lunes, octubre 31, 2005

Turiblog

Yo solita, no necesito de nadie más para hundirme. Hace poco me quejaba públicamente "a amiguitos sólo les gusta el bacacho, la chela y el guateque" y mírenme en este lío. Lo peor es que no se trata de una agenda apretada, como se ha llegado a rumorar, sino que justamente el día que se planea lo de la turisteada era el desayuno Prepa Power (¿saben cada cuánto nos vemos?), claro, Sis, Lic y yo poníamos cara de ojera al sabernos compartiendo el look ñora y desayunemos porque luego los chamacos hacen el imposible quinto malo, y es que cuando una de tus mejores amigas ya tiene dos retoñitos muy demandantes y la otra ya anda pensando en lazos y arrendamientos, pues las demás hacemos el oso al seguir hablando del antro así que sólo nos imaginamos con cara de cruda y no nos quejamos ante la cita: nos vemos para desayunar, pensando "qué bueno que van a hacer chilaquiles".
Pero ahora no sé qué hacer, la presión comenzó en la blogósfera con esta convocatoria, después se le fueron sumando más y más, el messenger me hacía dudar en mexicano y colombiano de mi futuro y ahora hasta chantajes del master "si tú cancelas tus compromisos del sábado y vas al turibús, yo hago lo propio". ¡Auch! La turibuseada se empalma terriblemente con mi deber prepapoweresco y yo no quiero que mi corazón esté dolido y termine partido en dos, ya no más dos mujeres un camino. ¡Sufro! Ahora sí que no sé qué hacer. ¡Ayúdame Lulú Marina, por favor! Ahora sí es de veritas...
... Y justo cuando todo parecía asfixiante, fui sincera con amiguita femsa que en un instante despejó mi cielo de dudas "ay no te preocupes, ahora hablo con las demás y cambiamos el desayuno, ¿cuándo puedes?". Si es que amiguitas son una bendición, desde luego, y ahora sí toca pedirles perdón por haberles endilgado mi disertación. Estoy de diván, se los juro, lo bueno es que ya quedó:
¡¡Nos vemos el sábado 5 de noviembre a las 10, turibloggers!!

sábado, octubre 29, 2005

La frase de la semana - Albañiles

A mi colonia, como a tantas de las ahora llamadas “céntricas”, la epidemia de nuevos edificios la está asfixiando. Hay obras por todos lados y polvo y ruido y tráfico y menos agua y, por supuesto, muchos albañiles. Esto ocasiona que una ya no pueda transitar caminando normalmente sin que el acoso de tsssss, sabrrrosa, mamcita y demases lluevan desde los andamios; por eso cuando el tipo se hizo oír sobre sus compañeros diciendo:

“Uuuuy, regalito. Dime tu nombre pa’ pedirte con Santa Clóooooos”

yo no pude mas que reírme sinceramente, mirarlo y sólo girar la cabeza en afán negativo, pero siempre con la sonrisa en la cara. A punto estuve de gritarle “mejor dime dónde vives y si no tienes chimenea me dejas la puerta abierta”, y es que en estos tiempos de eufemismos banales, uno agradece la creatividad y más si es de pala y cemento. Simplemente el mejor piropo de banqueta que me han hecho...

viernes, octubre 28, 2005

Al servicio de la comunidad... - Adolescente tardía

Lulú Marina, como siempre al servicio de una comunidad autosuficiente que casi no pide auxilio, ha decidido en esta ocasión atender al llamado desesperado de la única incauta que recurre a mis consejos (no wonder why!), una chiquitina quien, por razones de obviedad más que de inmadurez, se autodenominó la Adolescente Tardía.

Querida Lulú Marina:

Hace unos cuantos meses corté con mi novio. Me había costado mucho trabajo decidirme a andar con alguien hasta que terminé convencida de que él era el EL, poco después me di cuenta de lo equivocadita que estaba y el adiós no se hizo esperar. Me sentí muy desdichada al principio, incluso la regadera me escuchaba cantar desconsoladamente “yo no nací para amar, nadie nació para mí...”. Y de pronto empezaron a llover partidazos inmerecidos. No me considero una maravilla o una gran persona, pero he de aceptar que me encuentro en una de mis mejores etapas, tal vez porque llevo ya un rato sintiéndome muy bien, útil, feliz, completa y eso incluye al amor porque no necesito una pareja. No necesito una pareja, ¿verdad?

Pero es que últimamente ni yo me reconozco, yo que pensaba que ya no me cocía al primer hervor y mírame, toda emocionada cuando el Aparecido me dice ‘hola niña’, como lo hacía hace diez años que nos conocimos y que ahora con el reencuentro pasa horas siguiendo mis estupideces y analizando si el mejor método para suicidarme incluye a las galletas marías o a las de animalitos; o cuando el Mitofsky me envía mensajes ‘cómo estás, mujer’ y me dice que sí que él entiende perfecto y que no hay problema; o cuando el ex-novio ex-tranjero me dice no sé qué que qué sé yo con su acento de ay-nanita y anda de un latinoamericano civilizadísimo con sus consejos para mis futuros ligues “pues mira, si quieres ir a Cartagena a ver colombianos, no lo hagas en febrero, yo de ti iría en semana santa” (no pues con ese grado de comprensión yo no sé por qué demonios dejé ir a esta joyita, caray); o la constancia del Turista que sigue llamando de madrugada viernes y sábados después de un año sin vernos para preguntarme si estoy dormida y decirme no sé qué cosas al inconsciente; o cuando el Pollito se me queda mirando con esos ojitos de gripe aviaria que contagian los nervios como pandemia; o el Turbulencias que se anda burlando de mis nombres del messenger al responder que quiere ser la coca de mis burbujitas cuando mi dieta exige decirle no a la cafeína; o Bandamax que no me baja de “mi reina” y que me hace reír tanto porque no es normal. Sin contar con que me siguen lloviendo acentos, el FUNAR es testigo del último hace no más de ocho días y la Sis estuvo a punto de escupir la michelada después de que le había preguntado al tipo que de dónde era y Cuchis sólo negó incrédula entre risas por mi cara de ay-ya-no-má-s...

¡Ay Lulú Marina, qué mal estoy! Me siento medio mala por acaparar tanta atención y no dar garantías de nada, pero me curo en vida afirmándome que al menos yo les advertí y sobre advertencia no hay engaño, todos y cada uno de ellos saben que por el momento no me interesa el sedentarismo emocional y son tan divinos que todos, casi como en corito, dicen que no hay fijón. Pero entonces por qué siento que estoy jugando con fuego y me da miedo lastimar a alguien (hasta a mí). Yo sé que ya no tengo quince años, y precisamente por eso es por lo que no entiendo por qué me sigo comportando como tal.

¿Qué hago Lulú Marina? ¡Ayúdame por favor!

