*Amiga: Sabes que me resulta más fácil escribir que decir, por eso esto va con dedicatoria especial para ti. Bien dicen los que dicen que saben, que el amor en todas sus facetas es muy egoísta, que incluso llegas a sentir que como tú te sientes nadie se ha sentido y que el consuelo que te dan los demás no te sirve, porque es cierto, no funciona si no sale de adentro. Por eso sólo piensa que si yo, siendo mucho más débil que tú, estoy saliendo sonriendo de esta, seguro tú también lo vas a lograr. Sólo evita el de reversa mami, segundas partes -a menos que seas verde, gorda y te llames Fiona- no son tan buena opción. Siempre ten presente como yo, la enseñanza que me diste con la Ilusión del hombre perfecto. Gracias por ser mi cómplice de sueños y recuerdos, un, dos, tres, ánimo...
viernes, enero 28, 2005
Borrón y cuenta nueva
Es políticamente incorrecto decirlo por mi trayectoria y reputación como miembro fundador activo del FUNAR y su consigna de ardidez. Creo que el dolor va siendo menor (ya era hora después de ¿ocho, nueve meses?). Saber que ya está con alguien no fue un golpe que me haya tumbado, de hecho, en cierta forma me regocijé (cómo me gusta esta palabra, es como bíblica). Sí, acepto que inmediatamente lo conté, pero después no fue priming dentro de mi agenda y eso le da esperanza a mi causa pues habla de una pronta recuperación fuera de esta historia que ya nos tenía mareaditos. Es difícil aceptar que ya casi no hay nada, por eso he intentado atormentarme pensándolo con ella e imaginando cómo es y cómo son juntos y por más que lo visualizo no me lastima (sí, qué enferma). Por única vez en cinco años no siento celos y eso sí que es noticia de primera plana en mi vida.
“Porque el olvido es una forma de pensarte” dice SantAna Bárbara, y yo ya no pienso olvidar. Al contrario, ya puedo recordar sin coraje ni nostalgia Marsella, Ámsterdam, París, las más de cinco horas que pasé en el aeropuerto de Bruselas para verlo el día del cumple que conocí a Eugenio. Puedo ver a Eugenio sin tener ganas de llorar e irónicamente sé que ya es el momento de guardarlo en una caja para que dentro de unos años lo vuelva a ver y sonría, como ahora veo a Capuleto -todo viejito a sus casi 7 añitos- como uno de los peluches de feria más feo y a la vez más lindo del mundo. Ya no trato de omitir los recuerdos de Acapulco, de Veracruz, de los tantos viajes a las tantas playas “vírgenes” que conocimos en el Pacífico, de las arruguitas de su cara cuando se reía (en especial cuando me daba por hacerla de poeta o de cantante), y de todas las tonterías que era capaz de hacer y de decir que me hacían reír mucho. Así como con Animale, reconozco desde lejos Minotauro y siempre va a existir una asociación, pero ya no es negativa.
Sonrío al acordarme de su mirada cuando cortábamos y me decía que quería estar conmigo sin hablar. Me da por sonreír también cuando recuerdo los planes que teníamos. ¿Éramos nosotros los que íbamos a estudiar en Reino Unido terminando la carrera? ¿Era yo la que pedía que fuera París, pero sólo para estar junto a él hasta me puse a buscar escuelas en Londres? ¿Fuimos nosotros los que planeamos la mega fiesta que íbamos a hacer cuando se hiciera oficial? Todavía hay quienes confiesan que lo que más les molesta es que el reven se canceló. No, ahora no sufro al recordar esos planes ni que íbamos a ser la envidia de los chavitos que vieran a dos viejillos súper enamorados de la mano. Ya no vamos a ser nosotros y no me lastima, en algún momento fuimos la envidia de muchos viejitos: “¡Les amoureux, les amoureux!”.
Tal vez también venían de la mano la tristeza, la decepción y el coraje, porque se me está olvidando el funcionamiento de la bilis que se activaba con nuestra lucha de egos, con sus ex, con sus amigos cuando me sentía en segundo plano, con la falta de detalles porque me considero una princesita y hoy sé que sí podía tenerlos, como los está teniendo con ella, pero el problema es que no fue capaz conmigo como yo no pude controlar mis “panchos” recurrentes con él; al fin perdí las ganas de esperar correos o llamadas suyas porque se me agotó el interés por conocerlo más; ya no me atormenta saber que desde hace mucho dejó de ser EL testigo de mi vida; incluso no recuerdo cuándo fue la última vez que soñé -dormida o despierta- con él.
Saber que ya está con alguien hasta me quitó un peso de encima, no sólo por el megabite al eliminar su carpeta de mi cuenta. No es como el peso de la vez pasada cuando anduvo con la que inocentemente se piensa creadora del club “Todas odiamos a fu&%$n’ Ana Lucía”; en esa ocasión literalmente sí perdí mis kilitos porque casi no comía y al enterarme estuve toda la tarde vomitando. Nadie me entiende y por mi historial es normal que resulte incoherente mi reacción, pero hoy siento un alivio. Era algo que tenía que suceder y, en el fondo, quería que pasara cuanto antes: yo solita no estaba logrando dejarlo ir. Hasta me siento bien, con ella confirmó el buen gusto que empezó a desarrollar conmigo (¡je!) y sin miedo a equivocarme puedo decir que es una niña linda (muy a la Timbiriche “ni yo misma me reconozco, me transformé”, sí, sigo haciendo campaña pa’ la santidad, igual en el 2085 me toca, si todos van adelantando más vale que yo también afiance mi hueso).
No sé si me encuentro en el antecedente para poder cerrar el libro, el círculo, la costumbre o la obsesión como dicen mis chicas. De lo que estoy convencida es de que estoy bien, y que desde hace tiempo no lo estaba pues me dolía. ¡A veces somos tan tontos! Antes, para no mostrarme débil ante los demás, juraba en público que ya estaba superado cuando realmente necesitaba un abrazo y gritar y llorar porque no lo podía creer; no lo entendía y me dolía mucho (y eso que el doc dice que tengo un umbral de dolor alto). Hoy me doy cuenta de que por fin desde adentro siento que no siento, que al menos ya no hay dolor, si acaso añoranza medio esquizofrénica por el amigo que en realidad nunca fue. “Hoy no es amor, no es ternura, no es odio ni amargura. Hoy no es pasión lo que siento, no es pena ni tormento...”.
Ya no hablo de él no sólo porque lo tengo prohibido (supongo que por la ache-u-e-uve-a que al hacerlo voy contagiando como epidemia y que al final era lo único que le transmitía), sino porque ya no me interesa hablar de él. Y no hay contradicción con la línea anterior y el por qué escribo esto, porque viéndolo suena más lógica mi falta de emociones y me hace sentir que sigo siendo la misma a pesar de no sentir ni celos, ni rencor, ni enojo, ni amor. Así lo veo más claro y compruebo que no es una impresión de hace poco, que tal vez esté empezando a ver el laberinto desde arriba y no desde adentro. Hasta me sorprende que leyendo lo anterior veo que ni siquiera lo hice en formato directo, lo escribí en tercera persona y eso me hace sonreír al confirmar la teoría de que él ya no es el priming que fue durante los últimos cinco años de mi vida, porque ya lo veo con el pasado de él y no con el presente de tú. Por primera vez desde entonces hay recuerdos sin nostalgia y me siento libre, todavía no sé si completamente feliz, pero sin duda totalmente libre.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario