viernes, junio 30, 2006

Un cachito de cielo por si me acuerdo...

No sé por dónde empezar, nunca había estado tanto tiempo sin escribir y ahora se me abalanzan mis tropezones de a manada. Podría contar uno de los mejores viajes de mi vida con esos 22 días que se me hicieron nada: Madrid, siempre Madrid; Santander y “Santa Lucía”; Santillana del Mar que ni es santa ni es llana ni tiene mar; San Sebastián impresionante... ¡cuántos santos!; Biarritz azul, azul y Madrid, siempre, siempre. Podría relatar el peor vuelo de mis millas aéreas con la excursión de los colegios de monjas legionarios y las 200 adolescentes en brama leyendo la (si por algo pasan las cosas, ya lo sé), pegándome un chicle en el suéter, pidiéndome cuatro veces que me cambiara de lugar, gritando por su existencia con las mini-turbulencias y a sus quince años exigiendo café como desquiciadas, y bendita legislación internacional que les prohíbe el alcohol, mi salud mental lo agradeció, así como también agradeció ver la cara del pobre Monsi que las padeció más que yo al tiempo que Lulú Marina se partía de risa (sí, entre el zoológico aéreo nos encontrábamos el intelectual de izquierda, las güerillas de la derecha y yo en el centro hasta que azafata linda me cambió a la ventana: total guerra de circos)
Podría contar cómo casi lloro con la bienvenida que tuve, desde el aeropuerto con mi hermano Charlo y Mechis, luego en el piso con los roomies tan lindos y me faltaron los días y las palabras para estar con mis amigos (y Yeri me insiste cada que leo la dedicatoria porque “todo lo que nos une, hace pequeño el océano que nos separa”). Una palabra de dos sílabas es nada ante el sentimiento, pero el castellano a veces es así de escueto: gracias.
Podría explicar cómo se me incrementó el ego porque ni yo lo creía y si me hubiera quedado más tiempo tal vez ya nunca hubiera regresado (“el día que tengas ojos rojos y me estornude la nariz, vamos a hacer lo que podamos por cenar perdiz: quédate en Madrid”, pero yo me quedo con la expresión del Charlo al decir que estaba orgulloso de ser mi hermano porque yo era como el eslogan de la cerveza San Miguel). Podría contar lo absurdamente increíble que fue encontrar a tanta gente que no esperaba ver allá. Podría relatar cómo asistí a un funeral y terminamos saliendo en la tele con cara de congojo mientras Yera nos regañaba “Jo, Luci, si es que eso de ir a las exequias de la Jurado no fue hortero, tía, fue casposo”: casposísimo y nosotros sin sabernos ni una canción, sólo rezábamos porque la de la cámara no nos preguntara nada, si tan sólo hubiera sido la Dúrcal, decíamos malhoras.
Podría contar todas las fiestas, pero la verdad no me acuerdo ni de la mitad, sólo recuerdo todo feliz en 22 días de viernes y sábados. Podría explicar qué se siente cumplir los 26 entre el Living de Avenida Brasil; la exposición de Picasso en el Prado; la comida deliciosa con dos pasteles de chocolate -y el buen rollo de mis madrileños favoritos que, como siempre, se sacaron un diez en el trato espectacular que de verdad no merezco-; y como si mereciera aún más regalos, la llamada en directo del estadio de Alemania desde el medio tiempo del partido ganador de México con tres goles de regalo y la euforia verde que confundió al Ángel de la Independencia con el Oso y el Madroño mientras yo le agradecía al relojdeantañocomodeañoenaño haber podido estar con varias de mis personas favoritas en el mundo; y el atardecer a las 10 de la noche del Retiro con la cena de tapas en la Plaza Mayor (así hasta cumplo sesenta años). Podría empezar por agradecerle a mi cuerpo haber soportado tantas trasnochadas porque el día que dormí más temprano ya pasaban de las 7 de la mañana y nada de descanso dominical, si al contrario.
Podría regresar a la realidad y hablar de mis primeros días en el nuevo trabajo y del escorpión (no, si ya con eso los alacranes son cosas de niños, esto era un escorpión en pleno San Ángel, la civilización se nos fue a la selva, desde luego...); podría hasta contar algo de mi sonrisa de estúpida o de la boda del sábado (la séptima en lo que va del año, faltan 5 y las que se acumulen: suicidio colectivo). Podría enojarme con la democracia, los candidatos de pena ajenja y los hinchas que se clavan con este rollo que ya me tiene hasta el queque, el fútbol y sus árbitros que son capaces de cambiarle la vida a una persona, a un equipo o a una sociedad; podría asegurar que sigo sin saber por quién coños votar y que en el fondo tengo un poco de miedo por lo que me espera el domingo ya que aún no sé bien a qué casilla(s) me envían para observar la elección. Podría contar también cómo mi espíritu naco se cohibió cuando teniendo mi cámara en el bolso y a Cruz Lizárraga al lado, no fui capaz de pedirle una foto. Pero no, no voy a contar nada de eso porque prefiero seguir pensando que este mes ha sido demasiado bueno para ser verdad, como un sueño del que todavía no quiero despertar...

jueves, junio 29, 2006

Di no a la piratería

Había pensado seriamente en abandonar el blog, pero los que no me abandonan son los miedos y me agallinó la demanda que por abandono de hogar me pudiera interponer el fucsia, así que nada, seguiré fregando con mis histerias. Y ahí les va la última.
No sé cómo me volví blanco del spam; algún programa estúpido o algún estúpido a secas me está pirateando y anda dejando mi nombre y el link a lulumarinablogspot haciéndome quedar como más bipolar de lo que ya soy. En unos digo que hiphip amlo, en otros que felipillo es la hostia y que hay que votar por él y ni yo me entiendo; la Ana Lucía original al principio se asustó y pensó que su inconsciente la había traicionado, pero no, sigo siendo de los "indecisos". Resultó que... ¡¡¡me están pirateando!!! Al parecer se creó una cuenta en blogs.com o en otra de estas cosas con mi nombre y el link a mi página y órale, pero ustedes tranquilos, que no les digan, que no les cuenten, la única, la verdadera y la original es la que trae foto (y ya les di una idea más pa' mejorar su sistema robaidentidad), pero es que no sé qué hacer, estoy desesperada... Lo que más coraje me da es que a mí sí me da por comprar marcas originales, ya ni modo, estoy siendo víctima del desbalance de karma de los tantos millones de personas que sí consumen productos piratas. Buuuuuuu...