(introducción aquí)
Al FUNAR le dio por querer regresar a los orígenes y adiós cafés, lo nuestro lo nuestro es el brindis; tal vez por miedo a que ya nos estamos dando cuenta de la edad y ahora sí a aprovechar los últimos segundos de fiesta ruda antes de vernos ridículas, o porque nuestros cafés se empezaban a ver interrumpidos por “coincidencias” extrañas, eso sí que no nos quiere quedar claro. Y así fue como inició todo, mientras la tercera parte del club prefería rendirle culto a Alah moviendo la pancita, las otras ¾ ya íbamos en el segundo vodka-ron-tequila respectivamente. Como era de esperarse, el oso viaja al parejo con los tragos y juro haber llorado de risa con el “oye” que la Cuchis profirió después de que yo organicé la tontería del primer día.
Sis, ése chavo de negro no te quita la vista de encima.
Ay, cómo crees, te está viendo a ti, aparte debe tener como 12 años.
Cómo va a tener 12 si tiene la barba súper cerradita... Espera, se acaba de levantar y viene hacia acá, te lo juro.
Ay sí... ¡Ay no, ahí viene!
Y mientras a nosotras nos estresaba la posibilidad de que muchachín se acercara, él sólo pensaba en la ruta óptima al baño: enfrente de nuestra mesa; pero la duda la seguíamos teniendo así que ándale Cuchis, ahorita que pase yo te aviso y le preguntas su edad, ¿no? Con la mala puntería de amiguita “oye, oye” que sólo atrajo al mesero: el tipo venía metidísimo en su rollo telefónico y ni peló. Obvio había que salir del ridículo rápidamente así que como quien no quiere la cosa y muy dignamente, la Cuchis le sonrió al mesero y se atragantó la mitad del vodka para que sonara lógico, ¿me puede traer otro, por favor? Es gay, decía alguna indignada. Obvio sí, ¿no ves el anillo tan raro que tiene? ¿Cuál anillo, el dorado que trae en el dedo anular de la mano izquierda? Y el FUNAR empezó a despertar ante un panorama de apoplejía en la cruda realidad de vernos rodeadas por ruquillos a-la-de-tres-escondemos-el-anillo-y-hola-nena-cómo-te-llamas. ¡Guácala!
Con el mesero “señoritas, los señores de la mesa de al lado les invitan esto” que se está haciendo una costumbre incluso hasta de fastidio porque se volvió a repetir el segundo día de ir a dicho lugar. Peor porque el tipo invitador fue a sentarse en medio del chisme y cortó la inspiración para dar paso a mi ataque de risa incontrolable. Y así como estúpida quedé cuando la Cuchis hundía a la Sis que respondía a las preguntas del acosador les-picho-otra-ronda-no-gracias y es que mi amiga es una floja, no hace nada, no estudió, nada y yo no tenía ni para dónde voltear la carcajada hasta que, así sin más, la vomité y el ataque de risa que me hizo reír hasta la lágrima y el moco era visualizado por el dis-po-si-ti-vo de seguridad que se acercó a nuestra mesa con gerentes, meseros y ayudantes divinos a preguntarnos si nos estaba “importunando” el señor. Somos unas consentidas de lo peor y el tipo un incordio de pronóstico. A ver, por Dios, te vimos esconder el anillo en el bolsillo, traes una mala copa de aliento y no tienes la menor actitud al creer que por invitar una ronda te tenemos que soportar, así que fúchala, ahuecando el ala y tal vez leyó mi pensamiento porque fue un placer conocerlas señoritas, ciaociao.
Sin perspectivas de ligue y sin poder chismear de corridito como en el café, pero divirtiéndonos de lo lindo, cómo no. A ver quién más que yo podría hacer el oso de abrir su bocota en el momento menos oportuno, estaba disertando sobre el por qué sí podría andar con un asiático cuando el grupillo cantador se silenció, dando paso a mi voz estridente (claro, con la banda mi voz no se oía así que prácticamente daba mi opinión gritando): kamasutra. Bien Ana Lucía, qué manera tan esplendorosa de atraer miradas, démonos un tiro y diez centavos para una vida a esta princesita, aplausos. Pero la Cuchis me la mató cuando se acercaron los de la banda a cantar por nuestra mesa y el acordeonista se enamoró de ella, hasta se acercaba para hacerle solos con la burla inmensa de la Sis cortada (porque eso de su nueva carrera gastronómica sólo nos está dejando dedos mochados y zanahorias ralladas, habrá que ver). Conclusión: mercado generación Timbiriche descartado, muy mayores para andar ligándose chavitas de 20, pero muy menores como para respetar su matrimonio ¿oye papi dámelo todo? Yeah, right. Lo juro, tipos así no me laten ni para cacheteralos. Ache-u-e-uve-a. Tal vez mi única solución sea salir del país a encontrar mi destino en otros lares...
(elige otra aventura)
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