“La envidia es un sentimiento hermoso, siempre y cuando yo lo provoque”
El Palacio de Hierro
No hay de otra y debido a mi ascetismo productivo aprovecho invitaciones al por mayor. Además no sé para qué me hago si siempre había soñado con ir a verlo, nomás no se me hacía y me atormentaban mis propias amenazas: antes de morir he de ir a un concierto de Juanga. Sis pasó por mí y nos dirigimos al Auditorio en donde amiguita femsa nos esperaba desesperadamente. Inexplicablemente en esta ciudad, mientras nosotras medio nos perdíamos a cada letrero no visto, el tráfico nos hacía el paro y hasta los militares de la zona nos complacían después de que Sis me obligaba: sonríeles y pídeles que nos dejen pasar, pero bájate más el escote y Ana Lucía pensando bah, como si eso fuera a funcionar, pero igual ponía cara de ‘ay porfis’ y callaba mi boquita de confidencias “tal vez sea cierta tu teoría de que Plan Colombia es narco”.
Al final llegamos tan temprano que hasta pude disfrutar mi tequilita -no como en los dos últimos conciertos que ni atención le pude poner al pobre-. Llegó el niñito y nos encontramos los cuatro tan cerca de la gloria de Juan Gabriel que hasta hubiéramos podido tocarlo. Sus conciertos ya se me empezaban a constituir en mito por las maravillas escuchadas que no mienten. El señor es tan fantástico que es el único que puede mezclar -sin caer en lo exagerado- bailes agogós, seda púrpura y lentejuelas, orquesta, cantantes de ópera, egresados de la Academia, ballet folklórico, bailarines de tango, bailaores, fuegos artificiales, rock and roll, champaña, serpentinas, mariachi y que le quede tan increíblemente bien que a su más de medio siglo se da el lujo de aventarse tres horas sin interrupción. La Carabina de Ambrosio se queda estúpida: el de Juanga sí es EL verdadero show mágico-cómico-musical y cuáles empleos del gobierno, el divo solito emplea a más gente que los gobiernos federal y locales juntos. Había ratitos que yo no me hallaba porque traían más fiesta los del escenario que los 10,000 espectadores y hasta se antojaba estar arriba (sin albur).
Soy insensible a heridas de amor, jamás exclamo un 'ay' de dolor. Empezamos aplaudiendo mientras las chicas del coro bailaban con sus pelucas de colores y nosotras tres nos sentíamos tan patéticamente identificadas con ellas por el regreso a nuestra mocedad, que mejor nos reíamos de las ocurrencias del señor. Qué daño puedo hacerte con quererte, si no me quieres tú yo lo comprendo. La estrella decidió que era buena idea bajar a convivir con el público y la embestida de las groupies sesenteras le cayó como lluvia veraniega de trópico: el pobre no supo en qué momento se le dejó ir tanta ñora con espíritu quinceañero. Y lloré y lloré y lloré, noche tras noche, caray, noche tras noche, caray. Bajo el grito de voceador de amiguita femsa “suéltenlo, es para todas, es para todas”, lográndonos el cariño de las filas contiguas que voltearon con risas a aplaudir y a apoyar el comentario de mi chiquita preciosa que cómo nos hace reír con sus ocurrencias y chiflidos (no hay carretonero que le gané a su pulmoncito). Si tú quieres seremos amigos, yo te ayudo a olvidar el pasado. No te aferres, ya no te aferres a un imposible, ya no te hagas ni me hagas más daño. Se instaló en el centro de la fila 10 –nosotros estábamos en el ibid de la 21 así que podíamos olerlo- y hasta en eso tiene el espectáculo muy bien armadito, no hay ni cómo negarle sus 34 años de tablas porque no hubo una sola falla de sonido, exceptuando mis gritos, claro. Háblame de ti, cuéntame de tu vida, sabes tú muy bien que yo estoy convencido: sé que tú no puedes ni aunque intentes olvidarme, siempre volverás una y otra vez.
Abrázame que el tiempo pasa y él nunca perdona, ha hecho estragos en mi gente como en mi persona. Y con lo tanto cuánto que me llega esa canción yo ya estaba en la orillita del mar que me disponía a inaugurar. Abrázame muy fuerte amor, mantenme así a tu lado, yo quiero agradecerte amor todo lo que me has dado. Pero me salvó la distracción ilustrada de las imágenes de abrazos juangas (Juanga y el Buki, Juanga-Cristian, Juanga-la Vero, Juanga-la Doña, Juanga-Ana Bárbara, Juanga-Julio Iglesias, Juanga-Carlos Vives, ... colombiano). Quiero corresponderte de una forma u otra a diario; amor yo nunca del dolor he sido partidario, pero a mí me tocó sufrir cuando confié y creí en alguien que juró que daba su vida por mí. Es que por qué todo me lo recuerda, y Sis, pues el destino, acéptalo, son demasiadas señales y la cara del niñito dense-un-tiro-están-en-el-hoyo.
Muy feliz fui contigo, me conformé con nada. Uno no es capaz de entender en qué momento se almacenó esa información y el dominio de canciones que surgen como burla del subconsciente.
Este caso en realidad es de vida o muerte, necesito un buen amor urgentemente. ¡Ay, quítenme esta soledad! Convencida de que no existe mexicano que no sepa aunque sea una estrofa del divo de Juárez.