Adolescente Tardía

Querida “Adolescente Tardía”:

Lo tuyo, si no es egoísmo ni acaparamiento, definitivamente sí se trata de una etapa de transición muy conflictiva. Dices que estás muy bien en el status quo en el que te encuentras, pero te da miedo “estar jugando con fuego”. Me parece que en realidad lo que tienes es un miedo tremendo al compromiso así que prefieres recibir la etapa bonita del ligue, la de la conquista, cuando los chiquitines se desviven por consentir nomás por el puro afán de mostrar su mejor faceta, pero a la vez es la etapa más difícil porque la falta de confianza cohibe variables. Ya se sabe la frase “prefiero hacer felices a muchos que infeliz a uno”, pero tal vez lo que sucede es que te niegas a dejar la adolescencia y te aferras a un pasado de estilo libre que no te está dejando crecer. Tal vez en realidad lo que pasa es que no quieres crecer y sólo necesitas cariñito cinco días al mes y que alguien te consienta y te diga cosas bonitas y te haga reír y te acompañe a ver películas en las tardes de lluvia y que ahora que hace frío te abrace y se preocupe por ti y.... ¡Aish adolescente tardía, creo que me contagiaste tu enfermedad! Ya no sé ni qué aconsejarte porque ahora que lo veo creo que estoy peor que tú... Pero ya qué, tengo que decir algo así que:

Ánimo amiga y deja que el destino fluya, pero dale una ayudadita y no te compliques la vida, ir por la vida sola no es tan malo, al fin y al cabo te ahorras panchos, decides qué hacer con toooooodo tu tiempo y convives más con tus amigos, ¿no?... Total, no es lo mismo la soledad que estar sola.

Siempre, Lulú Marina

P.D.

Creo que nadie se dio cuenta de quién eras, Adolescente Tardía, no te preocupes que yo mantendré tu identidad oculta...

miércoles, octubre 26, 2005

Décimo primer mandamiento: No deletearás a tu prójimo

¿Ya lo esperábamos? Fue mi respuesta a la Lic en pregunta a su propia respuesta. El punto es que regresó moviéndome un tapete que parece alfombra porque ya no me tumbó, ya lo cuento como que me habló un colombiano, no como que me habló EL colombiano, y de un artículo indeterminado a uno determinado hay un infinito de diferencia. A pesar de que me cuente de su nueva vida chilanga, con todo y su depa-frente-al-Hindöö-we, de que se siga preocupando por mí y de sus preguntas de tarjeta amarilla con tendencia a roja “sé que es una bobada, igual no te debería preguntar, ¿pero estás saliendo con alguien?” ¡Aaaaish, hombres! Y si sí qué, y si no también, qué más da pero ahí fui de babotas a decirle la verdad. No, no estoy saliendo con nadie, pero igual qué más te da, ¿a qué viene eso? No, nada más quería saber, masoquismo supongo, o algo así, bueno, voy a seguir estudiando, bye, dijo. Masoquismo supongo, o algo así. ¡¡¡¿¿¿Masoquismo supongo, o algo así???!!! ¡Masoquismo supongo, o algo así es mi tontería por no haberme dado cuenta de que podía regresar! De que Nuevo Altata, Mazatlán y Culiacán no iban a durar toda la vida y el regreso era inminente por mucho delete que le di en el messenger, como si así lograra borrar el pasado, y luego lo peor, que él se diera cuenta por mi culpa, porque por curiosa y querer saber quién me tenía bloqueada entré a esa página con la que regresé a la red delatándome; si es que es de dar risa que me haya dicho que le daba tristeza saber que lo había bloqueado y yo, que no sabía ni qué decir (pa’ qué te digo que no si sí), me salí por la tangente con la estupidez: ¡claro que no te bloqueé!, a ver, si lo hubiera hecho no estaríamos chateando ahorita, ¿no?
Pero, caray, acá entre nos se me cae el discurso cada que recuerdo su despedida: bueno, mejor después hablamos que se me van a salir cosas que no debo decir. Y una parte de mí se quedó rogándole a la otra que le preguntara, que ahí estaba para mí, que sigue sintiendo, que dejara el plomo para otra batalla, que, como tuvo a bien recordarme indirectamente Quack, sigue encarretado (enrutado, pues, entusiasmado, vamos), pero la parte racional reaccionó con un frío sarcasmo nonononono mejor ni me cuentes, mejor ahí te ves, y ciaociao baby, ah, ¿que crees que ahora podemos jugar a los “muy buenos” amiguitos? Pues tá difícil, corazón, o sea, ¡en qué cabeza cabe, por amor de Dios! Pero a como soy de maricona simplemente dije que sí, que estaría bien ser “muy buenos” cuatitos y pensé con el coraje que me propinó su propia ironía: sí puedo, “rockcito”, más de lo que pudieras imaginar, aunque eso no se lo dije porque quise pensar que si a mi me duele a él posiblemente también le dolerá, un poquito, tal vez... Después de tantos meses tristemente para mi romanticismo creo que por fin tengo los pies en la tierra, y para su desgracia hoy sí puede decirlo con toda la razón y ya sin burlarse como lo hizo ese día en Niza, ahora sí soy fría como el viento, pero ¡chin! eso de peligrosa como el mar se sigue quedando en expectativas...

martes, octubre 25, 2005

Lulú Marina cultural

Me empecé a preocupar por mi falta de actitud cultural, sentía vergüenza al saber llegar perfecto a muchos antros de la ciudad y ni idea de cómo ir a las salas de conciertos, de exposiciones o a los teatros, así que a desempolvar mi afán artístico y llevo varias semanitas de reconciliación espiritual con la causa...

Bésame Mucho
No, no ando tan urgida como para reflejarme en títulos de comedias musicales. Desde hacía mucho tiempo teníamos ganas de ir, una de las escritoras es gran amiga de la mami y nomás no se nos hacía. Por fin llegó el domingo triunfal, justo cuando mi cruda sobrepasaba los límites humanamente aceptables y las cuatro horas de sueño no habían logrado reparar los daños ocasionados. A pesar de todo, mi mente aplaudía el manejo magistral de la obra, con un tema que me hace sentir viejita, “atemporal” sugeriría la mami, y es que me declaro fan sincera y de corazón del bolero y de todo lo que raye en la cursilería elegante (más si es cantadita). Aparte da orgullo presenciar un espectáculo digno de exportación, incluso la poca voz de Haza se disimula ante el carisma que les inyecta a sus personajes. Y son tres horas que se van como agua, en mi caso particular como Gatorade, hasta yo me sorprendí toda sonrientita y como revivida después de haber entrado en calidad de bulto amargado por la separación tan temprana y dolorosa de mis sábanas. Así que ya lo saben, con o sin cruda es un musical que, paradójicamente, hay que ver.

Lascuráin o la brevedad del poder
Muy correspondiente con la coyuntura se presenta esta joyita histórico-política que de tan real roza el absurdo volviéndose cómica a más no poder y es justo el poder el que termina siendo EL tema, junto con la tan anhelada silla al más puro estilo "anillo" (one ring to rule them all, one ring to find them, one ring to bring them all, and in the darkness bind them). Yo súper ubicada, tan teatral como me reconoce la vida, justo como pececito en el agua, nada más que ahora no era yo la que hacía el teatrito porque Héctor Bonilla se lleva las palmas cuando actúa templadito como buen diplomático, simplemente grande.

