domingo, agosto 28, 2005

Tarot

Tenía un compuesto de miedo y curiosidad que casi ni me dejó dormir la noche anterior. Esas cosas siempre me han dado miedo; una vez me lo quité estando en Cuba, cuando la “santera” me interceptó en la calle para decirme algo que me llamó la atención. Tres dólares después, dieciséis caracoles ilegales en el Malecón y un diagnóstico de diez minutos me hizo salir pensando: esta mujer tiene un pacto con Yemanyá. No fui la única embaucada y a los dos días de la lectura de los caracoles, los que nos sugestionamos con la grandeza del pronóstico nos dimos cuenta del timo, de que a todos nos había dicho exactamente lo mismo, e incluso había cerrado con todo y postre al advertirnos que, como era algo muy personal, todo el rollo era entre nuestro santo (en mi caso Oshún) su intermediario (léase: la santera o el babalao) y cada quien, así que chitón, nada de andar contando la sesión por el mundo. Pura pamplina y el discurso era igual para todos: acabas de perder a una persona muy querida; estás enfermo de algo (y si no, cambiaba el discurso, pues ten cuidado porque eres propenso a blablablá); te preocupa tu futuro (obvio: éramos 16 chavos, hasta yo lo hubiera adivinado) y así de tonto fue que caímos.
Con todo y este antecedente, uno de los jueves ¾ funareños, a la Sis se le ocurrió que ya no quería más incertidumbre en su vida y vamos a que nos lean las cartas. Todo había quedado en plan a la mexicana “sí, un día hay que ir”, hasta que se apareció la amiga del novio de amiguita para decirnos que le habían recomendado a una pitonisa impresionante, las copitas nos infundieron valor para hacer la cita cuanto antes. En menos de 24 horas allí estábamos las tres con nuestros nervios y la emoción. La Cuchis fue la primera en pasar y salió blanquísima (¡ejem!) para dar paso a Sis; mientras me fue contando y ahora éramos dos perplejas: no, júrame que te dijo eso, ¿en serio? Entré predispuesta porque una de dos, o de plano sí es verdad esto del esoterismo, o la mujer tiene una puntería de las grandes y un truco digno de Copperfield. En mi turno lo primero que hizo fue preguntarme:

- ¿Quién es Fulanito?
- ¿Fulanito? Un amigo.
- Ya, sí, un amigo, pero saliste con él, ¿no?
- Mmmm, sí, esteee, sí salimos un tiempo.
- Bueno, pues te va a volver a buscar, mucha conversación, mucha plática, mucha conversación.
- ¿Quién es Sutanito, Perengano Sutanito o Mengano Sutanito?
- Mengano Sutanito, mmm-miiii ex-nononovio, ¿pppor?
- Ya, pues hay una mujer en su vida, pero no te ha olvidado; muchos rencores y daños, hay que conversar, platicar, mucha conversación.
- ¿Quién es X?
- Una tía que se murió.
- No, está viva, ¿quién es X?
- ¿X? No, aparte de mi tía no conozco a ninguna X... ¡Ah, no, sí! ¡Es mi prima! -sí, mi coeficiente intelectual rayando en los negativos, mala idea que la gente tenga apodos desde la cuna-. Sí, mi prima se llama X.
- Ya, ella está lejos, pero necesita mucho apoyo, mucha conversación, apoyo, mucha plática, mucha conversación.
- ¿Quién es Y?
- Pues mi hermano.
- Ya, sí. Está en el extranjero, no te preocupes, todo bien, todo va a ir bien, no hay que preocuparse, no te preocupes, mucha conversación, mucha plática, todo bien.
Así fue sacando nombres, claro, empecé a desconfiar con el listado. ¿Quién es Martín, Úrsula, Jacqueline, Ernesto...? Era lo que yo quería saber así que no, pues ni idea. Pero le atinaba a unos muy difíciles y eso me confundía, hasta los nombres compuestos los decía e iba sacando poco a poco conclusiones que embonaban perfecto con mi relación hacia esas personas y a las que no conocía me decía que las iba a conocer (mi sospechosismo en total alerta roja).
Todavía no sabía lo que le había dicho a Sis y sólo tenía la versión de Cuchis, que en sí misma era lo suficientemente fuerte como para hacernos pensar a las dos que no nos estaban estafando. Pero yo seguía adentro y para esas alturas mis nervios se habían materializado en una ligera sudoración de manos y una discretita y congelada sonrisa. ¿Qué le pasa a esta vieja? Una parte de mí se negaba a creer que era cierto, iba como con coco-wash de que no me iba a sugestionar con nada de lo que me dijera y cuando me dijo que de salud estaba bien, pude respirar hondo: lo sabía, tenía que ser un timo. Fui reiterativa y le volví a preguntar ¿entonces no tengo nada, estoy bien de salud? Sí, al menos ya no tienes que preocuparte por lo que te estabas preocupando. A ver, está bien que mi índice reumatoide haya disminuido de 181 a 128 en 6 meses, pero aún así estoy más de 100 puntos arriba de la condición normal. ¡Bien! Tranquila Ana Lucía, te dije que todo era estafita y ya.
Aún así la espinita no salía, seguía con la duda enorme de cómo le atinó a esos nombres (y a muchos más) y a otras cosas; en la recapitulación de los hechos todas nos negábamos a que la mujer fuera realmente una vidente y nos decíamos, “es que claro, te va sacando información y piensa tan rápido que saca conclusiones que pueden llegar a embonar perfecto”. Obvio es eso, ¿no? Ajá. Y de pronto alguien volvía: “pero no entiendo cómo pudo saber que mi hermano está en el extranjero”, “sí, o lo de mi familia, eso casi nadie lo sabe”, “bueno, pues a mí también me sacó de onda que haya dicho justo ése nombre, digo, no es así como Juan o Ernesto, o sea, está difícil”, “sí, sí está de pensarse, como cuando te dijo lo del negocio de la comida, digo, pudo habérmelo dicho a mí, pero te lo dijo a ti y así como que cara de chef no tienes, digo, sin ofender”, “ajá, y en cambio a ti que te dijo que le bajaras a la fiesta, o sea, como que sí le atinó a cada quien y no es que alguien le hubiera podido decir, porque amiguita que nos recomendó esto ni siquiera sabe la mitad de esas cosas”, “sí, eso es lo único que me deja pensando que no sé qué pensar”.
Pero mentía porque había más cosas que me siguen haciendo pensar que no sé qué pensar; porque también me dijo que me dedicaba a algo que tenía que ver con el extranjero, que estaba en un momento de transición y que no debía preocuparme porque el trabajo llegaría, que tenía que concentrarme en lo que estaba haciendo, que el amor estaba a la vuelta de la esquina (obvio que con esa declaración uno paga hasta una fiesta) y, a pesar de haberle pedido que no me dijera cosas negativas, lo escuché. Vas a irte a estudiar al extranjero y te vas a casar allá; vas a tener tres hijos, no, dos. ¿Cómo? ¿Tres o dos? Tres, pero dos. Ya no quise indagar más y me quedo mejor con la conclusión de amiguitas: claro, tus gemelitos y otro, o el VicBro “es el chamaco que querías adoptar, ¿no te acuerdas?”. O b v i o. O cuando hizo la declaración que me hizo palidecer y salir con la cara más lívida de las tres porque podía esperarme todo menos que me dijera que me habían hecho algo: ¿Cómo que un trabajito? Sí, un trabajo, daño, pero ya estás limpia, tienes buena estrella, te están cuidando bien. Ya estás limpia.
Sigo sin encontrar conclusión lógica a varias cosas, tiendo a creer que estas personas son expertas en las reacciones de los demás, pero no sé... Las tres estamos igual de sorprendidas y no sabemos ni qué pensar, así que mientras trato de adivinar los entramados incomprensibles de la ciencia ficción, ahí les encargo que sigan contribuyendo para la buena estrella que lucha contra los trabajitos. ¡Qué ironía! Yo que hasta hace poco rogaba internamente “cómo me gustaría tener un trabajo” y algún despiadado haciéndome un trabajito a escondidas... ¡Hay que ver!

jueves, agosto 25, 2005

Lluvia cursi-chida

De las pocas cosas que he aprendido en esta vida es que uno está aquí para aprender, y uno aprende y aprende y aprende. Es triste decirlo, pero hoy sé que casi no hay constantes, que la gente va y viene y que debemos aprovechar al máximo estar con ellos; que los etapas no son más que momentos. Los días lluviosos me ponen nostálgica*, que no melancólica**; y lo que es peor: pensativa (¡sí se puede, sí se puede!). Y pienso que es verdad, que uno aprende a vivir sin gente que quiere, uno aprende a vivir sabiendo que hay muerte, uno aprende a vivir sabiendo que hay despedidas, que hay viajes, uno también aprende a vivir con enfermedades incurables y degenerativas, uno aprende que a pesar de todo la vida continúa y si no te mueves con ella terminas sin aprender las reglas del juego y entonces ¿qué hubo? para qué estás aquí.
Creo que la primera vez que la escuché fue en The O.C. (¡qué barato, qué barato!) y qué pena muchachos, me perdonarán, pero desde ese instante la canción me llegó al extremo más cursi de mi sensibilidad visceral auditiva, así, sin más. Después de mucho tiempo escuché la letra y el destino no pudo haber escogido mejor timing para darme cuenta de que hay millones de personas que piensan y sienten lo mismo que yo: que contrario a lo que pensaba, comparto el sentimiento en solitario con otras almitas igual o peor de distorsionadas.

You say you wander your own land.
But when I think about it I don’t see how you can.
You’re aching, you’re breaking, and I can see the pain in your eyes.
Says everybody’s changing and I don’t know why.
So little time
Try to understand that I’m trying to make a move just to stay in the game, trying to stay awake and remember my name.
Because everybody’s changing and I don’t feel the same.
You’re gone from here.
Soon you will disappear fading into beautiful light.
Because everybody’s changing and I don’t feel right.


Apar
te de mis tres hermanos viajeros, ¿también tú, Brutus? Nubecita (no llores porque llueve, diría el Kiddo) y el Mechitas se me van, entre otros. Luego que a muchos les está entrando la fiebre del matrimonio de verdad que ya no sé ni para dónde, claro, siempre está el consuelo utópico ya-tengo-muchos-pretextos-para-viajar (con el ¡yupi! incluido en el coco-wash) y el otro de que a Bridget Jones al final le fue bien (claro, después de millones de cenas incómodas entre parejitas de casados... Con la gracia que me causa el nuevo apodo al que me he hecho acreedora, Ana Lucía la Texas, por aquello de “the lonely star”). En menos de un año la gente se desquició; unos se fueron de maestría, otros de doctorado, otros a trabajar, otros se casaron, y las noticias continúan porque se los digo, es el tema de moda, mis cuates súper in siempre en lo de hoy: me voy a vivir con mi novio, me caso en un año, voy a “aplicar” para tal lado... And everybody’s changing and I don’t feel the same. ¡Qué horror! Y yo sin titularme y sin prospecto de novio...

PD
Tenías razón master Kiddo (sí, últimamente has estado muy brillante, hay que aceptártelo), el disco está meloso, pero sabroso... Keane’s new fan!! Gracias totales y ya somos dos...
PPD
Como diría el Charlo: "Se desgranó la mazorca"... Perdón por haberla quemado, era como frase de la semana (o del año), pero lo buenísima que tiene lo tiene de localísima y vaya que define el momento.

* Que tiene una tristeza que acompaña al recuerdo de épocas, personas o lugares a los que uno se siente vinculado afectivamente.
** Que tiene tristeza vaga, profunda y permanente.

