miércoles, diciembre 21, 2005

Balance de año

Me releo y no puedo creer el amargue en el que vivía. Hace un año despotricaba contra la Navidad y sus menesteres; me sentía la reencarnación femenina del Grinch y estaba orgullosa; me urgía que se acabara el 2004 porque inocentemente creía que ése había sido el peor-año-de-mi-vida, pero el destino es muy sabio y da cachetadas con guante blanco soba soberbias. Por eso, porque ya no me vuelve a pasar, aquí están mis 25 puntos que reivindican el 2005:

  • Aprendí que uno puede ser inmensamente feliz aun con una enfermedad degenerativa e incurable™.
  • Obtuve un diploma en Seguridad Nacional (ironías de la vida)
  • Pensé estar enamorada, pero era pura necedad: el amor no existe, el amor no existe (etsixe-on-roma-le). Sólo cambié Animale y Minotauro por Jean Paul Gaultier.
  • Salí cuarenta segundos en televisión nacional (con llamado y toda la cosa); y no fue para saludar a mis papás o en un reality show, si hasta por un momento me sentí inteligente.
  • En menos de seis meses perdí a mis abuelos, a mi tía y a mi perrita, pero gané cuatro estrellitas y el uso legítimo del cerebro para recordarlos a perpetuidad.
  • Tres amigos se casaron, algunos más anunciaron sus compromisos e incluso ya hay una nueva generación que está por nacer...
  • Me costó trabajo, pero al final entendí que la inutilidad no significa no poder caminar, no poder apretar un botón para cambiar el canal, no poder lavarse los dientes, no ser capaz de moverse... la inutilidad es otra cosa y le agradezco a Dios o a lo que sea que me haya dado la oportunidad que muy poca gente tiene de ser discapacitado y de enfrentarme a un miedo de a de veras, uno de los de futuro y presente, y por primera vez a entender el dolor físico, ése que te prohíbe hasta dormir y te vence al grado de sentir debilidad espiritual y desear no existir. Que me haya hecho conocer la soledad de verdad, no esa que de pronto a uno le da por sentir cuando lo cortan o esas tonterías de desamores; no, la soledad de saber que nadie entiende, que nadie siente y que nadie va a estar para siempre; que las enfermedades de verdad no se pueden compartir más que con uno mismo de por vida. Y después dejarme el silencio con esos sentimientos que terminan poniendo las sonrisas más grandes porque yo con mi soberbia magistral difícilmente hubiera podido agradecer y apreciar tanto sin este reto, porque este año aprendí que la vida no castiga, sólo desafía y mi carrera de obstáculos parece amateur.
  • Viajé mucho, mucho y padre, padre.

  • Me reconcilié con el tequila al punto del matrimonio, porque con él sí me caso.
  • Conocí gente maravillosa: hombres, mujeres y bestias (jeje) que estuvieron un ratito a mi lado o de plano ya se instalaron en mi panorama. Pesqué como las grandes, sin anzuelos, así nomás, con todo y extravagancias (¿strip qué? ¿otro extranjero?) y me rehusé al compromiso también: como las grandes.
  • Fui a muchos conciertos, muchos, muchos, padres, padres.
  • Perdí las llamadas de madrugada y la obsesión que por más de un año le duró al Turista (y me dolió en el ego saber de la novia y su respuesta "pues porque no te dejaste, pero yo estuve apuntado") Snif, snif, de ardida contesto que aprendí a andar en moto y comprobé que soy fanática del acento colombiano... Y después descubrí que salir con más de cuatro personas a la vez puede llegar a desquiciar al cerebro más cuerdo si no se vive en Marte con días de más de 24 horas y semanas de más de 7 días...
  • Fui víctima de los pronósticos de una adivina; pero lo único certero en mi vida es que ya estoy más cerca de los treinta que de los veinte (tssssssss)
  • Me sentí rockstar venida a menos: tuve fans y los perdí... ¡¡¡Buaaaa!!!
  • Me convertí al yoguismo al borde de creerme el saludo del sol cual Juan de la Barrera con su banderita.
  • Me pusieron una dieta con notita mental a la hora que pregunté cuánto tiempo me iba a durar mi privación y es que no, mi reina, tu dieta ya es un estilo de vida, ni pienses que si te sientes mejor... Y yo que siempre me negué, ya hasta le agarré cariño al sushi y me pongo en mi papel con la cara de fuchi cuando paseo por esta ciudad invadida de vacas.
  • Sin estarlo buscando porque las terapias me han ofuscado las mañanas, coticé para trabajar como diputada (di pu... ¿qué?), para una empresa de cabildeo, para una revista de quinceañeras y para una empresa de telecomunicaciones. Y yo le agradezco a toda la gente que pensó que mis servicios serían útiles, gracias por tener más fe en Ana Lucía que la propia Lulú Marina.
  • Descubrí que tengo muchos angelitos de la guarda, pero jamás uno tan real como la mami porque este año volví a ser bebé, muy a pesar de mis ínfulas de diva.
  • Cometí muchos errores, uno de ellos tal vez sea el peor de mis veinticinco veranos, pero agradezco la capacidad de pedir perdón desde el inconsciente y de medio levantarme.
  • Soñé con una ciudad de la que me enamoré, y reafirmé el cariño que le tengo al caos en el que vivo...