El Lago de los Cisnes
A papis les daba flojera “sí, es muy bonito, pero ya hemos ido” y yo hacía drama interno “para qué me trajeron al mundo si no me iban a acompañar a ver El Lago de los Cisnes, papis malos”. Ex-novios y ex-ligues siempre miraban hacia otro lado y me veían con cara de a ver si te vas consiguiendo una amiga que te acompañe porque ni creas que yo voy a ir a ver “esas-cosas”. Así que liberémonos de los yugos y convencí a amiguitas de acompañarme; aparte estábamos en la misma onda cursi-chida y que viva la cultura. Y lo nuestro fue cultura extrema porque ya decidimos que el próximo evento será techado, sin moscos y sin congelador natural, aparte domingo para tres chiquitinas solitas en Chapultepec no es tan sexy, créanme, y mejor ni pregunten cómo diablos fuimos a dar a la hermosa calle de Niños Héroes en la Doctores y por tratar de salir a la de tres de allí terminamos dando vueltas a lo tonto, y yo, como la finísima persona que soy, agradecí no ser hombre porque de lo contrario se me hubieran subido dos problemitas a la garganta.
En fin, la obra es bellísima y el ballet hermoso, aparte los reflejos en el lago transmiten mucha energía positiva (y yo sigo de necia con los chacras y el estrello). Decir que se me puso la piel chinita cuando bailan los cuatro cisnes es tan naco como los tipos que en el teatro comían papitas, pero es que cómo negar lo que sentí y para mí justo eso es el arte, algún experto dirá lo contrario y saben qué, me vale, mis respetos para todos aquellos que pueden transmitir tantas emociones con su cuerpo o con sus obras.

PD
Si alguien es cursi y me quiere acompañar en las travesías “culturales” es bienvenido, presiento que se me acaban los amigos en los antros... ¡y en los conciertos de Intocable! (Dios, creo que no tengo remedio, ni a diamante en bruto llego)

lunes, octubre 24, 2005

Huracán

Huracán es una palabra maya (serpiente de viento, creo). Yo nunca lo he vivido, pero mi existencia depende en gran medida de uno. La mami no les teme a las arrugas, a la celulitis o a las mariposas horrendas que últimamente han tenido a bien usar mi casa de escondite, no, la mami a lo que de verdad le tiene miedo es a esa palabra maya o a cualquiera de sus sinónimos. Tenía cinco años cuando su “nana” la subió a la repisa de la cocina mientras veían cómo el agua iba aumentando de nivel y su mamá controlaba cantos, rezos, gritos, a sus otros 3 hijos y a las tantas personas que usaron su casa como refugio. De tantas veces que he oído la historia, hasta a mí me da miedo recordar algo que sucedió 25 años antes de que yo naciera; la casa donde vivían fue de las pocas que sobrevivió prácticamente intacta en la capital de un territorio que todavía no había adquirido el “privilegio” de convertirse en el último estado de la República. Sí, de tanto y de tantos que he escuchado ésa y otras anécdotas, podría describir perfectamente a qué se refieren cuando hablan del ojo del huracán: ese momento en el que, después de mucho ruido, agua, viento y caos, todo queda en un silencio ejercido al vacío por la presión, un silencio que da tiempo para que baje la adrenalina y quite el aturdimiento que da paso a la reflexión y a la imaginación, y con ella comienza el terror por el planteamiento del peligro, ésa es la peor parte, la espera de lo que puede suceder al saber que el “coletazo” es como la cruda de una mala fiesta. En aquella ocasión el desastre fue tan terrible que abuelita y chamacos dijeron ahí se ven y emigraron a la Ciudad de México, pero toda la familia no asturiana de mi madre se quedó allá y lograron lo que parecía imposible, poblar la región y que mi segundo apellido se extendiera tanto que no dudaría que en la oficina del Registro Civil ya existiera un sello con él.
Conocí Chetumal en el ‘91, habían pasado tres años desde el huracán Gilberto y aún se respiraban los efectos de la destrucción; primahermana y yo nos quedamos en casa de primasegunda (Kikey) y tres cosas se me quedaron grabadísimas por lo exótico: el tapete de tigre disecado, comer venado y huevos de tortuga, y el relato de Kikey vs Gilberto a sus once añitos. Wilma devastó la región y a mí me da por preguntarme entre mis pesares al ver el sufrimiento ajeno. ¿Cuántas vidas cambiará este huracán? ¿Cuánta gente tendrá que desplazarse o se desquiciará al ver sus propiedades, las inversiones de toda la vida destruidas en unas cuantas horas? En 1954 la llegada de un ciclón era más terrible por la sorpresa: no había ni satélites ni políticas de prevención, es más, no había ni Cancún ni estado de Quintana Roo, pero no puedo siquiera imaginarme la desolación actual que sienten los habitantes de esa zona ante las imágenes de pesadilla que les quedan y el recuerdo de esas horas eternas de ojo de huracán. Dicen que es el más grande del que se tiene registro, dicen que llegó con la fuerza de más de dos Gilbertos, dicen que van a tardar cuatro meses en reconstruir Cancún. Y mientras unos se alejaron de la región, otra parte de mi familia, la paterna, decidió que su destino era el Caribe y por eso Alex está allá; acaba de hablar para decir lo que sale en las noticias: a ellos no les pasó nada, pero por la ciudad pasó una guerra. Y es que no cabe duda lo frágiles que somos y la manera tan peculiar que tiene la naturaleza para darnos lecciones que nunca terminan por quedarnos claras...

jueves, octubre 20, 2005

Una estrella más y el estrello

Era martes, pasaban de las 6 de la tarde y yo desde las 4 esperaba al Mechitas, tenía que despedirse porque al día siguiente Madrid nos lo quitaba. Llevaba 24 horas de haber regresado de un viaje que me había dejado mental y físicamente agotada así que Ventaneando era la pantalla perfecta para la espera. El teléfono sonó mientras mi hígado se retorcía cuando el güero que sale en ese programa decía una estupidez -sí, sólo yo hago corajes por placer-. Había estado sonando para promociones de tarjetas de crédito y pensé que sería la cuarta ocasión en el día así que mi tono de voz era todo menos cortés. Sumado a que de fondo tenía al tipo de los chismes a todo volumen y a mi posición de derrame de flojera, se me cayó la cara de vergüenza cuando el interlocutor se presentó.
Hola soy Fulanito de Tal, productor del programa tal de Televisa. No sé si lo has visto o has oído hablar de él. Ssssí, cla-cla-claro qqqque sss-sí lo he visto. Ah, ok, bueno, es que tienes un enemigo que nos pasó tus datos; sucede que estamos tratando de cambiar la dinámica del programa para tener opiniones más juveniles, digamos que no queremos sondeos de banqueta sino opiniones de gente que sepa sobre los temas que tratamos, pero desde la perspectiva de los jóvenes. ¿A-a-a-ajáaaa? Y como ya te dije, alguien te recomendó y nos gustaría que participaras con nosotros, la cosa sería que prepararas una cuartilla sobre la mayor debilidad del sistema electoral mexicano, enfocándote a los estados y municipios, ya si lo que dices resulta medianamente interesante, tu participación sería de unos treinta segundos, pero de todos modos prepárate minuto y medio, por la edición, de todos modos estos días te estará hablando mi asistente y el programa es hasta el jueves de la próxima semana....
Mi cabeza ya tenía una congestión de nubes tremenda. A ver, vámonos con calma, por fin me descubre un productor... pero ¿para opinar? Tanto habían chuleado a mis pequitas que pensé que realmente ellas me llevarían al estrellato. Aparte yo qué demonios sé de estados y municipios, si precisamente me quejo de mi carrera porque nos fuimos a lo más general para que termine opinando sobre lo particularísimo... Tenía una disertación neuronal tremenda de quién, cómo, cuándo, dónde y por qué cuando apareció el Mechitas y pude distraerme de sistemas electorales por dos días más. Incluso llegué a pensar que todo había sido producto de mi imaginación hasta que el jueves en la noche la asistente me hizo la llamada para decirme del llamado que tenía el lunes siguiente. Después de quemarme el cerebro y preguntar a amiguitos súper picudísimos e inteligentes sus opiniones (gracias totales), logré tener una cuartilla medianamente decente de un tema que en definitiva no dominaba y así fue como llegué a Televisa Chapultepec, justo cuando el noticiero de mi rockstar de las noticias terminaba y todos sus participantes iban saliendo del estudio.
Obvio que estaba nerviosa y hasta lo de los autógrafos se me olvidó. Por supuesto que me temblaban las piernas y las neuronas, lo que dificultaba la sinapsis y la cordialidad cerebro-boca, por eso mi lanzamiento al estrellato terminó tan estrellado y por más que el Kiddo me había aconsejado hacerle el amor a la cámara, creo que al final ésta terminó profanándome. Ya pasó el tiempo suficiente para que pueda hablar de eso con serenidad: salí más de treinta segundos, punto a mi favor; los demás “jóvenes” participantes eran mínimo diez años mayores que yo, dos puntos a mi favor; todavía tengo pesadillas con la oración PRÁC-TI-CAS CLIEN-TE-LA-RES y aún me recuerdo casi de rodillas ¿podemos hacer otra toma?, yo en plena televisión nacional, como una estrellita más del canal de las estrellas y haciendo el oso y riéndome de mí misma frente a la tele, ah, pero eso sí, de tantas vueltas que le he dado a esas dos palabritas ya por fin no me trabo cuando las digo... Y sí, por si se lo preguntaban tengo que confesarlo: la tele sí engorda (¡cómo comí antes, durante y después del programa!, ¡qué nervios!)