lunes, agosto 22, 2005

Sopa de tortilla

La semana anterior había recibido llamadas de la güera y de ohohoh-irerirerie, vamos a un antro para aprovechar que sigo soltera... ¡Momento! ¿Cómo está eso de que ya vas a tener novio?, aguanta ocho días más porque hoy no puedo, y así obedeció la wearever tan linda. La idea original consistía en visitar un Chip, quería una despedida de soltera de las de verdad con todo y el grupo de las erreístas. Bueno, en realidad queríamos un pretexto para el reencuentro y éste cayó como anillo al dedo. Después de cadenas vamos a tal lado, yo sí voy, yo no puedo, las trais y así, se me ocurrió sugerir un precopeo en mi casa, digo, para que nos saliera más barata la fiesta y a lo que te truje Chencha.
¡Oh, una mañana te veré llegar! El viernes fueron llegando las niñas y que el tequilita, el vodkita, el vinito hasta que alguien preguntó si realmente queríamos que nos bailaran hombres sexys: la decisión era sorprendente y unánime, lo dejamos para otro día porque el cosmo-chisme galopaba raudamente a la medalla de oro. Y descubriré que yo solo ya no estoy mejor. Aquello era una orgía de estrógenos en debate porque mientras unas afirmaban que no había nada en el mundo como tener a un hombre al lado, otras nos dábamos ánimos al decir que podemos sentirnos completitas sin el cromosoma Y (incluso en días lluviosos); (y te pediré que me acompañes) luego la controversia se puso roja cuando una afirmó la teoría mitológica de que por convivencia con otra fémina, con el tiempo se emparejan las lunas de cada quien y los tiempos de ambas terminan ajustados. Adónde en verdad no sé, dime que sí, miénteme. El panel digno del show de Cristina fue cambiando su inocencia, los temas tratados iban tomando dimensiones a lo Hugh Heffner conforme la miríada de alcohol entraba al sistema. Podría ser que al final rompiste el cristal en mí. De pronto una empezó a ponerle punto a la séptima letra del alfabeto y hasta se quedó sorprendida cuando la otra dio el consejito, y eso que yo era la más liberal, decía indignada al ver suplantado su puesto histórico. Podría pasar que me hagas hablar; yo creo que tienes el don de curar este mal.
No sé cómo -juro que yo había ido al baño-, pero de pronto a una le dio por sentirse geómetra y reiré por siempre cada vez que escuche la palabra oblongo que dio paso al baile fugaz mi-dulce-niña-na-na-na. Compostura niñas y volvimos a sentarnos para dar paso a la lectura y a la ronda de brindis por Cosmo; para que si en una entrevista de trabajo nos preguntan qué periódicos o revistas leemos, nos convirtamos en Pedro y la neguemos tres veces; por ellos muchas veces; por nosotras y los seis años que llevamos de conocernos (ay, ya no se pongan pesadas, el botox puede esperar); por la clase de noséqué (en el fondo un brindis ñoñísimo, cómo no si somos un dechado de traumas universitarios y entre nosotras miss Baillères ’99); por fulanito que no vino; por sutanita y perenganito; vamos, creo que hasta brindamos por nuestros profes que
hubieran estado tan avergonzados de sus discípulas...
Moción de orden hipócrita porque dimos paso al concurso más roto de la historia, con el afán de competencia masculina que nos da por padecer a los seres humanos, “las boobs más fotogénicas” carcajeó el ambiente y nos obligó a tomar la filosofía “cuando uno está fregado mejor ni habla”. ¡Ah! Pero eso sí, el video del momento vale oro, ¡cómo no! Porque con eso de que la finalista bravucona le decía a la contigo-es-humillante-esta-competencia, oye no me intimidas y una cosa es moverlas así y otra es círculo-círculo-círculo, la cosa se puso ruda y todas trataban de hacer su mejor esfuerzo para quedarse con el título que al final dio paso a un nuevo baile efímero I’m addicted to you don’t you know that you’re toxic.
Y el corazón golpea, estoy desesperada; lo busco en todas partes, sus besos me hacen falta. Lo sabíamos desde que lo planeamos, íbamos a adquirir una fiesta de pronóstico. Loca, que a mí me digan loca; se mira y no se toca. Lo que nunca supimos fue el nivel que llegaríamos a subir junto con la hora y los decibeles de la música. Este amor es mío, sólo mío. Y es que cualquier predicción hubiera tenido un margen de error muy grande: ocho mujeres en desenfreno y con pila recargable: de proporciones bíblicas. Loca, enamorada y loca, capaz de cualquier cosa, orgullo de mujer cuando está herido.
Incierta la hora de despedida, sólo recuerdo las burlas porque el suéter me hizo la mala pasada de cubrirme al revés, pero al amanecer Manzanita y Gweni-Tai me dieron la razón: las camas de mi cuarto se mueven, ¿ven cómo no era yo la del problema? La recapitulación entre ocho vasos de agua nos hizo preguntarnos por qué dolía tanto el cuerpo. Nada que ver con la plétora de alcohol, ni con los miles de bolita-bolita ejercidos; ni hablar de las risas multitudinarias y carcajadas aeróbicas; mucho menos con el baile miénteme-condéname-encadéname, o con los saltos y revoloteos por el lugar; obvio no influyeron los abrazos te-quiero-mucho-a-pesar-de-la-ebriedad; no, en serio no sabemos a qué se habrá debido el dolor...
Al parecer el baño de progesterona nos hacía tanta falta que ahora ha quedado instaurado el club de Kitty vs Andrés, reuniéndose una vez al mes en forma de ladie’s night postmoderna, a ver si así descubrimos la falsedad o verdad de su teoría.

viernes, agosto 19, 2005

Elige mi propia aventura

No es por presumida, pero últimamente me caigo muy bien, con todo y mis tropezones por la vida y mis recriminaciones nocturnas te-pasas-Analucía. No sé a qué se deba mi autoenamoramiento, igual y es el complejo prozaico de las gotitas que me están reduciendo el índice reumatoide el que me tiene en el mood je vois la vie en rose, no sé. Tal vez sea el mesecito de duelo que me eché por aquello de las andanzas colombianas y el que amiguitos me consintieron como los grandes: las distracciones me caían como olas en mar picado y no había un día en el que cafecines, fiestas o visitas caseronas me dejaran. El resultado es claro, envejecí los años que me había tragado y a la doble bolsita de las ojeras le agregué una amiguita más; Lulú Marina como la futbolista que nunca ha intentado ser, agarrándolas todas de aire o de rebote.
Lo gracioso de mi caso es que me he convertido en una víctima cautiva de la transición y ahora tengo que elegir mi propia aventura. Sí, ayer nos quedó claro: no pertenezco a la generación Rebelde ni a la Timbiriche, entonces mi crisis de identidad debate ¿Onda Vaselina, Kabah? ¿qué generación soy? ¿qué lugar ocupo en el universo? Es que somos un target poco explotado, con ansias locas de diversión y con pocos lugares adecuados a nuestras necesidades. Y aunado a la falta de coherencia generacional, tengo el ataque de la globalización dándome puñaladas. Por eso últimamente sólo tengo decisión de menú aéreo: res o pollo. Elijan su/mi propia aventura.

De pollo... (aventura 2)

(introducción aquí)