  • Agradecí como nunca la palabra amistad: el segundo pilar de mi vida.
  • Comprendí que por mucho que me aferre y que el Aparecido insista en llamarme así, ya no soy una niña, pero me niego a referirme en primera persona como mujer, aunque la edad, las arrugas, el Mitofsky y la vida insistan en apelarme de tal modo.
  • Tengo más pecas y más arrugas en la cara. Conclusión: tuve mucho sol y muchas risas.
  • Lloré mucho, por mucho fue el año en el que más he llorado, pero también uno de los más felices y al final sonrisa mata carita, carterita y choro...

Gracias a todos por leer mis disertaciones y por haberme acompañado en este año de página rosa; ya sé que faltan dos semanitas pa’l cambio de numerito en el dos mil, pero es que con este frío a uno le da por reflexionar y pues aprovechando, ¿no?

miércoles, diciembre 14, 2005

Like a friend!!!


Which British Band Are You?
¡Qué bien! Aparte una de mis canciones favoritas es suya. Soy feliz:
Don’t bother saying you’re sorry, why don’t you come in, smoke all my cigarettes again. Every time I get no further. How long has it been? Come on in now, wipe your feet on my dreams. You take up my time like some cheap magazine, when I could have been learning something, oh well you know what I mean.
I’ve done this before and I will do it again. Come on and kill me baby while you smile like a friend. Oh, and I’ll come running just to do it again.
You are the last drink I never should have drunk
; you are the body hidden in the trunk. You are the habit I can’t seem to kick; you are my secrets on the front page every week. You are the car I never should have bought; you are the train I never should have caught. You are the cut that makes me hide my face.
You are the party that makes me feel my age.
Like a car crash I can see but I just can’t avoid. Like a plane I’ve been told I never should board. Like a film that’s so bad but I’ve got to stay till the end.
Let me tell you that it’s lucky for you that we’re friends.
¡¡Wow y recontra guau!!

martes, diciembre 13, 2005

Reciclaje

Se supone que es la imagen referente al reciclaje, bueno, que incita a depositar los envases vacíos de vidrio en ciertos dispositivos cuya carencia se hace evidente en este país de las mil maravillas (menos esa) No llevábamos ni una copa terminada, es más, apenas estábamos en la barra esperando que nos dieran mesa: la excusa de la ebriedad no puede ser utilizada. Aburridas no estábamos, eso seguro, tal vez el degenere neuronal se debió a que yo tenía el misil en la cara, así que me dio por analizar el simbolito: “parece más como si en lugar de gasolina sugirieran el uso del bacacho pa'l coche”; pero la Sis mató cualquier filosofía abstracta con una pregunta “¿no son unas pompis?” No puedo dejar de reír, no sé si algún día pueda; había prometido no hacer referencia, pero no me aguanto, lo siento Sis...
* El simbolito es el de la izquierda: una mano, una botella, un orificio (el del dispositivo que recopila materiales vítreos) Perdón si no se alcanza a ver bien, se hizo lo que se pudo.

