¿Iré al baño ahorita o me esperaré al break? A ver si cruzando la pierna aguanto un ratito más. No me vuelvo a sentar tan lejos de la puerta. No puede ser, le falta hora y media a la clase y a mí me sobra media botella y casi un capuccino en la vejiga, voy a reventar. Ay, es que cómo habla este señor, ya me perdí y no le entiendo a la letra de compañerita reportera de TvAzteca. Mejor pongo atención que güerito sexy de enfrente ya notó el nerviosismo, o tal vez hoy que sí me arreglé por fin me está notando a mí. Sonrisa discreta. Maldición, esto es muy ridículo, mejor volteo hacia otro lado. Y mi atención de pronto regresó al profesor para volverse a ir en un segundo. Mencionó esas ciudades y mi mente se alejó de seguridad nacional, de voz culta, de baño y de güerito sexy y yo recordé la última vez que los había escuchado, hace poco, entre la lluvia-apago-la-luz-en-toda-la-ciudad de principios de año...
Como siempre que nos volvemos a ver las cinco, llevábamos mucho tiempo sin estar todas. Más del que hubiera querido, pero entre queridos, novios, esposos e hijos –sumando trabajo, escuela, tesis y demás-, la vida se complica. Siempre tratamos de abarcar todos los temas, pero el tiempo es nuestro peor amigo; lo curioso es que de mi artritis degeneramos en el apocalipsis del milenio con el surimi (aportación de La Oreja a través de nuestra corresponsal Ninel Claudia), los calamares gigantes y ya dejen de contar cosas del “día después de mañana” porque luego no dormimos bien como con las películas de terror japonesas. Sí, qué horror. Bueno, siempre ha habido catástrofes. ¡Ajá! Como las de Sodoma y Gomorra. Y la discusión a cinco voces en crescendo porque, a pesar de haber estudiado en escuela de monjas, los estudios bíblicos no fueron nuestro fuerte (y menos tratando de enderezar las hamburguesas-se-le-sale-todo-y-no-me-cabe-en-la-boca-ni-partiéndola-en-ocho), así que no había manera de que las mujercitas recordaran los nombres exactos de las dos ciudades-catástrofe con más rating de la historia. Fuimos degenerándolo porque una vez que una comenzó a decirlo mal, las demás terminamos confundiéndonos y rebautizando: Somoda y Gorrona, Sordona y Gonorr(e)a, Zorrona y Rogona...
Y de rogar. No pasaban más de dos diálogos sin que la ya-ni-modo-ya-me-casé volviera a rogarnos que nosotras no cayéramos en “su error”, que ni lo pensáramos. No, no es como lo pintan. La Sirenita, la Bella Durmiente, Blanca Nieves, ay no m@#&n, eso no existe, lo que sí existe es el fútbol. Claro, y Cenicienta vivió muy feliz con el príncipe porque no tenía que hacer nada más que verse bonita y organizar bailes y no había domingo deportivo, todo, todo se lo hacían y uno tiene que cuidar a los niños y la casa y aish, luego ver el fut, ay no se casen, de verdad.
Mientras la iba escuchando, me puse a pensar en dónde y en qué momento cambiamos de sueños y dejó de existir el ego de “We´re the Best upon the Rest”; de las bes grandes de Boys Before Books But never Before Beers; de ser rudas rudas y escapar de la escuela por las azoteas de los vecinos; de llorar amargamente por Kosovo tomando el suero mientras el “veterinario” curaba el desmayo; de cómo nos comíamos el mundo a finales de la adolescencia. “Dónde está/dónde/dónde/está”. Y tuve que salir con mi frase ñoña de bien-lo-dijo-Borges “Dios mueve al jugador, y éste a la pieza, pero ¿qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”. Y les costó, ¿verdad?
Después hemos ido aterrizando y viendo que no es tan fácil. Sé que todas sentimos nostalgia cuando recordamos y sabemos que ya no, que ahora es diferente, hoy cuatro de las cinco fumamos (¡si quieren creer que eso es poco, allá ustedes! yo no se los voy a aplaudir, decía la conciencia del grupo, aunque yo lo he tenido que ir dejando a la mala como todas las cosas malas de mi vida y ni yo creo mis 19 días sobria de nicotina), una está casada con dos niños hermosos, dos ya son licenciadas, dos más todavía cargamos con el estigma del Instituto de Tortura y Abuso Mental (bueno, una sólo está unida en trámites) y aunque me da por taparme los oídos, es inevitable, ya se empiezan a escuchar con mayor frecuencia las palabras escalofriantes de arrendamiento, anillo, uniones de lazo y esos planes que hacen que yo me aferre a pensar que todavía tengo 20, que falta mucho, pero aterrizo y creo que estamos más cerca de eso que del pasado. Todas seguimos soñando, eso no ha cambiado, lo que sí es que ahora nuestros sueños son diferentes, como nuestras vidas que se separaron poco a poco, pero el Prepa Power lo llevamos y lo llevaremos en las venas, igual si no nos acordamos de las ciudades bíblicas o no nos veamos tanto como quisiéramos. Y yo al carajo, no aguanto hasta el break así que le doy el último traguito a este capuccino descafeinado que sabe a grosería y prometo regresar y poner atención, mínimo al güerito hermoso...
Hoy que ando como profética, parece que las invoqué y el cumple de la sis trae reencuentros múltiples, Prepa-Power ahí les voy...