Yo no sé por qué si es que ya te lo tengo advertido, lo tengo bien decidido, ando buscando lunas nuevas. Nos habían dado las cortesías para el aniversario del antro de la estrellita roja que de verdad no me gusta tanto, suficiente molesta estaba con el lugar al saberlo colmado con los amigos de primitito o con las quinceañeras chicas de hoy tururútururú. Claro, pero nos habían encontrado enfiestadas y con la errepé (relaciones públicas) del FUNAR que conoce a todos los enterados pues plan armadísimo; ahí estábamos de nuevo en esas andanzas que es que a nuestra edad ya ni se ven bien, bueno, a ninguna, pero con nuestros añitos eso ya no se soporta y ¿cadena? ¡Al demonio! Ya lo viví y lloré, todo quedó en el ayer y mejor respondamos a nuestras necesidades apremiantes: mesa con suficientes asientos, botellita y gente mayor de 21, ya no pido más, lo juro, me rindo. Es que eso ya era el colmo del cinismo porque aquellos pubers no superaban ni los 15, y yo lo único que atiné a decir fue un chistorete gracioso sólo para las damas: definitivo, me siento tan identificada con la generación del ’84, pero confieso que me hubiera gustado haber sido del ’90, con las risas elocuentes de la Cuchis y la Beco, mientras el Kiddo, el Gansi y el Tur trataban de piratearse nuestra idea con tan poca gracia, ¿generación del ’34? ¡Ay por Dios!
Y a Dios le pedía que no me sucediera lo mismo que una semana anterior, cuando la banda científica se unió para ir al Riv y yo no daba crédito al acercarse el tipo a decirme yo no sé qué, pero ay, no: ¿de dónde eres? Moríame de impresión porque este imán de latin lovers me empieza a incomodar y necesitaba testigos de mi suceso así que la chica Dupont fue testigo junto con the married-one y sabes qué, te juro que ahorita te veo, voy a mi mesa, mucho gusto, ciao. Todavía no superaba mi impresión cuando sentí dos golpecitos en la espalda y tenía a un nuevo individuo a mi lado y ¿cómo te llamas? Nombre-nombre, diez segundos más de conversación y no te empieces a alterar Ana Lucía, ya estas paranoica, no saques conclusiones tontas, pero es que esta frase ha sido la del año porque ¿de dónde eres? En menos de 10 minutos la globalización me había llevado de Salvador a Venezuela con mi cabeza pensando en Colombia y los pies en México, así que dame otro tequila y al ratito te veo.
Conclusión: Mi ego me indica que efectivamente es cuestión mía, pero mi razón sólo me hace pensar en dramas políticos, económicos y sociales expulsadores de hombrecitos que cómo estará la cosa para preferir vivir aquí; subidas de ego agridulces. Tal vez mi única solución sea irme del país a ver si allá consigo a algún mexicano no-rebelde, menos pre-rebelde, no-timbiriche, no-escondedordeanillos, no-invitadordealcoholes. Bueno, pero otro día lo pienso, ahorita me sigue dando un poco de flojera...

(elige otra aventura)

De res... (aventura 1)

(introducción aquí)

Al FUNAR le dio por querer regresar a los orígenes y adiós cafés, lo nuestro lo nuestro es el brindis; tal vez por miedo a que ya nos estamos dando cuenta de la edad y ahora sí a aprovechar los últimos segundos de fiesta ruda antes de vernos ridículas, o porque nuestros cafés se empezaban a ver interrumpidos por “coincidencias” extrañas, eso sí que no nos quiere quedar claro. Y así fue como inició todo, mientras la tercera parte del club prefería rendirle culto a Alah moviendo la pancita, las otras ¾ ya íbamos en el segundo vodka-ron-tequila respectivamente. Como era de esperarse, el oso viaja al parejo con los tragos y juro haber llorado de risa con el “oye” que la Cuchis profirió después de que yo organicé la tontería del primer día.

Sis, ése chavo de negro no te quita la vista de encima.
Ay, cómo crees, te está viendo a ti, aparte debe tener como 12 años.
Cómo va a tener 12 si tiene la barba súper cerradita... Espera, se acaba de levantar y viene hacia acá, te lo juro.
Ay sí... ¡Ay no, ahí viene!

Y mientras a nosotras nos estresaba la posibilidad de que muchachín se acercara, él sólo pensaba en la ruta óptima al baño: enfrente de nuestra mesa; pero la duda la seguíamos teniendo así que ándale Cuchis, ahorita que pase yo te aviso y le preguntas su edad, ¿no? Con la mala puntería de amiguita “oye, oye” que sólo atrajo al mesero: el tipo venía metidísimo en su rollo telefónico y ni peló. Obvio había que salir del ridículo rápidamente así que como quien no quiere la cosa y muy dignamente, la Cuchis le sonrió al mesero y se atragantó la mitad del vodka para que sonara lógico, ¿me puede traer otro, por favor? Es gay, decía alguna indignada. Obvio sí, ¿no ves el anillo tan raro que tiene? ¿Cuál anillo, el dorado que trae en el dedo anular de la mano izquierda? Y el FUNAR empezó a despertar ante un panorama de apoplejía en la cruda realidad de vernos rodeadas por ruquillos a-la-de-tres-escondemos-el-anillo-y-hola-nena-cómo-te-llamas. ¡Guácala!
Con el mesero “señoritas, los señores de la mesa de al lado les invitan esto” que se está haciendo una costumbre incluso hasta de fastidio porque se volvió a repetir el segundo día de ir a dicho lugar. Peor porque el tipo invitador fue a sentarse en medio del chisme y cortó la inspiración para dar paso a mi ataque de risa incontrolable. Y así como estúpida quedé cuando la Cuchis hundía a la Sis que respondía a las preguntas del acosador les-picho-otra-ronda-no-gracias y es que mi amiga es una floja, no hace nada, no estudió, nada y yo no tenía ni para dónde voltear la carcajada hasta que, así sin más, la vomité y el ataque de risa que me hizo reír hasta la lágrima y el moco era visualizado por el dis-po-si-ti-vo de seguridad que se acercó a nuestra mesa con gerentes, meseros y ayudantes divinos a preguntarnos si nos estaba “importunando” el señor. Somos unas consentidas de lo peor y el tipo un incordio de pronóstico. A ver, por Dios, te vimos esconder el anillo en el bolsillo, traes una mala copa de aliento y no tienes la menor actitud al creer que por invitar una ronda te tenemos que soportar, así que fúchala, ahuecando el ala y tal vez leyó mi pensamiento porque fue un placer conocerlas señoritas, ciaociao.
Sin perspectivas de ligue y sin poder chismear de corridito como en el café, pero divirtiéndonos de lo lindo, cómo no. A ver quién más que yo podría hacer el oso de abrir su bocota en el momento menos oportuno, estaba disertando sobre el por qué sí podría andar con un asiático cuando el grupillo cantador se silenció, dando paso a mi voz estridente (claro, con la banda mi voz no se oía así que prácticamente daba mi opinión gritando): kamasutra. Bien Ana Lucía, qué manera tan esplendorosa de atraer miradas, démonos un tiro y diez centavos para una vida a esta princesita, aplausos. Pero la Cuchis me la mató cuando se acercaron los de la banda a cantar por nuestra mesa y el acordeonista se enamoró de ella, hasta se acercaba para hacerle solos con la burla inmensa de la Sis cortada (porque eso de su nueva carrera gastronómica sólo nos está dejando dedos mochados y zanahorias ralladas, habrá que ver).
Conclusión: mercado generación Timbiriche descartado, muy mayores para andar ligándose chavitas de 20, pero muy menores como para respetar su matrimonio ¿oye papi dámelo todo? Yeah, right. Lo juro, tipos así no me laten ni para cacheteralos. Ache-u-e-uve-a. Tal vez mi única solución sea salir del país a encontrar mi destino en otros lares...

