Siempre he tenido fama fundamentada de ser una llorona, cosa bastante paradójica pues uno de mis más grandes temores infantiles era a la leyenda de, precisamente, "La llorona". No es que mi vida sea trágica ni nada por el estilo, me considero impresionantemente afortunada, pero mi deporte era el llanto y así liberaba mucha tensión. Los últimos meses fueron, por llamarlos de algún modo, poco relajantes y yo no era capaz de practicar mi hábito, me dio por pensar que me estaba secando.
Llevaba casi un año sin poder llorar como era mi costumbre, sólo lo hice en una ocasión en junio y no pude parar esa noche (incluso contagié a uno que otro despistado... gracias), después de eso me contuve hasta hace aproximadamente quince días. De repente todo el llanto acumulado (de normal lloraba mínimo una vez por semana) empezó a salir a borbotones. Lloré en el hospital; en el aeropuerto; en Sanborns; en el cine (varias veces); en la Condesa; cuando Ofe me dijo que Zeldi ya estaba “re-viejita”; en el semáforo; al acordarme; en las noches cuando hacía más frío; cuando la desesperación me ganó porque no podía moverme; cuando oí la canción; otra vez en el aeropuerto; después del café; cuando me contaron; cuando intenté hacer los ejercicios y no pude; con la mami; con los tsunamis y más con los testimoniales (¡estoy como Doña Emma, llorando con las noticias!); en el teléfono; ¡hasta lloré con un video de Chayanne!; pero también lloré de risa en la playa; viendo los Sánchez; cuando mi amiga me dijo que el tipo no le había hablado porque“su propósito de año nuevo es olvidarme”; con mis osos; en el estacionamiento cuando supe la calificación; con el nuevo chiste de mamá-mamá; con Magri cuando regresé porque mis papás estaban muy enojados, medio lloré y luego nos reímos y lloramos juntas mientras estrenamos el Bacardí Frambuesa, el de Vainilla y el de Coco que me trajo mi Santa de Canadá en vez de remesas (casi lloro cuando me los dio); y con los últimos libros que leí y releí. Todo en lo que va del año.
Al principio pensé que era un asunto hormonal, pero ya analizándolo mejor creo que se trata de mi propio rescate. Digamos que en estas dos semanas llevo bien la recuperación, mínimo me sale un llantito al día y estoy recuperando el casi año perdido. En una de las cenas navideñas le decía a mi amiga hermosa que me sentía muy frustrada, que me ayudara a llorar y por más que me abrazaba no podía, hace unos días sólo con decirme algo lindo fue suficiente para que después, al acordarme mientras me bañaba, llorara y llorara. Y sé que a la menor provocación lloraré por fin, aunque sea porque mataron al mosquito como cuando era chiquita... “But I won´t cry for yesterday, there's an ordinary world somehow I have to find. And as I try to make my way to the ordinary world I will learn to survive”
* Y como diría el yastuvobueno: “¡Voooooy!”.
1 comentario:
que chido q puedas llorar tanto de tristeza como de alegria, siempre es bueno sacar al maximo las emociones. cuando kieras llorar con alguien ya sabes q aki estoy yo, any time, aunke sea diciendote cosas como el proposito de año nuevo. TQMMMMMMM. un besote!
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