Cómo quisiera, que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos. Amor eterno e inolvidable, tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos. Y al ritmo de San Garibaldi, el manejo de emociones él-público no podía ser más dramático, sufrimiento, gozadera y masa enardecida dependiendo de la estrofa y la entonación.
Yo no nací para amar, nadie nació para mí. Mis sueños nunca se volvieron realidad. Si hubiera estado más cerca, con todo el mal gusto que en ocasiones me caracteriza, tal vez le hubiera aventado el bra, casi como el día de los
X-Fighters que mientras mi elección de piloto se caía con todo y moto y yo daba patadas de ahogado “sí se puede, sí se puede”, el colombiano de al lado me molestaba “sí se muere, sí se muere” y su amigo me retaba a darle ánimos al neozelandés con mi ropa interior: a ver, dime cuánto te costó y yo te doy el doble si se lo avientas... Y la oferta creció con la vaquita que ascendió a más de tres mil pesos por tan sólo aventar el sostén al ruedo, pero mi ego no es tan grande como para permitirme andar lanzando mis atavíos por la vida y mi nivel de
extrovertismo no ha llegado a tal extremo.
Hasta que te conocí vi la vida con dolor, no te miento fui feliz, aunque con muy poco amor. Y muy tarde comprendí que no te debí amar porque ahora pienso en ti, más que ayer, mucho más. Mientras la Sis daba serenata por teléfono “¡Hola granny! Está cantando la que te gusta, escucha” y hasta a la pobre abuela le tocó concierto para dar paso a nuestro intento de lanzamiento al estrellato. Hoy seguro nos descubre un productor, es que somos unos talentos desperdiciados y Sis y yo nos emocionamos cuando la cámara empezó a filmar a nuestros vecinitos de atrás y la gloria se nos fue de las manos porque justo iba saliendo el cabellito rubio de la de al lado cuando se cambió de imagen y nuestro momento
Mike Wazowski se evaporaba.
Y aunque ya no sientas más amor por mí, sólo rencor; yo tampoco tengo nada que sentir y eso es peor. Juanga nos mataba de risa con su espermatización del micrófono y su ironía “qué bueno, qué bueno, qué bueno, lero, lero”.
Querida, por lo que quieras tú más ven, más compasión de mí tú ten. Mira mi soledad, mira mi soledad, que no me sienta nada bien. Terminó el concierto y mientras acordábamos el
plan post-medianoche, Sis y yo discutíamos: baila mejor que tú. ¿Ah, sí? Pues es más divo que tú. Cosa que nos llevó a la conclusión de que es cierto, el señor no sólo baila mejor, sino que tiene más energía y es más divo que todo el FUNAR junto y en sus años de máximo esplendor.
El clímax llegó tres días después. Amiguita femsa pasó el domingo para el backstage que ansiábamos con sonrisitas colgate. Pasamos súper VIP’s y fuimos las primeras en tomarse la foto con el señorón. “A ver mi amor” y yo que tenía el discurso programado (súper perdedora, ni cómo negarlo) “me encantó su concierto, soy su fan de toda la vida (¡ejem!), siempre lloro con 'Lágrimas y lluvia', lo admiro muchísimo de verdad”, al ser miamoreada (del verbo mi-amor-ear) por el divo, quedé inmovilizada hasta del cerebro y con cara de estúpida (la foto no miente), amiguita también tuvo efectos secundarios, quedó deslumbrada por la estrella con el miamoreo y salió hasta con ojitos cerrados y sólo atinamos a decir gracias cuando Juan Gabriel dispuso: “Salen dos”. Y saltábamos de emoción al haber sido tratadas como tacos al pastor (“nooooooo, de carnitas”, se reconfortaba amiguita), y cuando digo saltábamos es porque así íbamos por Reforma rumbo al coche, con actitud à la Caperucita gritando: “Juanga nos abrazó-o, Juanga nos abrazó-o, no me baño en un año, no me baño en un año”. Así que si quieren ya saben, pueden estrechar la mano de quien estrechó la mano de San-Juan Gabriel, ¡qué emoción! Con la ironía de tía: “lo que va de ayer a hoy, antes Alejandro Sanz, ¿ahora Juan Gabriel? Ay mijita...”
Yo lo único que puedo agregar es que Alberto Aguilera (JG) es una tradición en la cultura popular mexicana, le pese a quien le pese, por mucho que haya todavía homofóbicos de clóset que mueran de envidia al ver cómo un súper gay es capaz de atraer más mujeres que ellos con todo y su “virilidad” galopante y dentro de las tradiciones insisto en mi reclamo, no lo dejemos morir, pueden morir las colaciones de Navidad (en especial su asquerosa cascarita interna de naranja), pero jamás, jamás dejemos morir a Juanga chicos,
se los pido por favor. Es más, si el
Buki me gusta pa’ presidente, éste me gusta pa’ canciller, aceptemos que al menos se le da mejor la diplomacia que al otro que nomás va por la vida haciendo osos porque qué oso, al menos ya le cayeron el veinte de no hacer tanta estupidez; en fin, como diría Juan Gabriel -el gran filósofo mexicano- “pero qué necesidad, para qué tanto problema”, nuestro SRE debería escuchar más al divo de Juárez (si no sabían, creo que ya saben lo que opino del encargado de la "diplomacia mexicana")...