(elige otra aventura)

martes, agosto 16, 2005

Meritócratas

Oye ¿y cómo fue que tu mujer te dejó venir a tomar el cafecín conmigo? No me dejó. ¿Cómo crees, entonces qué haces aquí? Pues dije que tenía una junta. Horrible te das cuenta de que me acabas de aumentar un complejo, ahora voy a estar traumada por sentirme casa chica sin tener ni remotamente privilegios de capillita, ¡te pasas!
Habíamos quedado de vernos a las 6:30, pero esta ciudad y yo tenemos un conflicto de ubicación y de retención de datos, así que es muy común que me pierda y llegue tarde a todos lados después de gastar millones en celular: ya me perdí, ¿dijiste vuelta al tercer semáforo?, ¿enfrente de cuál panadería?, no se ve el nombre de la calle, sólo veo muchos arbolitos y un coche rojo enfrente de mí, ¿es buena referencia? Sí, el concepto de despiste va más allá de mi descripción. Fue un milagro que se me apareciera el valet del Starbucks a quien simplemente le iba a preguntar si sabía dónde demonios estaba el Starbucks y a las 7:15 ya estaba sentada en la mesa tomando el Moka que el Horrible me había pedido media hora antes.
Cuando yo todavía iba por la vida dando exclusivas de mejores amigos, él era MI mejor amigo; nuestros planes de vida se fueron haciendo cada vez más diferentes y con los años dejamos de vernos tanto; eso sí, cuando lo hacíamos parecía que el tiempo no había pasado. Es de esas personas con las que hay una conexión mental medio rara y con una mirada me puedo sentir regañada, felicitada o completamente estúpida. Casóse hace seis meses (la reseña aquí, aquí y aquí), tiempo que llevábamos sin vernos. A la semana de matrimonio me llamó para decirme la maravilla que era estar casado, una luna de miel tan dulce que empalagaba y blablablá; a los dos minutos no pude seguir aguantando la risa manchada (de amiga casi hombre): te la estás pasando súper mal, llevas una semana de casado y está del carajo, a mí no me engañas. Casi me cuelga el teléfono como casi llorando aceptó que tenía razón ahora-qué-hago. Pues te friegas y ya ni modo, compadre, mínimo dos años, digo.
Ahora que lo vi, lo vi muy bien, tanto que hasta me dio gusto que se hubiera casado. Al parecer los tres primeros meses fueron fatídicos, de aventarse platos y toda la cosa, pero la madurez llegó a los 90 días, cuando ambos se resignaron a las manías del otro. Es más, ahora sí le creí cuando me dijo que estos seis meses habían resultado su mejor terapia de auto-conocimiento porque no sólo estaba tratando de lidiar con las mañas que él sabía que tenía desde chiquito, sino que además ella le ha hecho ver otras muchas más que ni en su peor mala copa creyó poseer (no, yo nunca ronco). Aún así mi concepto de matrimonio feliz no involucraría inventarme juntas para poder ver a mi-mejor-amigo. F l o j e r a, pero cada quien.
El primer café se acabó antes de que llegáramos al nuevo trabajo que tiene; otra ronda para los dos. Total que para las 11 de la noche la conversación ya había pasado por el resumen de la vida de los demás, que si Fulanitos se casaron y que Sutanito se va para Madrid y Menganita pa’ Alemania y güiri-güiri à la Chapoy hasta terminar discutiendo de etiquetas: que no soy BoBo, me gusta más visualizarme como una nueva burguesa ilustrada; no, cómo crees, él para que veas sí es súper meritócrata. Uno realmente no tiene idea de la cantidad de frivolidades y de temas debatibles que puede llegar a discutir con un publicista. Por supuesto salí deprimidísima después de recibir un análisis de mercado de mi causa y ya me vi solteronísima a los 35, en mi loft de la Condesa tratando de dejar de fumar desde hace una década, toda una party girl acabada y con vestigios de Bridget Jones resignada. Ah, pero eso sí, así como en el Starbucks, los pisos de mi baño no serán de mármol (demasiado ostentoso), la piedra caliza siempre le va a dar un toque BoBo del que según él no soy capaz de esconderme... Lo bueno es que es uno de mis mejores amigos.

lunes, agosto 15, 2005

La frase de la semana - Libros

Sí, soy de lo peor, esta sección no tiene sentido, debería llamarse la frase de la quincena o la frase del mes (bueno, eso no nos gusta tanto, bastante tenemos con Andrés); es más, debería llamarse "La frase de cada que nos acordamos".
En fin, el punto es que la mami sí que me hizo reír hoy:
¿Te acuerdas del libro que buscaba y que no encontraba? Pues lo encontré buscando otro que ahora no encuentro...

domingo, agosto 14, 2005

Niñita ñoña con vocación de mujer inconveniente

Llevaba meses sin siquiera mirar el disco, soy tan maricona que ni podría describir el miedo que me daba escuchar precisamente ésa canción. Bastante tormento tenía con las repeticiones obsesivas que el tocadiscos mental le daba a la melodía; suficiente con saber que a cualquier lado a donde voy, dos de cada cinco canciones son colombianas (evidencia empírica de por medio). Es muy tonto porque he andado también con mexicanos y no me la paso en el antro o en las fiestas diciéndole a todo el mundo “esa canción es mexicana”, como ahora que voy llenándome de odio con las miradas que los demás me profieren cada que hago mis comentarios, porque lo juro, no es por sentirme muy acá, pero es un hecho: la colombianización es lo de hoy, con todo y pronunciación divina de jota por ache. Hasta el Charlo gritó a la hora de la comida después de que los obligué a ver La Virgen de los Sicarios “Si querías que nos diera miedo visitar Colombia, felicidades, lo lograste”, cuando mi intención era justo la contraria (P.D. Lean el libro, no vean la película). Y la mami que mejor ya no quiso indagar más sobre las loqueras de su hija, prefirió el silencio cuando empezó la sospecha y ya ni porras le echaba al adorado; o como el Mechitas cuando avisé que ya habíamos cortado, "ya se terminó", con su sincerísimo “sí, claro, ya terminó para él, pero para nosotros apenas empieza”, y es que me tengo que catarsizar de alguna manera, aparte es la etapa del duelo, se me perdona.
¡Qué horror! Parezco amateur y de los tetísimos, no de los que se chiripean y les sale bien al final; no, yo que me las daba de mamá de Juan Camaney, terminé compitiendo en una categoría que “ya había pasado”, y para colmo perdí, con todo y oso, mega resbalón como de secundaria. Superación, gritan amiguitos ultra pacientes; hasta mis propias neuronas dicen tanto “ya basta” que en la repetición parece que gritan “hasta allá va” (inténtenlo y se darán cuenta de que suenan igualitito después de la tercera ronda).
Soy así como el amor del Pig: una niñita ñoña con vocación de mujer inconveniente, namás que sin los cien mil dólares. ¡Grandísima bruta! Seguro esto me pasa por haber roto millones de cadenas: “Si rompes esta cadena tendrás mala suerte en 10 relaciones durante 10 años, así que reenvía este e-mail a 10 personas en los próximos 10 minutos”. Por eso ahora hasta los jijos del comal de Universal y de las estaciones de radio, se unieron para hacerme padecer al escuchar esta canción que apenas comienza a oírse; se los garantizo, no falta mucho para que en todos lados se escuche, porque así es Juanes, porque así me había augurado el caleñito que sería y yo no le hice caso. ¡Por Dios! ¿Cómo le iba a hacer caso? Si la primera vez que la oí fue hace como cinco meses cuando la tocó en guitarra y, mientras él cantaba, yo ya había dejado 300 mililitros de saliva en la banqueta y un cachito de estómago se me había hundido en las costillas. Así no hay quien piense en nada, ni en las consecuencias, ni en adioses, ni en advertencias, ni en evidencias, ni en catarsis...