martes, octubre 18, 2005

En el fondo todos somos iguales

Cualquiera podría asociar la imagen con un Santa Fe contrastante, o con los suburbios anahuaquenses de Polanco
... o suponer un puesto de algodón de azúcar afuera de Chapultepec
... o pensar que se trata de una de las tantas simi-sucursales de la ciudad
... o que Telmex pone anuncios en Xochimilco (bueno, exageré, pero es que los embarcaderos para el defe son lo más parecido que tenemos a un puerto )
... o que es uno de los tantos graffitis de cualquier propiedad chilanga

... pero quién diría que todas las fotos anteriores son de Buenos Aires.

Suposiciones vs supositorios

Supongámonos en un sitio en trance entre pueblo exportador de hombres y ciudad en crecimiento; en una zona donde la gente pregunta comenzando con afirmaciones: ¿sí me puedes pasar la sal, por favor?, y donde a las cuatro de la tarde se huele el cempasúchil quemado que fungió como tinta para colorear los blanquillos (pobres gallinas ponedoras de a mil). Supongamos que en dicho lugar existe un reconocido arquitecto, uno de estos hombres con gran trayectoria y fortuna envasada al vacío gracias al talento y al trabajo; de estos tipos que se convierten en Midas y que una vez que crearon fama pueden vivir de ella pues el trabajo sigue tocando a su puerta à la knocknocknockinonheavensdoor. Supongamos que así fue que terminó concursando para quedarse con la licitación del proyecto del “malecón”; de estas ocurrencias geniales que les da por idear a los políticos cuya falta de visión de política pública termina en exceso de decoración “¿sí se han dado cuenta de lo maravilloso que es tener un río en la ciudad? ¡Uy, sí! Sólo falta que lo limpiemos un poquito y podemos crear toda una infraestructura turística en esta perla de ciudad: hacer un corredor con boutiques, restaurantes y cafecitos a la orilla del río. ¡Qué domántico! Bueno, pero también habrá que poner algunas viviendas, digo, aprovechando la construcción. Sí, sí, hagámoslo.”Gritaban emocionados los grillitos mientras se les hacía dólares la boca: nos vamos a forrar si nos quedamos con el proyecto. ¡Uy qué padre, jubilación segura undostrespormíyportodamidescendencia!
Pues bien, supongamos que la historia continúa bastante técnica entre papeleos, planos y revisiones hidráulicas con todo y el inicio de la construcción y las envidias generadas porque al arqui más picudo le tocó bailar con la más bonita. Supongamos que esas envidias fueron a parar en los corazoncitos de los nuevos ricos de la comarca, los que no mucho tiempo atrás empezaron a gozar de las mieles del poder vaticánico, pinareño y demás. Ahora supongamos que a unos meses de haber sido iniciada la construcción, la hija de don arquitecto picudísimo es secuestrada y comienzan las desgracias pa’l ñor. Que si tantos milloncitos pa’l rescate; que si sí nos vemos en Puebla; que mejor en Nuevo León; que quéhubo mano, te tardaste con la lana y ps yastamos en Quintana Roo con todo y tu morrita; que no te dijimos Cancún, ¿sí no escuchas bien? te dijimos Tijuana, y el pobre hombre, con tanto turismo cardíaco dejó la construcción a la Santísima Providencia porque sin la niña de sus ojos nadie es capaz de ver claro... y con un infarto pues ya Dios dirá así que ciaociao licitación, auf wiedersehen delirios de grandeza para el río del Bajío -al menos para su constructora- y say goodbye a la concesión porque qué cree señor don picudísimo, que don junior mayor nos acaba de demostrar que su constructora, si no es mejor que la suya, al menos sí podría estar al pendiente de este proyecto, ya sabe de las casitas estas de interés social que les interesan tanto a todos, ni modo y ahí pa’ la próxima mi buen, ¿sí me permite que continuemos trabajando?
Al final yo me quedo suponiendo el olor a quemado de la flor de los muertitos y con mi cara de fuchi los dejo elucubrando sus propias suposiciones, yo mientras supondré que se me quitan las ganas de vomitar, pero qué va, ¿si sí todo es suposición, no? Lo bueno es que dicen que suposición no es lo mismo que supositorio, desde luego...

