A veces me gustaría formatearme; olvidarme de ellos y dejar de alternar pasados entre uno y otro y otro y... Luego borrar mis errores que no fueron pocos ni pequeños, y despuecitito los suyos, por qué no, peritas en dulce ni en lata. Dejar de pensar en ellos y en todo lo que implican por sus diferentes razones; y es que cómo le hace la gente, neta, neta. Y si no se puede el formateo, mínimo la borrada de archivos, tipo de clic y deleteado; hasta acepto que mi disco duro pregunte ¿Confirma que desea enviar “Fulanito.exe” o “Sutanito.doc” a la papelera de reciclaje”? ¡Papelera de reciclaje mis pamplinas! Directito a la basura cibernética, este ecologismo extremo me está matando. Pero enseguida me entran las dudas porque no sé si habrá pepenadores virtuales que luego anden ventilando mis desamores entre las ratas de bluetooth o vaya la blogósfera a saber qué.
Y el raciocinio que no me quiere dejar pensar termina recordándome a la güera vociferando “es que una namás cambia de diablo, pero el infierno es el mismo”, y entre risas yo termino dándome cuenta de que nel, de que con todo y lo ardida que aparento ser, y con todo lo que me gustan las rancheras, Pesado y ojalá que te mueras que todo tu mundo se quede vacío y lo que conseguirás es que al regresar te mande a chillar a otra parte; con todo y el apodo de Arenita (la ardillita de BobEsponja) y que cuando voy a karaokes siempre pido Paquita o la D’Alessio; con todo y eso y lo que se acumule, en el fondo les guardo cariño a mis exes. Por eso me dolía que el Rockstar que fue tan importante, no pudiera ver que a pesar de mi tontería y
del peor error ever, cuando le pedí perdón fue sinceramente desde el infiernito en el que me fui a meter, y fue desde mucho antes de justificarme ante él; y no porque tuviera que darle explicaciones de algo que sucedió a más de un año de que habíamos terminado, sino que la gravedad del asunto era tal, que dentro de todas las babosadas que he hecho ésa supera hasta mis propias expectativas.
El asunto se salió del juego de cuestión de escrúpulos y mi opción A) fue el silencio, hubiera preferido cargar con mis cadenitas por la eternidad a saber el daño que le haríamos si se enteraba; no me dolía lo que pensara de mí, pero no por eso me daba lo mismo decirle. Aunque el otro pérfido mejor se disfrazó de amistad y le dijo incluso después de que habíamos razonado el perjuicio que ocasionaríamos. ¿Deshonestidad mía? Creo que mariconería al querer ocultar la caja de Pandora y qué más, dejó de importar por el argumento de “es mi amigo y no le puedo hacer esto”, como si desde luego; sabiamente diría la Rougie “cuéntaselo al dedito chiquito, porque el de en medio ya creció”.
Mi afán por pegarle al drama me decía que algún día lo asimilaría; no podía imaginar que después de tantos años de amor (turrún-tun-tún), el rencor terminara definiéndonos. Yo sé que no se vale darle la exclusiva de culpa al tercero en discordia, y aunque por mi parte sí puedo presumir de haber sido coherente en ocasiones anteriores, y que incluso ese día al final las neuronas que nadaban en tequila lograron hacer sinapsis, no se le puede culpar totalmente, por mucho que amiguitos digan que sí, que él sí se vaya a chillar a otra parte, que yo tenía menos de un día de haber declarado persona non grata a un colombiano y estaba vulnerable por equis y ye, pero nel, yo también estoy embarrada de porquería, solito no hubiera podido blasfemar mi pasado.