Para tu amor, Juanes

Para tu amor lo tengo todo, desde mi sangre hasta la esencia de mi ser. Y para tu amor que es mi tesoro, tengo mi vida toda entera a tus pies, y tengo también un corazón que se muere por dar amor y que no conoce el fin; un corazón que late por vos.
Para tu amor no hay despedidas, para tu amor yo sólo tengo eternidad. Y para tu amor que me ilumina tengo una luna, un arco iris y un clavel. Y tengo también un corazón que se muere por dar amor, y que no conoce el fin; un corazón que late por vos.
Por eso yo te quiero tanto que no sé cómo explicar lo que siento.
Yo te quiero porque tu dolor es mi dolor y no hay dudas, yo te quiero con el alma y con el corazón te venero, hoy y siempre gracias yo te doy a ti mi amor por existir. Para tu amor lo tengo todo, lo tengo todo y lo que no tengo también lo conseguiré.

martes, agosto 09, 2005

¿Bromas del destino?

No había sabido nada de él desde hacía como dos años. Lo conocí porque era amigo de amiguita Femsa y tuvo la mala fortuna de aparecer en nuestras vidas en el verano más funareño de la historia. Las cuatro solteras, de vacaciones, con viajes y visitas de vez en cuando a nuestras casas, cuando la Chavela nos dejaba. Ya éramos un activo fijo de aquél lugar: lunes y martes de 2x1 en la de Insurgentes, jueves, viernes y sábado en la de Pedregal. Diario cantábamos las mismas canciones y llegábamos a las mismas mesas donde los mismos meseros nos daban las mismas dosis: primero el litro doble de michelada y después el doble de cuba. Pasar dos meses así, no sólo atrofió mi hígado de por vida, sino que le dio jaque al sistema completo. Pasé mi cumple en la Chavela y lo festejamos todo el verano hasta el Ixtapazo, si FUNAR no podía, siempre había alguien con ganas de reven y todos sabían que yo estaba lista para la fiesta desde las cinco de la tarde; muchísimos amigos fueron mínimo una vez conmigo a dicho lugar.
El Valens también me acompañó en varias ocasiones, es más, nos conocimos en una y en la otra fue el acabose. El día después desperté porque amiguita Femsa me llamó muy emocionada: ¡Felicidades! Ya me contó Valens, ¡qué emoción! Y yo salté de mi cama voladora para despertar alterada ¿como de que ando con él? Sí, como el mal chiste de lo que no se debe hacer y el efecto Sal de Uvas (no lo vuelvo a hacer, juro que no lo vuelvo a hacer). Tratando de borrar los mensajes apenas vistos de tan frecuentes y agobiadores ¿ya estás despierta? ¿ya desayunaste? ¿ya te bañaste? ¿ya terminaste de bañarte? ¿ya vas a comer? ¡¡¡Quétimporta come torta con tu hermana la gordota, déjame en paz, córtalas que ni siquiera me acuerdo bien de mi propio nombre!!!
A veces creo que hago estas cosas por pura frivolidad, porque mi vida me parece monótona y necesito de estupideces así para sentirme protagonista de novela ya que mi circunstancia es relativamente normal, y busco vivir intenso a lo géminis: amándome u odiándome; para mí no tengo medias tintas. Por eso cuando me pasan estas cosas, la sonrisa se me queda permanente por mucho tiempo, porque yo no soy mas que la actriz de mi película y hay un director con identidad incierta que mueve los hilos sin recibir resistencia memorable, pero de tan malo que es, está convirtiendo el drama en comedia baratona à la risa en vacaciones. Estaba pasando por una etapa de auto-odio y reclamos internos, rumiando mi pasado y mis errores, cuando el Valens reapareció como fantasmita reprimido (es triste aceptarlo, ya ni recordaba el episodio). Regresó con el timing perfecto para reiterarme que no fue una novela y para que dejara mis venas en paz “¡qué horror! tuve el noviazgo más corto de la historia”. Hasta yo me había ido con la finta, pero no, ya había roto mi propio récord a pesar de haberlo reprimido:

Valens dice:
hola desvelada, hace mucho que no sé de ti. Cómo estás?
Leche Betty dice:
Wow, milagrazo, eh... Muy bien y tú?
Valens dice:
Medio en friega, comencé maestría en septiembre y sigo con la chamba y el kendo... Tú qué? Ya saliste de la universidad? Trabajando o de vacaciones permanentes?
Leche Betty dice:
Uyyy, tás peor que mis papás, pero ps ya qué, ando trabajando en mis vacaciones permanentes, pero mejor cambiemos de tema que te andas poniendo de un mala copa insoportable
Valens dice:
Jajaja, bueno y qué? Casadísima o soltera?
Leche Betty dice:
Jajaja, tú de plano no aguantas ni el primer trago, verdad? eso me dio risa y ps ando casadísima con la soltería, tú qué onda?

Valens dice:
Soltería es lo de hoy, duré un año con mi ex, pero corté hace varios meses. Pero tú qué onda, dos años sin galán, no te creo. Te la has pasado en el revén o qué, pensé que eras súper noviera.
Leche Betty dice:
Mmmm, pues si te sirve de consuelo corté hace un mes y duré 3 días
Valens dice:
Jajaja, ¿y eso? Qué raro, bueno, rompiste mi récord......... se podría decir que nosotros unas horas?? Menos de un día, queda clarísimo, jajaja, la verdad ahora lo recuerdo con risa, humor y hasta gusto!
Leche Betty dice:
Sí es cierto, pero nunca anduvimos bien, esos fueron cuentos chinos que te inventaste, jajaja. Y ya ves? Tú que hace dos años no me creías, te dije que con el tiempo te ibas a reír, a ver, pa qué sirvió tanto drama, pues :P
Valens dice:
Jajaja, No, tú sí eres un caso aparte, de estudio y para tenerte en observación las 24 horas
Leche Betty dice:
Ay qué feo, me sentí bichito de laboratorio, pero aún así tú no podrías con tanto tiempo, jajajaja... No, ya, lo siento, me pasé, pero es que en serio sí es muy muy gracioso, tienes que aceptarlo

Valens dice:
Para contar a los nietos, a pesar de todo uno se puede reír mucho contigo... Oye pero pues qué! podemos reintentarlo, jjajajaja al menos durar un día
Leche Betty dice:
Bueno, igual podríamos intentarlo unas horas más y le vamos sumando a ver a cuánto llegamos, no? Para que sean más de 24 horas

Valens dice:
jajjaja sí... de hora en hora en unos 10 años podríamos completar el mesecito, no?