jueves, octubre 13, 2005

Viva Bue

Quiero saber qué me pasa, te pregunto qué me pasa y no sabés qué contestarme porque claro de seguro te mareé; con mis idas y vueltas, te cansé con mi cámara lenta y aunque trato nunca puedo apurar mi decisión. La noche comenzaba bien y temprano, antes de las 7 nosotras ya estábamos instaladas en una mesa de uno de los tantos salones del lugar, empezando a digerir las deliciosas empanadas de carne, humita y queso que nos zampamos cual niñas de hospicio. En el preciso momento en que todo va cambiando para mí, en ese instante te aseguro que alguna señal te di, pero no me escuchaste, tal vez sin intención de tu parte, puede ser un poco débil el sonido de mi voz. Pero las empanadas tenían que ir acompañadas de algo líquido y la encargada de ir por la “consumición” fui yo; pobre inocente que no se dio cuenta de la trampa que le tendían sus “amigas” quienes a fuerzas querían enjaretarme un amor porteño. ¡Oh! Una mañana te veré shegar y descubriré que sho solo sha no estoy mejor y te pediré que me acompañes, a dónde en verdad no sé, dime que sí miénteme. Desde luego que no hay nadie mejor que un nativo para conocer las técnicas de ligue locales porque fue cuestión de acercarme a la barra y ya tenía a Toni a mi lado “¿qué tomás?”. Podría ser que al final rompiste el cristal en mí, podría pasar que me hagas hablar sho creo que tienes el don de curar este mal. Entre que no, no tomes cerveza, mejor tomá de esto y no, gracias, no me gusta la champaña (¡!, ¿moët como bebida furor de la noche? sigo sin aprobarlo), y de dónde sos, pues de México y que patatín patatán. Pero vasha si esta nena es voluble, ni sho lo hubiera creído porque mejor ahorita nos vemos: mis amigas deben estar desesperadas, las cervezas, bye. Siento que debo encontrarte y sin embargo paso el tiempo shéndome, hacia mí mismo, a mi centro que jamás encontraré. Al parecer el acento mexicano causa una suerte de fascinación que atrae a las masas australes -y ya no haré más comparaciones de acentos-, pero como le contesté a la Be cuando me preguntó si me había enamorado por allá: la verdad es que todavía no, aunque seguro cuando me vasha a vivir para ashá lo haré. ¡Es un solo! es la guitarra de Lolo...
Sweet dreams are made of this. Who am I to disagree? La noche continuaba y a las 10, justo al terminar un partido de Boca, abrieron pista en el salón más grande, en el que ya estábamos instaladas después de haber recorrido las terrazas y otros salones con la sublime vista del Puerto Madero iluminado, de la rambla y de las Catalinas, de los edificios comerciales de la City en sintonía con mi ánimo de fascinación, de querer detener el tiempo y esa imagen en una memoria desleal a la que le da por olvidarse de que esos archivos existen y luego namás se anda acordando de pura bobada. I travel the world and the seven seas, everybody's looking for something. Como si hubieran pensado en la alianza mexicoargentina de la noche, las canciones ochentosas se detuvieron, las luces generales se apagaron y la gente se emocionó cuando comenzó el bailongo con una canción muy ad hoc y tengo una mala noticia no fue de casualidad sho quería que nos pasara y tú, y tú lo dejaste pasar. La morochita chilanga lista para otra Iguana más, una tristeza la falta de Quilmes, por eso tuvimos que ahogar la pena con su competencia alcohólica. No quiero que me perdones y no me pidas perdón, no me niegues que me buscaste; nada, nada de esto, nada de esto fue un error. Estábamos en pleno brindis cuando se acercó Pablo a decir con un impecable y patente acento porteño “sos re-linda” y ay qué lindo, ¿nos tomas una foto? Los errores no se eligen para bien o para mal, no fallé cuando viniste y tú, y tú no quisiste fallar. No, ya en serio, de dónde sos. Si sha te dije que soy de aquí (Ana Lucía haciendo espléndida gala de su nivel etílico, ¡ah, pero no era la única!). ¿Por qué me miente tu amiga? ¿Vos también “sos de aquí como esha”? Y doña Teresa presumiendo sus seis meses de convivencia mexicana extrema respondió con un magistral y mexicanísimo “pues sí”. Aprendí la diferencia entre el juego y el azar... Y Pablo huyó de nuestra mala copa antes de que fuera demasiado tarde, como demasiado tarde se nos hizo la despedida del Opera Bay. Es que uno está por allá y no se da cuenta de nada, ni del tiempo ni de cómo habla, porque eso sí, saqué mi chilanguismo extremo con tanto ayayayaycantaynollores: “ay, le puedo pedir un refresco de limón, por favor”, “ay, le encargo la cuenta”, ¡ay, qué horror! y mi pena propia llegó al colmo de hacerme sentir mal cuando caí en cuenta de la descortesía al recibir un “no, por favor” cada que yo daba un gracias. Hasta me daban ganas de repicar, “ay, en serio sí le doy las gracias, por qué me dice que no si sí le digo gracias en buena onda”. Gracias. No, por favor. ¡Háganme el favor!
Contrario a todos los pronósticos, al día siguiente del Opera Bay no amanecí ni remotamente “fisurada” (cruda) y ahora sí, con el papi al lado pude hacerla de turista oficial. Santa María de los Buenos Aires ahí te voy y camínele porque tengo un padre a quien es difícil seguirle el paso, hoy se lo agradezco pues tenía poco tiempo para conocer la ciudad como para andarlo perdiendo en yamecansés y tejuroqueyanopuedo. Me extasié con la Avenida de Mayo y el cortadito del café Tortoni; me moví al vaivén de Lavalle y Florida y me contagié de su espíritu capitalista con las camperitas de cuero;

atendí los tangos de La Boca y vi bailar a un “guapo” que me vendió una selección de Gardel que atesoro como pocas cosas (sí, no sólo mis articulaciones afirman que soy una anciana, hasta mis gustos me delatan); me costó trabajo creer la cantidad de perros que pasea cada guardián y me sorprendió saber que hay corrales en circuito cerrado para que jueguen sin que se escapen; sonreí de humor negro al ver que frente a la réplica del Big Ben -regalo del gobierno británico-, establecieron el monumento a los caídos en Las Malvinas; me di cuenta de que al manejar es necesario centrar la línea divisoria de carriles para que pase abajo del coche; aprendí a cruzar las calles cuando el muñeco marcaba rojo y me disimulé entre la gente que seguía absorta en sus pensamientos sin admirar la fastuosa celeridad de su ciudad; sí, me enamoré del eclecticismo de la Reina de la Plata, de sus colores y de la vitalidad desbordante que la convierte en una de las 10 mega ciudades del mundo y en una fantasía de mi post-adolescencia.

Visité la ciudad de Tigre yéndome por el tren de la Costa hasta el Delta del río y allí tomé un catamarán mississípico en pleno cono sur. Conocí taxis, remises, subte, ómnibus, trenes y barcos. Comí delicioso, hasta podría afirmar que la carne de ave es más suavecita y no es por presumir en argentino, pero si alguien sabe de pollo, po-shó (con todo y la tristeza hipócrita de saber que mientras más suavecita la carne o la piel, más chiquito el animal, sin contrasentidos porque luego andan diciendo que vengo con envoltura de tetra pack). Descubrí el enigma en la canción de grandeDiego-tequieroDiego-lamanodeDios, cuando dice de cebollita soñaba jugar un mundial y consagrarse en primera, tal vez jugando pudiera blablablá, pues bien, Cebollitas es el equipo juvenil de Argentinos Juniors, primer equipo al que perteneció Maradonna. Sí, sí, yo muy cultural y el estrello. Después del Opera Bay sólo pude conocer un boliche más y quedé sorprendida cuando a la una de la mañana, después de una cena algo estropeada, retiraron las mesas del Asia de Cuba porque había que pulir el piso y me engañaron, esto no era un restaurante, era un antro legalito, con todo y luces, buenísimo, bárbaro, pero yo ya no soy la misma, no pude ni remotamente establecer la representación del FUNAR en Sudamérica como me había aconsejado el Cobito de Nieve, pido disculpas a quien tenga que pedirlas, por exigente terminé de ridícula porque una cosa es cierta, no es por clichesista, pero esa influencia italiana obnubila los sentidos, lástima que sólo ligaba con los peticitos estilo Danny DeVito en la adolescencia. Eso sí, uno regresa de Argentina con unas ganas locas de entrar a clases de tango a la de tres y de escuchar el bandoneón todo el santo día así que namás me den de alta de las terapias y verán cómo me vuelvo practicante de tango; del baile, porque para ser más panchera ya está difícil... pero no me reten.

lunes, octubre 10, 2005

Noche porteña

Todo el mundo me lo decía “te va a encantar Buenos Aires”, el Mechitas (miss u) decía “es la neta, pero a ti en lo particular te va a rallar más, con lo tanguera que eres...”, y tenía razón: yo estaba fascinada, no sólo por el tango. Me gustó tanto, tanto, que se posicionó en tiempo récord como una de las cinco ciudades para el exilio, compitiendo al tú por tú con París, Madrid, Montreal y Sidney. Pero lo que definitivamente terminó por enamorarme fue la actitud de la ciudad con la innovación de conceptos. Fue así como el after-office se me presentó como algo inaudito y extremadamente coqueto; la idea de que la ciudad tenga tanta ilusión de reven me conquistó y, aunque he de aceptar que al principio no entendí las explicaciones que me dieron sobre el asunto, viviéndolo supe que había llegado al lugar correcto.