Pero ellos qué, a mí quien me importa es esta bruta atrapada en el cuerpo de una fanática de LQNPF cuya conciencia tardó en regresar al beige hasta que comprendió que en el fondo le tenía coraje al Rockstar, y mucho; no podía creer el adiós de las promesas que me creí como quinceañera, que me hubiera despachado (es más, que me lo hubiera advertido porque yo estaba amenazadísima, ¡qué bonita familia, pero qué bonita familia!), y después que hubiera conseguido una “relación sentimental muy estable que me (lo) tiene muy contento” y que ya lleve un ratote con ella. Y no porque a mí me urja conseguir varoncito para “relación estable que me ponga muy contenta”, shu-shu, bye con eso, la verdad es que me encuentro en uno de los momentos más felices y plenos y eso explica muchas cosas que están pasando a mi alrededor; simplemente se trataba de una cuestión de meritito “orgullo de macho” (de pena ajena y a lo Alvin-Simon-Théodore), luego me molestaba que me restregara que con ella sí podía tener los detalles que conmigo ni con chochos (ojo: nunca hablen maravillas de su novia en el messenger si su ex está conectada, ni pongan fotos de “uy, cómo nos amamos y nos abrazamos tan sonrientes”... arde más que el merthiolate: lo sé, me consta y ya soy cliente: cero y van tres que me la aplican, ergo: la del problema soy yo), y es que hubiera dado uno de los tantos años que pasamos juntos por deferencias de ese tipo, así de grave era mi necesidad de detallitos. Aunque también tampoco, no me desligo de los panchos del canal de las estrellas y de la inseguridad que sentía a su lado, como para morirse y matar de flojera, pobre. Aparte qué onda conmigo y el poco cariñito que me tenía, ¿cómo pude haberme sentido insegura? Chicos, de verdad quiéranse mucho, son lo único que tienen, no se desperdicien, se los dice alguien que ha sufrido de enemiguismo interno agudo...
Que fui yo quien se quedó con el intento de hacerte feliz, que no fue falta de amor, que son fracasos y derrotas los que terminan esta historia. Y me duele porque te juro me soñé contigo eternamente... Y me duele porque no falló el amor, lo que me faltó fue suerte... Pero a veces es así, aunque pongas por delante al corazón; hoy he perdido un gran amor porque el destino no ayudó, y eso duele. De risa ver que esa tontería terminó siendo la desilusión más grande: entender que no es que no fuera detallista, sino que nunca pudo ni iba a poder serlo conmigo. Fracasé para mí, pero al menos a ella le redituó mi inversión, como seguramente al pobre tipo que se anime a estar conmigo lo harán los años que el Rockstar invirtió en educarme como una fuerza de reacción anti-pancho: such is life. Terrible análisis del pasado: todo era tan fácil y sin embargo resultaba tan difícil. Tal vez el tiempo facilita la visión panorámica del laberinto en el que fuimos a meternos y hace ver la salida tan clara que dan penita los recursos perdidos: tanto tiempo, tanto amor, tantas vueltas. Desperdicio de sentimiento para adquirir ¿experiencia?, y miedos que tendrán que despejarse, que lo han ido haciendo y fuerza...
Porque me costó más de un año entender que haber cortado no fue una de las peores cosas que me habían pasado; y es que suena tan bonito cuando se lee en los libros de tapa roja de Sanborns, tanto que no parece verdad, pero es cierto, la felicidad está adentro, no en los demás ni en el entorno; yo de verdad me creía que con él era feliz, por eso no quería cortar y rogué, por eso me había creado la ilusión del para toda la vida, porque era más fácil relegarle la culpa de mis desdichas que aceptarme y entenderme, y no es que me considere una docta en analuciismo, qué va, simplemente he cumplido más años de lecciones y tropezones que supongo algo dejarán en el subconsciente.
El final es simple: la reconciliación que me debía era conmigo, no con el Rockstar, ni con el otro, ni con el mundo. Ahora ya lo sé. Cuestión de daños y de cierre de círculos imperfectos, de dejar de sabotear mis finales y de entender que he sido muy afortunada por las oportunidades, las personas y las experiencias. ¿Madurez? ¡Me niego! Pero sonrisa segura porque se dio cuenta de que a mí también me dolió; de que la misión en mi vida no era jorobarlo; que todos hacemos cosas “buenas” o “malas”, pero que lastimarnos no fue placentero, porque supongo que habrá notado que él también; que cuando el amor se pasa de vehemente, controlar las acciones es difícil y por eso la pérdida del respeto; que pueda “agradecer el que me hayas hecho una mejor persona y aunque tal vez nunca podamos ser amigos cercanos, créeme que te guardo mucho amor por este simple hecho”, y yo me siento feliz porque no cabe duda: sí tuvo sentido haber estado enamorada de alguien como él y la eliminación de archivos, de errores y fracasos se me presenta como una propuesta que no se va a aprobar, al menos no en esta legislatura...
Y ahora sí que tengo muchos chismes. Vi al Rockstar con su novia, ha sido la primera vez que he visto a alguien a quien he amado con su nueva pareja y estoy muy emocionada (¡qué horror! directito al diván, qué bárbara), pero prometo contarles luego que ya fue mucho rollito hoy, y también les contaré de la expedición por las SexShops del Centro, y de la fiesta africana y de que me gané un boleto en VIP para una obra que ya vi, pero igual me emociona haber ganado algo, vuelvo a creer en el mundo...