En la “cena” navideña del FUNAR, el club de ardidas decidió seguir un Cosmo-consejo. Cada quien tenía que pensar en sus propósitos e imaginar a las demás en un año. No tengo autorización para dar los resultados de mis funarcitas, pero a mí me fue muy bien, cosa que me deja pensando que mis amigas me adoran y sueñan con un futuro hermoso para mí.
viernes, diciembre 31, 2004
El 2005 según el FUNAR
En la “cena” navideña del FUNAR, el club de ardidas decidió seguir un Cosmo-consejo. Cada quien tenía que pensar en sus propósitos e imaginar a las demás en un año. No tengo autorización para dar los resultados de mis funarcitas, pero a mí me fue muy bien, cosa que me deja pensando que mis amigas me adoran y sueñan con un futuro hermoso para mí.
miércoles, diciembre 22, 2004
¿Por qué Ana Lucía cruzó el camino?
Querido Santa:Este año me porté muy, muy bien (en serio, tú así como Pedro Infante: “Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y diles que yo no fui”) Me gustaría que de regalo me trajeras una ciudad con más esperanza y menos tráfico, o un mejor sistema de transporte, o que ya se inaugure el segundo piso del Peri, o mejor un coche que vuele =) ; otras articulaciones o un producto más potente que el X-Ray; menos adornos para mi casa (¡urge!) o una casa más grande para que no se vea tan barroco el asunto; un recetario de cocina (¡ah, verdad!, eso fue broma, eso no porfis, de verdad, ¡¡¡FUE BROMA!!!); y a la gallina del pueblo innombrable hecha caldito (ay ándale Santa, no seas gachito). Saludos a Rodolfo y abríguense bien porque últimamente a todos nos está dando gripa, no vaya a ser que por traerme a Brad Pitt te me pongas mal...Lulú Marina
Pd
Gracias a ya saben quienes por ya saben qué. En particular a la llamada de “estas Navidades” y a los que nunca se pandean para el reven... Santa Roooooock's comin’ to town
domingo, diciembre 19, 2004
A un paso de quemar las naves
sábado, diciembre 18, 2004
El Clan
miércoles, diciembre 15, 2004
Gallinas y epazotes
lunes, diciembre 13, 2004
Maratón Lupe-Reyes
sábado, diciembre 11, 2004
El rival más débil
jueves, diciembre 09, 2004
Girls & the City - Desesperadamente buscando a Susana
Desesperadamente buscando a Susana
Como pretexto de secundaria, cada vez que conocía a alguien que pudiera comprometer la integridad de mi nombre, usaba el de Susana. Acababa de regresar del verano-de-mi-vida. Había pasado un mes en La Habana y otro en Montreal “estudiando”. Después de tener una relación de un año seis meses, a los días de haber regresado del verano-de-mi-vida, hubo diferencias irreconciliables entre nosotros y terminamos. No sé qué sentimiento era peor, el dolor por la pérdida de alguien a quien había amado tanto o la frustración por haberme portado tan bien teniendo tantas tentaciones alrededor para llegar y perder a la inspiración de mi fidelidad. Dentro de mí surgió una mini réplica del odio de Paquita la del Barrio hacia el género masculino y algunas de mis mejores amigas estaban pasando por una etapa similar. No creo que hayamos podido tener un mayor consuelo que el descubrimiento de la fiesta. Muchas de las personas que conozco vivieron esta etapa en la adolescencia, pero nosotras la vivimos a inicios de los 20, y aunque en ocasiones nos llegamos a ver bastante ridículas, no tengo recuerdos de esa etapa que no sean divertidos, incluso puedo decir que disfruté al máximo hasta las depresiones.Éramos una mezcla región 4½ de femmes fatales, ron, escotes, hombres, risas, antros, bailes exóticos, rosas, besos, llamadas perdidas, llantos, canciones recompuestas y muchos osos. Fue en ese ambiente en el que vivió Susana. No recuerdo si yo me lo puse o así decidió alguna amiga que me llamaría, pero el nombre llegó para quedarse pues me recordaba un poco a la Susanita de Mafalda y eso me hacía pensar que después de detestarla tanto durante mi infancia, no habría manera de llegar a quererla en mi juventud y sería sólo una etapa pasajera.