Después de un día ajetreado con festejos de primavera y de mis incursiones en el fantástico mundo del mate y de cebarlo, emprendí mi camino en solitario por las largas rutas y el tráfico porteño vespertino. Existe una mala fama que persigue a los argentinos como los tipos soberbios y engreídos sencishitoycarijmático que no cuadra con lo que viví. Mientras iba en el taxi que me llevaría de Palermo al hotel en el centro, me hice gran amiga del taxista que despotricó en contra de Menem, de Kirchner, de Bush y de Castro: y es que nuestra América Latina está tan mal, ya ve que recién dimitió el presidente del Congreso del Brasil y en México mataron al Ministro de Seguridad. ¡¡¿Qué?!! A ver, ¿perdón? Es que no le escuché bien, cómo estuvo eso último. Sí, iba en un helicóptero y lo mataron, dicen que del narcotráfico, recién dieron la noticia... En cuanto llegué al hotel intenté verificar lo anterior y en CNN me enteré de que todavía estaba desaparecido el helicóptero, cuando regresé supe que había sido un accidente y al final a nadie le queda claro nada, sólo al taxista argentino convencido de un asesinato.

Teresa me había advertido que los miércoles por la noche se acostumbra ir al boliche (al antro, bueno, hay quienes todavía las llaman disco). ¿En miércoles? Sí, sí, no bueno, tranquila, es de pasar después del trabajo, cenar ashí mismo y regresar temprano, a las doce o a la una. Mi corta imaginación no daba crédito de que el miércoles la rifara de viernes o sábado y que la gente fuera al antro como una situación habitual y no como algo extraordinario tipo el chilanguísimo coktail. Nosotras acostumbramos ir a Opera Bay, un bolichito en el puerto. ¿El que parece el Opera House de Sidney?, preguntó una extranjera medio bruta y bastante obvia, y es que mientras iban cruzando el río, el papi y su hija se preguntaban qué sería aquel lugar: ha de ser una sala de exposiciones, o tal vez un teatro, no, aquí en la guía oficial no dice nada, pero sí, seguro, es una sala de exposiciones. Y nos quedamos con la certidumbre de que era una sala de exposiciones.

Eso sí, me había advertido amiguita, tenés que vestirte de oficina. Pues ni modo, a comprar algo porque en mi comodinismo mental le había dejado la maleta al padre “total, si voy al antro será jueves, viernes o sábado y el papi llega el miércoles, aparte qué flojera andar cargando todas mis cosas, mejor sólo me llevo la mochila y listo”, pero nada de listo porque tuve que comprar de último momento algo ejecutibolichantrero; el grado de rotez mayúscula lo obtuve cuando estaba saliendo del shopping (centro comercial) y súper naca terminé en la zona de perfumería, también había abandonado a Anaïs en Uruguay así que fui absolutamente infiel a mis principios aormáticos y la muestra de Pleasure sirvió para comenzar el ataque de mi primera noche auténticamente porteña; a punto estuve incluso de hacerme una prueba de maquillaje, pero el tiempo, gran aliado de la decencia, lo impidió rotundamente.

Llegamos al Opera Bay y regresé a mis recuerdos de antro de moda de primer mundo en el que hay filas inmensas para poder llegar tan sólo a la cadena. ¡Ah! Pero yo no contaba con la astucia y las palancas que manejaba So, la hermana de Teresa, y es que el lugar tiene capacidad como para cinco mil almitas, afuera en la cola había como mil horas hombre porque si hubiéramos sido mortales de los normales seguro entrábamos hasta las 12 para salir corriendo a lo undostressequemalabas. No, no, no, la pobre mexicana incauta fue a parar con gente muy precavida y con grandes contactos errepeísticos porque nos saltamos al pato vica (cadenero), y la puerta de VIP se nos abrió con la gracia de San Pedro al haber sido de los elegidos del cielo porteño. ¡Bárbaro!

viernes, octubre 07, 2005

Llueve sobre mojado

Ayer empezó la tercera temporada en Bellas Artes; mi familia artística, como todos los años, nos invita siempre a los primeros conciertos en los que participan (en esta ocasión le tocó a mi primo político “el flautista”), pero yo, como soy una naca auditiva, después de la inauguración seguramente no volveré a ir. Para empezar hicimos más de hora y media de mi casa al lugar, el tráfico estaba atolondradísimo y con la lluvia era desquiciante; al llegar a Bellas Artes tuve que atravesar mi diluvio personal de 30 pasos estacionamiento-palacio, y, mientras hacía malabares para correr sin mojarme mucho y sin caerme (odio los paraguas), tres niñitos jugaban fascinados bajo la lluvia, cantaban y se reían festejando al que chapoteaba en el suelo. Durante el concierto delicioso de danzones y variaciones, las goteras querían robar cámara y caían, eso sí, muy melódicamente al tiempo que Mer susurraba “a Bellas Artes le falta impermeabilización urgente”.
Mientras esto pasaba, a dos horas del centro de la ciudad, Ofe se regocijaba al pensar que las cisternas se llenarían y no faltaría agua para bañarse, para lavar o para purificar y tomar en su casa, al menos en su caso el diluvio resulta una bendición a falta de un sistema eficiente de transporte hidráulico. En cambio, a otras escasas horas del mismo centro citadino, la lluvia está matando gente y dejando incomunicadas a varias ciudades del país y de Centroamérica; la gente ya no soporta más días de agua intensa, hay una verdadera tragedia y las imágenes muestran a personas rezando en los techos de sus casas a punto de ser arrolladas (arroyadas no porque eso de arroyo ya no tiene ni la vergüenza). Tal vez las plegarias no se están haciendo bien y necesitamos un director de orquesta que coordine el asunto mandando el agua de más a Zacatecas, California o a tantos lugares donde se necesite y no ande dejando víctimas al por mayor, pero no hay ni quién pueda tomar esa batuta, ahora sí que no hay ni cómo.

