Quiero saber qué me pasa, te pregunto qué me pasa y no sabés qué contestarme porque claro de seguro te mareé; con mis idas y vueltas, te cansé con mi cámara lenta y aunque trato nunca puedo apurar mi decisión. La noche comenzaba bien y temprano, antes de las 7 nosotras ya estábamos instaladas en una mesa de uno de los tantos salones del lugar, empezando a digerir las deliciosas empanadas de carne, humita y queso que nos zampamos cual niñas de hospicio. En el preciso momento en que todo va cambiando para mí, en ese instante te aseguro que alguna señal te di, pero no me escuchaste, tal vez sin intención de tu parte, puede ser un poco débil el sonido de mi voz. Pero las empanadas tenían que ir acompañadas de algo líquido y la encargada de ir por la “consumición” fui yo; pobre inocente que no se dio cuenta de la trampa que le tendían sus “amigas” quienes a fuerzas querían enjaretarme un amor porteño. ¡Oh! Una mañana te veré shegar y descubriré que sho solo sha no estoy mejor y te pediré que me acompañes, a dónde en verdad no sé, dime que sí miénteme. Desde luego que no hay nadie mejor que un nativo para conocer las técnicas de ligue locales porque fue cuestión de acercarme a la barra y ya tenía a Toni a mi lado “¿qué tomás?”. Podría ser que al final rompiste el cristal en mí, podría pasar que me hagas hablar sho creo que tienes el don de curar este mal. Entre que no, no tomes cerveza, mejor tomá de esto y no, gracias, no me gusta la champaña (¡!, ¿moët como bebida furor de la noche? sigo sin aprobarlo), y de dónde sos, pues de México y que patatín patatán. Pero vasha si esta nena es voluble, ni sho lo hubiera creído porque mejor ahorita nos vemos: mis amigas deben estar desesperadas, las cervezas, bye. Siento que debo encontrarte y sin embargo paso el tiempo shéndome, hacia mí mismo, a mi centro que jamás encontraré. Al parecer el acento mexicano causa una suerte de fascinación que atrae a las masas australes -y ya no haré más comparaciones de acentos-, pero como le contesté a la Be cuando me preguntó si me había enamorado por allá: la verdad es que todavía no, aunque seguro cuando me vasha a vivir para ashá lo haré. ¡Es un solo! es la guitarra de Lolo...
Sweet dreams are made of this. Who am I to disagree? La noche continuaba y a las 10, justo al terminar un partido de Boca, abrieron pista en el salón más grande, en el que ya estábamos instaladas después de haber recorrido las terrazas y otros salones con la sublime vista del Puerto Madero iluminado, de la rambla y de las Catalinas, de los edificios comerciales de la City en sintonía con mi ánimo de fascinación, de querer detener el tiempo y esa imagen en una memoria desleal a la que le da por olvidarse de que esos archivos existen y luego namás se anda acordando de pura bobada. I travel the world and the seven seas, everybody's looking for something. Como si hubieran pensado en la alianza mexicoargentina de la noche, las canciones ochentosas se detuvieron, las luces generales se apagaron y la gente se emocionó cuando comenzó el bailongo con una canción muy ad hoc y tengo una mala noticia no fue de casualidad sho quería que nos pasara y tú, y tú lo dejaste pasar. La morochita chilanga lista para otra Iguana más, una tristeza la falta de Quilmes, por eso tuvimos que ahogar la pena con su competencia alcohólica. No quiero que me perdones y no me pidas perdón, no me niegues que me buscaste; nada, nada de esto, nada de esto fue un error. Estábamos en pleno brindis cuando se acercó Pablo a decir con un impecable y patente acento porteño “sos re-linda” y ay qué lindo, ¿nos tomas una foto? Los errores no se eligen para bien o para mal, no fallé cuando viniste y tú, y tú no quisiste fallar. No, ya en serio, de dónde sos. Si sha te dije que soy de aquí (Ana Lucía haciendo espléndida gala de su nivel etílico, ¡ah, pero no era la única!). ¿Por qué me miente tu amiga? ¿Vos también “sos de aquí como esha”? Y doña Teresa presumiendo sus seis meses de convivencia mexicana extrema respondió con un magistral y mexicanísimo “pues sí”. Aprendí la diferencia entre el juego y el azar... Y Pablo huyó de nuestra mala copa antes de que fuera demasiado tarde, como demasiado tarde se nos hizo la despedida del Opera Bay. Es que uno está por allá y no se da cuenta de nada, ni del tiempo ni de cómo habla, porque eso sí, saqué mi chilanguismo extremo con tanto ayayayaycantaynollores: “ay, le puedo pedir un refresco de limón, por favor”, “ay, le encargo la cuenta”, ¡ay, qué horror! y mi pena propia llegó al colmo de hacerme sentir mal cuando caí en cuenta de la descortesía al recibir un “no, por favor” cada que yo daba un gracias. Hasta me daban ganas de repicar, “ay, en serio sí le doy las gracias, por qué me dice que no si sí le digo gracias en buena onda”. Gracias. No, por favor. ¡Háganme el favor! Contrario a todos los pronósticos, al día siguiente del Opera Bay no ama