El desprecio temporal que sentíamos hacia el género del cromosoma Y, nos llevó a no mencionar los nombres de los “ligues”. Así, si salíamos con un chavo que tenía el mismo nombre de otro que conocías, sólo le asignabas un número: “¿ya te habló tres?” o “voy a salir con uno”, después sólo decíamos bis, bis-bis, bis-bis-bis y así porque para colmo, a los padres sin imaginación de nuestra generación les dio por escoger el mismo nombre para sus hijos. Otra forma de identificación era por alguna característica graciosa del individuo en cuestión; por el parecido a otra persona, por lo general de algún programa de televisión cómico; o por alguna situación especial con él que, por supuesto, tuviera tendencia de burla... Y vaya que había varios que hasta se ponían de pechito para ser víctimas de nuestra comedia personal: el muégano, godínez, el frutigum, el espléndido, felipirrín o eljelí, el re´che, chochis, el compartido, amauri, el bisbal, el sombrero, el sombrerero, el pizza-hut, el perris, el vaquerito, en fin.
En aquellos días estábamos fuera de la ciudad. Andrea, Gaby, Paulina y Susana solteras, la leyenda urbana. Las primeras tres ya se habían hartado de tanta fiesta y querían irse a dormir, pero Susana estaba fascinada platicando con el Regio (en relación a la anécdota de la servilleta). Con unas dos o tres copitas de más y con la distracción presente, Susana no significaba mucho para mí y ya no respondía a dicho llamado. Gaby, rescatándome de un posible linchamiento de las demás, al ver que no me movía decidió gritarme, llamándome por mi verdadero alias: “¡Analú, ya vámonos!” Lo correcto hubiera sido reaccionar sin hacer notar que mi nombre verdadero no era Susana, pero el de la servilleta, evidentemente sin tanta fiesta encima, se dio cuenta y me obligó a quedarme ahí hasta explicarle por qué le había mentido y cuál era mi verdadero nombre, si no le daba una respuesta que mínimo lo pusiera de buen humor, no me dejaría ir. Para mi a-li-vio, Gaby se dio cuenta de todo y trató de me-jo-rar-lo: “Es que se llama Susana Lucía, pero nosotras le quitamos el Suscia y nos quedamos con el Analú ¿tú con cuál te quedas?” El de la servilleta no sólo se rió, sino que hasta la fecha continúa riéndose de eso cuando lo recuerda y se ha convertido en un buen amigo de Ana Lucía. Yo lo llamo por su nombre, para mis amigas siempre será el de la servilleta y él ha preferido seguirme llamando Susi (sin la a del final, por favor).
Hace más de un año que Susana se convirtió en parte de mi pasado pues ya sólo mis amigas me llaman así. En ocasiones siento un poco de nostalgia por aquel tiempo y estoy segura de que las demás también la sienten, pero la vida es un teatro en el que, aunque sigamos haciendo tonterías, los escenarios, los personajes y los libretos van cambiando. Nosotras también hemos ido cambiando y no me queda claro si hayamos madurado, lo cierto es que las situaciones nos han hecho personas diferentes y lo importante es poder decir que, usen el nombre que usen, pasan los años y las historias, pero mis chicas siguen aquí. Eso sí, ahora con más capuccino que ron, el FUNAR en total decadencia...
lunes, diciembre 06, 2004
Depilación
Me encontraba viendo la tele durante el tercer minuto, cuando al torbellino Zelda le pareció un buen momento para irrumpir la privacidad de mi cuarto y sentarse al lado mío. Al principio mi reacción fue enojarme porque el bicho había interrumpido mi sesión, llevándose la mitad de la crema de una pierna.
¡Se había llevado la mitad de la crema de una pierna! Evidentemente el animalito -por razones fisiológicas más que de cualquier otra índole- tiene mucho más recubrimiento que yo. Cuando caí en la cuenta, mi enojo pasó a preocupación porque en lo que me había levantado para reaplicar el producto y desenfadarme, ya había pasado un rato y no me había dado cuenta de que la zonza estaba llena de crema y sólo me veía muy divertida, moviendo la colita.
Inmediatamente traté de limpiarla con un papel, pero ya era demasiado tarde. Zeldi había sido víctima del efecto lampiño y sufría sin dolor su primera depilación... Y nada más porque la perra no es muy brillante, que si no estaría agradeciendo que tengo muchas cosas que hacer y esta vez no escogí la opción cera que duele duele.