miércoles, octubre 05, 2005

Mi Buenos Aires querido

"...dice su ruego de coraje y de pasión;
una promesa y un suspirar, borró una lágrima de pena aquel cantar"
Aterrizamos en Buenos Aires y antes de ir a Montevideo tuve una pequeña embarradita en el taxi de una ciudad que desde el primer instante me enamoró. Esperé dos días para regresar, y las tres horas para cruzar el Río de la Plata se me hicieron trasatlánticas; con todo y mis divagaciones “a este río le falta una buena untadita de Brasso, o de algo con ácido clorhídrico porque esta plata está muy manchada, ¡qué estaban pensando estos españoles cuando lo bautizaron así!”, lo que sí es que es impresionante el tamaño, hasta uno llega a pensar que es mar. Viajaba yo sola porque el papi iba de trabajo (en eso habíamos quedado, ya no me hagan sentir mal); desembarqué alrededor de las 3 de la tarde y mi primera impresión de Buenos Aires fue pleonásmica “¡impresionante, qué ciudad!”, la primera impresión que tuvo Buenos Aires de mí fue “¡pobre chavita pe#&eja!” (cosa absurda y de la misma forma pleonásmica pues mezclando jerga mexico-argentina lo segundo quiere decir lo primero en mexicano, es decir, chavita se dice como lo segundo, bueno, al menos yo sí me entendí en este lío de descripción que acabo de hacer).
Así me veía yo, como el típico ejemplo de lo que no se debe hacer cuando uno es turista: poner cara de tal. Por eso en cuanto me di cuenta del peligro que corría si se me seguía cayendo la baba, cerré la boca y muy dignamente me fui caminando como el Borras meets Vicente (¿a dónde va Vicente? A donde va la gente). Bastante patética mi primera perdida en el barrio del Retiro; yo sentía que la ciudad se me hacía un pañuelito, llevaba muy estudiadito el plano que me habían dado en el aeropuerto así que no hay pierde, digo, namás es cuestión de salir del barco y caminar por el puerto hacia la derecha unas 10 calles y luego a la derecha. ¡Ah! Pero es que me encanta ponerle retos a mi intelecto y con tal de no parecer tonta me fui detrás de los expertos en su propia ciudad hasta que en una bifurcación cada quien tomó su camino y yo me quedé como perrito sin dueño en medio de un crucero hiper transitado, con repeticiones de no pasa nada, sólo no pongas cara de turista, no te delates, no pongas cara de que no sabes. Gracias a mis apariencias de seguridad terminé caminando el doble de lo debido hasta que me harté e hice lo que debí haber hecho desde el primer instante, primera acción piola del viaje.
“Hola, buenas tardes, ¿se encuentra Teresa?”. A Teresa la conocí en un pueblo (“ciudad” universitaria) belga de menos de 20,000 habitantes, la mitad estudiantes; las dos íbamos de intercambio y a la pobre le tocó convivir con un corro latino formado por 10 mexicanos, 2 habitantes del país entre Ecuador y Venezuela, dos españolas, una peruana, algunos italianos, uno que otro belguilla (¡ejem!), hungaritos, griegas, checos y otras nacionalidades medio perdidillas dentro de la latiniza. Pero en realidad mis hermanísimos del alma eran mis 3 potosinos consentidos y ella, bueno, esha. Yo no veía la hora para volverla a ver y por eso peleé con papi “me voy antes a Buenos Aires”; el plan era que me quedaría en su casa, pero me daba mucha pena llegar a las 3 de la tarde cuando ella regresaba del laburo después de las 6, pues sólo conocía a una de sus 4 hermanas, la única que ya no vivía en el hogar paterno. Buenos Aires tiene buen humor y con toda la gracia que me causan sus ocurrencias, dividieron el barrio de Palermo en 2: Palermo Soho (área de barcitos, restaurantes y zona chic de decoración y alta costura) y Palermo Hollywood (se localiza una televisora y las calles aledañas están repletas de gastronomía y más bares... ¡cómo no, si es Buenos Aires!). Pues me armé de valor y tomé un taxi que me llevó a Palermo Soho, una de las zonas más bellas de la ciudad, a un departamento justo frente al Jardín Botánico. No terminaba de tocar el timbre cuando dos chavas corrían hacia mí “tú eres Ana Lucía, ¿cierto?”
Fue cosa de subir y ya era gran amiga de las hermanas de Teresa, unidas-por-las-telenovelas, ¡patético! Allí estábamos las tres en la sala hasta que la más chiquita (16 años) lo preguntó. ¿Y vos sos actriz? ¿Actriz? No, cómo crees, ¿por qué? Es que hablas como en el Canal de las Estrellas. ¡Vaya amolada! Ahora resulta que voy por la vida sonando a La Madrastra, Locura de Amor, Soñadoras o El juego de la vida; no, de plano voy a terminar de pisotear la autoconfianza si me empiezo a sentir Marimar, Gata Salvaje... o La esposa virgen. Total que nos echamos dos horitas de conversación súper productiva, yo les contaba los finales de algunas telenovelas mientras ellas hacían lo propio con el de Rebelde Way (somos peor que los japoneses al copiar, no me extrañaría que en unos dos añitos importáramos también la idea de Floricienta, pero en México habría que quitarle el cienta y sería sólo Flori, así como a Rebelde le quitamos el Way, esta cultura de albures de a peso). Y mientras los diálogos fluían con facilidad, yo padecía mi primer ligue argentino: Jack (aka Shack), un rottweiller purasangre que me vio cara de madre de sus cachorros (uno de mis peores ligues en la vida, y vaya que me he esmerado en tener malos, por mucho que presuman el pedigree); bendito fue el momento en el que la Tatis se apareció y me llevó a cenar a Recoleta (otro de mis barrios porteños favoritos), con los millones de argentinos fiesteros que toman el reven por los cuernos desde el martes (bueno, al parecer siempre están en fiesta). Pero nosotras teníamos un retraso de más de tres años de chisme intenso de ex-novio casado, artritis, maestrías, hombres-van-y-vienen, viajes y qué-sabes-de-fulanito-sutanita-perenganito así que no pelábamos al rededor (alrededor), menos cuando nos dio por abuelear y recordar esos seis meses de cerveza belga, fiesta y papas fritas.
Al día siguiente nada de buenos días, perdone señora, buen día será. Es que a los mexicanos nos da por hablar en plural y buenos... los ojos de Ricky Martin, digo yo. Y Ana Lucía pudo haber escogido horario flexible, pero qué les pasa, soy turista y como tal no he de dormir así que despiértame cuando te vayas a trabajar y así tendré más tiempo para conocer tu ciudad. A las 9 de la mañana me encontraba desayunando cuando supe que la familia divina de mi divinísima Teresa ya me tenía organizado un plan de turisteo alternativo: Hoy es el día de la primavera, el día del estudiante; es fiesta nacional y los jóvenes estudiantes inundan las plazas para hacer un picnic colectivo en honor a la estación del calorcito, vení conmigo y te muestro cómo viven los argentinos, esto no lo ven los turistas normalmente.
Y me fui a recorrer los Lagos de Palermo y todas las plazas aledañas junto con Agus, la hermana de 21. Podría decir que sí, que qué bonitos los lagos, que muy europeo y la arquitectura y los jardines, pero lo que me encantó fue haber conocido al “verdadero” Bs As, haber estado con una familia “típica”, haber comido lo que comen ellos, con su mismo horario, haber compartido así todo un día que yo tenía designado para la Avenida de Mayo y un poco de San Telmo para conocer la “cultura”, pero ¡oh, bruta yo!, si la verdadera cultura era ésa. El paseo que me dio Agus junto con sus amigos, la convivencia con gente de carne y hueso que por primera vez tenían un acento mexicano fuera de la pantalla y ese día de botellón formidable con tantísimas minas y pibes en pleno hábitat. Pero tuve que despedirme temprano pues esa noche llegaba el papi y su hija tenía que ver que la reservación del hotel estuviera en orden y esperar a que Teresa pasara por mí a las 6 y cuarto; era miércoles y conocería lo que hasta el día de hoy me parece uno de los conceptos más brillantes que los bonaerenses le han dado al mundo: el after-office de la noche porteña...

