Ya empezaba a convertirse en un mito, siempre había querido ir y nunca se me había hecho. Pasaban de las 2 de la mañana cuando llegamos; las constantes del Ladie’s Night & Hectorín ya traíamos encima un precopeo de mi casa (papis incluidos) y unos traguitos más del Pata, así que se nos hizo prudente despedir a la embajadora (por enésima ocasión), al estilo Jalisco, de esas ideas brillantes que a uno con fiesta encima se le ocurren y además se le hacen las más lógicas. Prudentísimo a las dos de la mañana, es que como que la música no ayuda, ¿y si mejor vamos a Garibaldi? Desde el camino desbordábamos actitud y por más que buscamos las Tandas de la Zeta para irnos ambientando en la cantadera, las estaciones nomás no cooperaban, así que tuvimos que conformarnos con lo que había y a los pobres les tocó serenata indeseada con los gritos de competencia Kiddo-Yo. GLORIA, DON’T YOU THINK YOU’RE FALLING? IF EVERYBODY WANTS YOU, WHY ISN’T ANYBODY CALLIN’? YOU DON’T HAVE TO ANSWER, LEAVE’EM HANGING ON THE LINE. CALLIN’ GLORIAAAA!!! Auténtica contaminación auditiva saliendo del quemacocos, terrible.
La zona no es ni remotamente la más bonita, acepto que tuve miedo, y más cuando Toledo y yo salimos del Tenampa a comprar pilas para la cámara, de maricona hasta le pedí que me abrazara: juro que la Flags no se entera y si sí le digo que era cuestión de vida o muerte. Pero una vez de regreso la botella fluyó en hidalgazo de a tragos y cantamos como quien pierde una estrella, y lloramos cómo quisiera que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos, y gritamos de qué manera te olvido, y nos abrazamos deja que yo te busque y si te encuentro y si te encuentro vuelve otra vez, y nos dimos toques mi ciudad baila al son del tequila y su valentía, es jinete que arriesga la vida, y neteamos acá entre nos quiero que sepas la verdad, y pasamos por casi todas las etapas clichés del borracho. Incluso al día siguiente intervino en varios testimoniales de recuento de daños aquella frase de "fue el último tequila, te lo juro". Pero es que esa fiesta era la cosa más divertida y el mariachi loco quiere bailar cuando de pronto nos apagaron hasta la luz y fuimos literalmente echados del lugar.
La hora sigue siendo incierta, ninguno de los participantes recuerda lúcidamente qué sucedió; yo sólo sé que se me hacía una falta de educación dejar la botella a la mitad y todavía aguanté dos caballitos más antes de que la redujeran a un vaso de plástico desechable y nos la dieran de caminera. Groserísimo. Casi tanto como el ¿albur? que me echó Hectorín, o el chiste entre Kiddo y yo, que nadie más entendió y que me sigue pareciendo la cosa más graciosa de la noche: no manches Kiddy, ahora sí soy fan oficial de Garibaldi. ¿Neta? Pues ha de ser porque yo tengo una bolita que me sube y me baja... No, ahora que lo recuerdo no era tan gracioso, creo que en realidad lo exaltamos al calor de la fiesta, pero qué más. Lo que sí es que, aunque pienso como Vargas Llosa que "la patria es una casualidad sin importancia en la vida", acepto con un poco de vergüenza que mi nacionalismo se hace evidente con la comida, el tequila y el mariachi, ¡verdad de Dios! Ya era hora de que esa plaza y yo nos conociéramos y falta la revancha porque ya me gustó...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario