como indispensable en mi quehacer cotidiano. Lo más sorprendente es que he podido sobrevivir los primeros días de octubre sin dormir ni despertar con el suave murmullo de mi amiga (literalmente así me dormía y me despertaba). Es más, creo que estoy empezando a serle infiel a mi pasado de control remoto, pues no sólo no he extrañado a la mal llamada "caja idiota" sino que he sido muy feliz con mi filosofía “Ghandi”. En esta última semana me dio tiempo de leer por placer. Creo que desde los incidentes salmonélicos (más de 2 meses) no había terminado un libro que no fuera de la escuela. Acepto que tuve un fin de semana que no me dejó tiempo para extrañar a mi pequeñita, pero ya estamos a miércoles y es como si siguiera entre nosotros. Me da mucha pena decirlo pues ya era una de las relaciones más largas de mi vida (más de 12 años seguro). Tal vez no me ha caído el veinte de que se nos fue y me siento un poco mal porque no ha pasado la etapa del luto (como en todas las pérdidas hay que guardar un periodo de luto y recogimiento, ¿no?) y yo ya le soy infiel con la vida misma. Me sonsacan mis amigos, la compu, la fiesta y lo que es peor: ¡la escuela y los libros! Qué bueno que mi chiquita ya no está aquí para ver en lo que me he convertido.
2 comentarios:
Ay Analupe, pues así es esto de las relaciones, terminan a veces y luego comienzan otras, o regresas porque le tienes un cariño aunque sea sólo de amistad, cómo Mafalda, sólo para sentarse frente a ella y pensar sin verla, esa niña sí que es inteligente. Transfiere su pérdida a la pérdida misma, o tú que dices?
No supero la idea de transmitir la pérdida a la pérdida misma, simplemente genial... Estás cañona Manzaniurk, éso sí que me dejo pensando y sabes por qué.
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