Sis describe al Valens como al niño que encantada de la vida llevas a tu casa para que tu familia lo conozca; el típico chavo bonito con cara -y actitud- de bueno, a quien las abuelitas en corito describirían “es monísimo”; al clásico que si llevas una vez con tus tías, serviría para toda la vida “qué buen muchacho aquél, ¿cómo se llamaba?”; el que jugaría playstation con tus primitos y todos dirían “el novio de mi prima es súper buena onda”; con todo y disposición “le ayudo con los platos, señora”, obligando a tu mamá a sentarse mientras él se encarga; el único que se atrevería a darle vueltecitas a tu primita de cinco años que no se cansa “más vueltecitas, más rápido”; sí, el típico que quedaría bien con todos porque también ayudaría a tu papá con las bebidas, al tiempo que hablaría con tu hermano de su trabajo o de política (nunca mencionaría un table porque seguramente jamás ha ido a uno). Así es el Valens, el clásico buen partido que de plano nomás no, es perfecto para tu familia, pero lamentablemente no para ti. A él tengo que agradecerle el buen timing en el que regresó; tardó dos años en volver a dirigirme la palabra, y ahora que ve las cosas más tranquilo ya puede aceptar que es capaz de ser mi amigo; por eso yo apoyaría a las abuelitas porque “qué mono, la verdad”.
Con todo este reencuentro, hoy en el café FUNAR de emergencia me sentí poco especial porque las cosas que les pasaron a las demás superaron mi irrealidad; tengo que agradecer que yo no fui la que sudó más cuando de pronto la Cuchis -robándole el puesto a Pedro con el Lobo- dictaminó “ahí viene tu novio” y nadie le creyó hasta que el novio de amiguita estaba frente a nosotras y nos dejaba con cara de terror (¡te está checando!, traducción: no te creyó que efectivamente ibas a salir con tus amigotas: desconfianza) “¿qué haces aquí, amor?”; o cuando todavía no superábamos el primer susto y sonaba el teléfono de la otra “no puede ser, es Perenganito (el ex maldito que todas hemos de tener)” y Perenganito le habló con el único afán de saludarla feliz, feliz no-aniversario (mal gusto ése de recordar efemérides non gratas o non plus ultra, ahí sí ya depende joven). Menos de 10 minutos de tensión FUNAR y mi chisme buenísimo bajó más de treinta puntos porcentuales y salió de la contienda; con decir que hasta a mí me dio flojera contarlo porque a pesar de poseer todos los elementos de una gran historia (romance, humor, drama, contenido social, acción y hasta moraleja), la vida misma me comploteaba y nos estupefacía de absurdismo™; pero no importa, igual salí del Vips de la banderota con sonrisa kilométrica porque el destino me invitó un café para seguir creyendo en él y así de barato me compró...

viernes, agosto 05, 2005

Girls & the City - Crisis del cuarto de siglo

De que me dan mis temporadas de abandonos a secciones no hay duda, pero siempre es bueno reforzar las posiciones (Thalía dixit) y a petición de la multitud, Girls & the City regresa.
De nuevo, en homenaje a mis chicas locas que de vez en cuando se pierden en la fiesta y a los estrógenos deambulantes que nos hacen incomprensibles, va por nosotras niñas. Porque este amor es azul como el mar: ¡SALUD! Y uno, dos, tres: ¡Ánimo!
Nos hacemos viejas...
...porque empezamos a darnos cuenta de que cuando salimos, pedimos mesa -con ella viene la botella y eso implica que tenemos que estar sentadas la mayor parte del tiempo-, pagamos nuestra cuenta a diferencia de antes y ya no revoloteamos por el lugar toda la noche.

...y el mejor partido ya no es el que trabaja o está estudiando el postgrado, sino el que no está casado y no tiene hijos. ¿Divoricados? Mmmm, tal vez, pero todavía dignamente ponemos cara de fuchi si hay escuincles.

...ya que si antes un chavo quería bien contigo, te invitaba a las graduaciones de sus CUATES y ahora te invita a las bodas de sus AMIGOS.

...porque sube el ego que bebitos de 21 años quieran contigo cuando antes ni en broma pensabas en tener una relación con alguien menor. Lo que es preocupante es que tus perspectivas de ligue en los antros cada vez van tendiendo más a Ministerio Público. Y yo con estos gustos de susto... ¿Por qué Diego de Rebelde tiene 18? ¿¿¿por qué a mí, Señor???

...cuando ya no esperas que el tipo que conociste el sábado te hable al día siguiente porque sabes que lo hará hasta el miércoles o el jueves porque se acerca el fin de semana.

...las citas ya no son idas al cine, al antro o al café, ahora el “súper plan” es cenita.

...porque estamos ahorrando para comprarnos nuestro propio anillo de compromiso para llevarlo en la mano derecha, comprometiéndonos con nosotras mismas. Sí, sin comentarios.

...y no aguantamos fines de semana con fiesta de tres días.

...porque ahora tu mejor amigo ya no es el Wonder-Bra... y hasta agradeces que puedas dormir boca abajo pues así crees que se aplana la pancita: tus prioridades han cambiado.

...y empezamos a recordar más a menudo la escena de
The Sweetiest Thing en donde Cameron Diaz hace la ironía de los 22-28, 22-28...

...cuando compras exfoliante y la señorita del mostrador te aconseja cambiar el de adolescentes por uno suave, como el de tu mamá.

...porque ahora le sonreímos al cadenero para que nos pida identificación y, si eres de las privilegiadas, toda la noche presumes que te la pidieron como cuando tenías 16 y presumías que te habían dejado pasar sin tener identificación (¡WOW!).

...y la montaña rusa ya no es buena idea si quieres conservar tu integridad física y mantener en orden las últimas neuronas que has ido conservando como reliquia del siglo pasado. Siglo en el que por cierto, ibas a Reino Aventura y no a Six Flags.

...cuando después de haber ido al parque de diversiones, al despertar van tronando todos los huesos y te sientes en una cámara de Tetris. Pequeña broma de mal gusto: por fin te das cuenta de que tienes articulaciones...