Al servicio de la comunidad... - Ahora sí en serio: C H I A P A S

Como muchos de ustedes sabrán, en algunas zonas del país se está viviendo una tragedia acuífera. Se necesitan alimentos no perecederos (latas de comida, leguminosas, cereales), pañales, toallas sanitarias, papel de baño, rastrillos, pasta de dientes, botellas de agua; por el momento nada de ropa ni zapatos.

Para quienes estén interesados en hacer alguna donación y no les es tan fácil ir a Polanco (Cruz Roja) o a las representaciones de los respectivos estados en el D.F., yo pienso ir el sábado por la mañana así que pueden pasar a mi casa a dejarme las cosas. Los que no sepan la dirección mándenme un mail. Gracias totales.

martes, octubre 04, 2005

República Oriental del Uruguay

Toda una hija de papi. Cuando surgió la idea de que podía acompañarlo en su gira por tierras australes, me afiancé a ella y no dejé que se me frustrara el sueño de conocer algo de Argentina... y de paso de Uruguay. Aparte nada más es cuestión de que me digan viaje y ya estoy, tengo hasta maletita de emergencia y el kit siempre listo para salir en menos de media hora. Eso sí, no todo iba a ser miel sobre hojuelas porque de tal palo tal astilla y créanme, mi padre tiene su carácter, si no lo sabré yo que lo tengo en versión digital, corregido y aumentado; la mami sufría y repitió más de quince veces “tenle mucha paciencia”, “no te desesperes” y desde el taxi que nos llevaba al aeropuerto yo contaba hasta mil. Pero viajar con el papi no es ni remotamente algo negativo, si bien es cierto que las friccioncitas están a la orden del día, los beneficios pueden llegar a ser magníficos y desde el primer instante uno goza de privilegios inmerecidos como los salones vip en los aeropuertos; comida, bebida y antojitos al por mayor; buenos hoteles; consentimiento extremo y en general es agradable viajar con el ñor, cosa que hacía por primera vez sin hermano o mamita limadores de asperezas. Es un hecho, no es nada fácil convivir conmigo, lo sé y me consta, por eso resulta doblemente meritorio el que hayamos sobrevivido del viaje con todo y sonrisa.

Nueve horas nocturnas de vuelo no es algo que se agradezca, menos cuando en los asientos de al lado está la parejita de una de mis peores pesadillas políticas: el marido ex-delegado de Tlalpan (protagonista de uno de los videos de Ahumada Films y de que varias amiguitas, con ganas de estudiar de verdad, tuvieran que abandonar sus aspiraciones UNAMistas por capricho de este arengador y sus secuaces) y la mujer secretaria de ¿ecología? del gobierno del de-efe, hago constar que si de pronto se hacen los desaparecidos yo garantizo que los vi salir del país el sábado 17 de septiembre a las 9 de la noche.

A las tres de la tarde del domingo, después de avión, barco y autobús cabeceador (moría de sueño), Montevideo se nos presentaba con un espectro de hambre que me estaba dejando exhausta; como mi dieta es una basura decidí tirarla sin ningún remordimiento, al menos por una semana, y desde el primer bife fui feliz (¡llevaba 8 meses sin comer vaca!). En la oficina de turismo lo advertían sin que papi e hija dieran crédito “les cuento -me enamoré de esa frase, la dicen para todo-, hoy domingo no hay nada en esta ciudad más que ir de compras” y nos enviaban al shopping center a las afueras de la ciudad; nel, no lo vamos a hacer y hagamos turismo irreverente ante las costumbres locales pues salimos a recorrer el centro desértico de la ciudad bajo temperaturas cercanas al cero. Entre tanto viaje, frío y caminata, estábamos tan cansados que a las nueve de la noche se nos cerraban los ojitos y ya estábamos guardados para el día siguiente.

Íbamos en viaje de negocios, el papi trabajaba mientras yo conocía, total, negociamos que como él ya había estado, ahora me tocaba a mí hacerla de turista y el lunes empezaron las actividades correspondientes. El tour pasó por mí a las 9 de la mañana y yo estaba que me quería dar un tiro: era la única menor de 60 años y la número 15 de 7 parejitas de jubilados gringos, argentinos o venezolanos; lo bueno es que el martirio terminó a las 3 horas después de enterarme de datos inútiles como el color y las dimensiones de la casa del presidente del Uruguay, o de otros más relevantes como que el total de orientales (gentilicio formal, favor de no escribir en documentos oficiales uruguayo pues el país se llama República Oriental del Uruguay) es de 3’200,000 y en Montevideo hay 1’300,000 de ellos.

Uruguay es el único país latinoamericano donde no hay población indígena, se nota en las calles. No puedo ser ni remotamente experta en dicho país, sólo pasé dos días en su capital; aunque sí pude darme cuenta de que no es un país rico, me quedé con la impresión de que al menos no hay una pirámide de ingresos tan groseramente empinada como la que tristemente se ve en México -insisto, el análisis es meramente subjetivo y superficial-. Hay pobreza, eso es inocultable aunque los turistas seamos egoístas y queramos ver sólo el lado bonito del viaje, pero no vi la miseria que encuentro en Insurgentes, a unas cuadras de mi casa; como no hay indígenas la mayoría de las ayuditas que me pidieron provenían de mendigos para probablemente conseguir droga, no de las marías para darle algo al chamaco que llevan bajo el rebozo. Igual sigo pensando en la cantidad de coincidencias y semejanzas que tenemos. Si cada vez descubren más parecidos hombre-mono, que no existan similitudes entre países que hablan el mismo idioma sería absurdo. El acoso callejero es similar, venden también algodones de azúcar y cacahuates garapiñados (perdón, garrapiñadas), los gobiernos suelen ser corruptos, la gente se enamora y se desenamora... ¡somos igualitos!
Ese día caminé todo lo que la doc me había pedido que no caminara; a las 12 del día yo estaba libre así que Montevideo se me hizo chiquito hasta que me perdí deliciosamente por unas callecitas muy pintorescas de la Ciudad Vieja. No me había dado cuenta de que lo que en realidad hacía era turismo suicida y andaba feliz tome y tome fotos en el Tepito montevideano hasta que un ancianito con toda su recopilación de sabiduría añeja me advirtió “cuidado con esa cámara, niña”. Ya con el radar chilango encendido, logré salir del laberinto y una hora después estaba tomando un café en una de las plazas más turísticas; no había tomado ni el segundo trago cuando tres chamaquitos menores de 14 años se sentaron en mi mesa a tomarse MI café. Al principio me indigné hasta ponerme roja de coraje, pero después no me quedó otra más que reírme de las ocurrencias “anda, dame otro traguito y así decí en tu país que conociste en Uruguay a un rubio guapísimo”. Y terminé pidiéndome otro café para mí y dos más: aún con esa cuenta me salió más barato que haber comprado uno chico de Starbucks. El más callado de los tres llevaba unos guantes y encima de su dedo meñique un anillo, simplemente por conversar –que no era necesario darles cuerda-, le pregunté por qué lo llevaba en ese dedo, su reacción me hizo suponer que lo había robado porque me respondió escondiéndolo “lo shevo porque tengo plata para comprármelo”.

Poco a poco terminé encariñándome con una ciudad que de principio me pareció gris y como extraída de un comunismo con casino, carretillas y toques del “Oro del Rhin”, el café de la 18 de julio donde los nazis se reunían en el exilio. Eso sí, quienes dicen que la carne argentina es mejor que la uruguaya es porque no conocen a los orientales, ¡qué guapos son los uruguashos!