necí ni remotamente “fisurada” (cruda) y ahora sí, con el papi al lado pude hacerla de turista oficial. Santa María de los Buenos
Aires ahí te voy y camínele porque tengo un padre a quien es difícil seguirle el paso, hoy se lo agradezco pues tenía poco tiempo para conocer la ciudad como para andarlo perdiendo en yamecansés y tejuroqueyanopuedo. Me extasié con la Avenida de Mayo y el co
rtadito del café Tortoni; me moví al vaivén de Lavalle y Florida y me contagié de su espíritu capitalista con las camperitas de cuero;
atendí los tangos de La Boca y vi bailar a un “guapo” que me vendió una selección de Gardel que atesoro como pocas cosas (sí, no sólo mis articulaciones afirman que soy una anciana, hasta mis gustos me delatan); me costó trabajo creer la cantidad de perros que pasea cada guardián y me sorprendió saber que hay corrales en circuito cerrado para que jueguen sin que se escapen; sonreí de humor negro al ver que frente a la réplica del Big Ben -regalo del gobierno británico-, establecieron el monumento a los caídos en Las Malvinas; me di cuenta de que al manejar es necesario centrar la línea divisoria de carriles para que pase abajo del coche; aprendí a cruzar las calles cuando el muñeco marcaba rojo y me disimulé entre la gente que seguía absorta en sus pensamientos sin admirar la fastuosa celeridad de su ciudad; sí, me enamoré del eclecticismo de la Reina de la Plata, de sus colores y de la vitalidad desbordante que la convierte en una de las 10 mega ciudades del mundo y en una fantasía de mi post-adolescencia.
Visité la ciudad de Tigre yéndome por el tren de la Costa hasta el Delta del río y allí tomé un catamarán mississípico en pleno cono sur. Conocí taxis, remises, subte, ómnibus, trenes y barcos. Comí delicioso, hasta podría afirmar que la carne de ave es más suavecita y no es por presumir en argentino, pero si alguien sabe de pollo, po-shó (con todo y la tristeza hipócrita de saber que mientras más suavecita la carne o la piel, más chiquito el animal, sin contrasentidos porque luego andan diciendo que vengo con envoltura de tetra pack). Descubrí el enigma en la canción de grandeDiego-tequieroDiego-lamanodeDios, cuando dice de cebollita soñaba jugar un mundial y consagrarse en primera, tal vez jugando pudiera blablablá, pues bien, Cebollitas es el equipo juvenil de Argentinos Juniors, primer equipo al que perteneció Maradonna. Sí, sí, yo muy cultural y el estrello. Después del Opera Bay sólo pude conocer un boliche más y quedé sorprendida cuando a la una de la mañana, después de una cena algo estropeada, retiraron las mesas del Asia de Cuba porque había que pulir el piso y me engañaron, esto no era un restaurante, era un antro legalito, con todo y luces, buenísimo, bárbaro, pero yo ya no soy la misma, no pude ni remotamente establecer la representación del FUNAR en Sudamérica como me había aconsejado el Cobito de Nieve, pido disculpas a quien tenga que pedirlas, por exigente terminé de ridícula porque una cosa es cierta, no es por clichesista, pero esa influencia italiana obnubila los sentidos, lástima que sólo ligaba con los peticitos estilo Danny DeVito en la adolescencia. Eso sí, uno regresa de Argentina con unas ganas locas de entrar a clases de tango a la de tres y de escuchar el bandoneón todo el santo día así que namás me den de alta de las terapias y verán cómo me vuelvo practicante de tango; del baile, porque para ser más panchera ya está difícil... pero no me reten.
3 comentarios:
Gracias por hacerme recordar lo que sólo los ojos que ven por primera vez Buenos Aires saben.
¿No probaste comida criolla ni escuchaste folcloristas?, es "la otra cara" de Capital Federal. En Almagro hay buenas tabernas para escuchar folcloristas
Camara digital... 300 USD.
Viaje a Argentina... cortesía de tu papá.
Página en blogspot.com... gratis.
Que tus fotos sean más coquetas que las mias... no tiene precio!!!
Hola Analu,
yo sabo buenas aires. Estuvo aqui en enero 2005. Es mas bonita ciudad!! Sabes Patagonia o Terra del Fuego?
Muchos saludos en alemania,
Friedrich.
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