...pues muchas de tus mejores amigas empiezan a hablar más en serio de temas escalofriantes como el matrimonio, el arrendamiento o comienzan frases que antes ni en la peor mala copa “cuando tenga hijos...” (MU-FA-SA).

...cuando descubres que tú eras fan de Muchachitas y una de tus heroínas ahora sale como mamá de una de las Rebeldes para hundirte en la depresión. Necesito superarlo, de verdad que alguien me ayude, por favor.

...porque ya no hay pretexto de adolescente por tener cambios de humores y ahora entiendes la crisis de los mid-20’s: ya no tienes pretexto, pero sigues teniendo cambios de humores.

...y
Sex & the City pasa de moda para que suba el rating de las Desperate Housewives y el terror particular al futuro incierto ¿y después qué seguirá?
...BOTOX ya no suena a astrofísica y el concepto de los "treintas" deja de parecer tan abstracto.

........¡¡¡MA-MI!!!

miércoles, agosto 03, 2005

Peor que la leche Betty

Mala gente y en el infierno enterita, enterita te vas a quemar...”
(Para evitar embotellamientos, se recomienda la lectura por colores... lamentamos el empalme de ideas)
Estaba muy clavada leyendo el mail-cadena que acababas de enviar y analizando si tenía un significado oculto. Egoístamente metida en mi rollo, con mis traumas colombianos à la Shakira-Cerati, hasta que recibí la cucharada de mi propio chocolate y ahora era YO quien debía pedirle disculpas a alguien más. No, no intentes disculparte no juegues a insistir; las excusas ya existían antes de ti. Con el coraje que te sigo guardando porque ése día me puse mal por tu culpa, porque si no te hubieras comportado como lo hiciste en tu despedida, yo no hubiera estado ni estaría triste por ti, y seguramente tampoco habría tomado tanto. Rompí la Regla de Oro, cometí un error etílico imperdonable, porque sobria ni con el mayor aburrimiento lo hubiera hecho, un error intransferible aunque de dos, pero por estar preocupada por otros rollos ni le había puesto cuidado a las consecuencias que iba a tener. No, no me mires como antes, no hables en plural; la retórica es tu arma más letal.
Lo más paradójico es que no sé hasta qué punto es lógico guardar rencor porque al fin y al cabo, si no te hubieras puesto así, yo no me habría dado cuenta y tal vez después hubiera sido peor. Ayer que me enteré de que únicamente había habido réplicas hacia mi persona, el primer sentimiento que tuve fue igualmente egoísta, la única hundida era yo; no era justo porque el error había sido de dos y fui yo quien primero se dio cuenta de la estupidez poniéndole un alto. Voy a pedirte que no vuelvas más, siento que me dueles todavía aquí (adentro). Y que a tu edad sepas bien lo que es romperle el corazón a alguien así. No sabes el trabajo que cuesta no contestarte, no preguntarte cómo te va, cómo te sientes, cómo estás; como tampoco sabes lo que se siente cuando me repito -con el único afán de atormentarme- lo que dijiste por desprecio y que igual dolió (Y es así como se va enredando el cuento; como se va torciendo el tiempo; como te quedas ciego; como te vas creyendo tus propias mentiras y como el silencio se vuelve un lamento de guerras perdidas). El impulso fue cediendo a un sentimiento que jamás había tenido, me da miedo llamarlo odio porque no quiero visualizarme como una persona capaz de odiar, pero jamás había sentido un desprecio tan grande por alguien a quien llegué a considerar un amigo. No se puede vivir con tanto veneno.
Resulta irónica esta ciudad, justo cuando crees que ya estás afuera, pasa algo que te vuelve a meter. Ayer me encontré a la T y hablamos de ti... y de mí, pero yo ya no quiero saber más nada porque quién pudo ser tan ciego para chocar de frente contra el fuego como mariposa. Fue por eso que decidí escribirle al otro y decirle lo que siento desde el instante en que sucedió, el mismo sentimiento que tuve cuando todo estaba pasando y que les hizo recapacitar a las únicas dos neuronas que estaban haciendo sinapsis. La esperanza que me dio tu amor no me la dio más nadie, te juro, no miento. Me da por extrañar y por sentir coraje porque por fin aprendí qué significaban los pasos de gigantes cuando tú ibas para allá y yo iba para acá, ya ves que cuando se me complica la vida, me cuesta el entendimiento. Lo que me enfureció fue pensar que lo de menos era que yo lo hubiera llegado a considerar mi amigo porque para el otro sí era su amigo. Porque los dos le hicimos daño a aquél, pero tuvo oportunidad de haberle dicho mucho tiempo antes: la primera vez que intentó algo y que no pasó nada; ahora le resultó más cómodo hundirme a mí para librarse. Dilema del prisionero donde el que pega primero, pega más fuerte. No se puede morir con tanto veneno. Y me enojo porque contigo no puedo enojarme, esto es cold case y pesa más la rabia que el cemento, pesa más el sentido que el sentimiento porque podemos hacernos daño, podemos odiarnos tanto, podemos perder las riendas, ¿ya no te acuerdas de cuando los astros se rieron otra vez y la llave de Mandala se quebró? No me podía quedar callada y no por mí. Yo ya no tenía nada que ganar ni que perder. Estaba muy molesta porque de pronto se me vino la visión de este monstruito lleno de envidias que sólo quiso hacerlo sentir mal a él y después el monstruito era yo porque es evidente que todo el rencor que tiene hacia mí es porque lo lastimé más yo que él. No se puede dedicar al alma como un gran intento, pesa más la rabia que el cemento.
Y yo no quiero eso para ti y yo no quiero eso para mí. Mala estrategia tratar de ser mi psicoanalista panchero, lo dicen tus paisanos: Freud está más en desprestigio que Marx. Me quedaste conociendo, dicen en tu tierra, aunque también tampoco porque a fuerza de tan boba, esta historia se volvió interesante, “de moda y en el mood”, tu frase... Como diría el Midas McAlister “el infierno debe ser un lugar donde te encierran con tus consecuencias y te obligan a lidiar con ellas”. Y yo estoy tratando de lidiar con mi estupidez y mis ansias autojusticieras, más la respuesta al mensaje que envié: cada quien tiene lo que se merece... Espero, que no esperes que te espere después de mis 26, la paciencia se me ha ido hasta los pies, y voy deshojando margaritas y mirando sin mirar, para ver si así te irritas y te vas.
Ma vie en rose el día de ayer se vistió de que te vaya bien, que te aplaste un tren y que te aplaste bien, pero ya qué: de una u otra manera -para los tres- yo ya estoy en el Carajo, o al menos me estoy yendo. También tengo un arrepentimiento diferente para cada uno de los tres casos y eso es peor: al final cada quien tiene lo que se merece. Ésa es mi veldá.