jueves, diciembre 08, 2005

Kitsch

Kitsch: popular decorative objects, writing, etc., that pretend to be art but are silly and worthless. (No encontré definición en español, se me perdona)
Con los tres últimos lugares que visité de viernes a miércoles no me queda más que quedarme con la idea de que mi vida se está haciendo medio kitsch... Bueno, a decir verdad el primero era un poco más minimalista, pero nuestra fiesta fue mayoritariamente conceptual, tanto, tanto que hasta terminó onda fetichista con todo y fijación pedestre. De pena ajena, la verdad, pero pues ya qué, cuestión de confianzas y de risas gay-lussacs con el baile de los pies hermanitos-lelos...
El del sábado superó mis expectativas, todo el mundo hablaba de La Perla por aquí y La Perla por allá, pero tenía que ser hasta el cumple del Friend que lo conociera y créanme, si son de mente abierta, es un lugar al que vale la pena ir... Es más, es un lugar al que definitivamente hay que ir.
Paradójicamente lo más kitsch del miércoles no fue el lugar (y vaya que yo iba hiper alerta a conocer el sitio que hace réplica del nombre del santo de los narcos, y bueno, con eso de que está tan de moda la onda "reina del sur", pues apoyé la moción a la de tres, igual también vale la pena ir) Según la definición del diccionario, mi blog también podría definirse como kitsch -y ya ni hablar de la autora del mismo-, así que una reunión con mis blogangs no podía sino desembocar en el mismo concepto. Se me culpa de haber iniciado una conversación, pero por Dios, el ingenio de estos tipos rebasa cualquier predicción surrealista. Y si no me creen pues no importa, yo tampoco puedo creer la fiesta del señor don Febenísimo según el Conde. O el tardío arribo del Master con la actitud más ibid de la noche: cambiarnos por un mago no puede tener otro adjetivo, desde luego...

miércoles, diciembre 07, 2005

Justicia divina II (no es lo mismo Wonderwall que WonderBra)

“Quiero que esta noche sueltes toda esa alegría que ya no puedes guardar. Deja que tus sueños sean olas que se van libres como el viento en mitad del mar. Creo que la vida es un tesoro sin igual, de los buenos tiempos siempre quiero más.
Soy como el agua del río y por el camino me dejo llevar, porque aprendí que la vida por todo lo malo algo bueno te da.”
No sé qué fue lo mejor, si la anécdota y nuestros auto coco-washes (“en un año nos vamos a estar riendo de esto”), o la ironía de Oh-oh-oh-Irerirerie al relatarle al secretario de la embajadora que inquiría sobre nuestros “ligues” franceses y la noche que nos había abandonado para emigrar al invierno:
“Ahora, en cuanto a la reseña del sábado en la noche...mmm... ¿cómo te explico? Fue toda una noche de glamour. Nuestra embarcación era un yate privado a todo lujo que llevaba por nombre el "Bonanza". Hubieras visto, tenía alberca interior (sin agua, pero ¿quién la necesita?), música en vivo (con los últimos éxitos del momento, tales como "no te metas con mi cucu" y otras melodías interpretadas por la Orquesta Sinfónica de Caleta) y la crema y nata de Acapulco estaba allí. Obviamente nosotras íbamos por invitación de los franceses, pero en cuanto abordamos nuestra lujosa embarcación, nos olvidamos por completo de ellos y nos enfocamos a todos los galanes metrosexuales que abundaban allí (por cierto, ¿sabías que las playeras fluorescentes que dejan al descubierto pelo-en-pecho y pelo-en-sope son lo último en moda masculina para esta temporada según la revista Maxim?) El único problemilla es que, mientras nosotras ordenábamos en el restaurante-bar algunos bocadillos del menú (platillos delicatessen como pizza à la lonchibon o soup à la Maruchan), los franceses se bajaron del barco y nos dejaron allí. Claro que a nosotras no nos importó mucho, así que nos limitamos a saludarlos graciosamente desde cubierta y regresamos a nuestra fiesta, que estaba de lo mejor. Hubo de todo un poco, pero te imaginarás cómo estuvo nuestra noche: ligamos de lo lindo, comimos y bailamos hasta entrada la madrugada. Las que mejor se la pasaron fueron la Güera, que descubrió su alma de marino (ya verás las fotos), y la excelentísima embajadora, que puso en práctica sus dotes diplomáticas fungiendo como anfitriona de la delegación japonesa (a todas nos sorprendió con la fluidez de su japonés: "Taka-takas, bienvenidos al Akatiki, kie-ren te-ki-lá o vod-ká?"); pero en general todas estuvimos muy a gusto.”
Que se te va pasando el tiempo mujer, y que la vida se te va; sólo te pido que te vuelvas de verdad y que el silencio se convierta en carnaval. Yo era de las más emocionadas con la idea, no sé qué me había imaginado, pero sí sé que hasta me hacían burla por la falta de discreción cuando decían no voltees y yo me giraba completita para mirar a los muchachillos (casi casi como el brindis de su nacionalidad: a los ojos); por eso cuando se hizo la votación yo fui de las pocas que desde el primer instante lo tenía muy claro: ¡vamos chicas! suena de ensueño: barquito, fiesta y tequila por tres horas con vista del puerto: paraíso puro. ¿Por qué será que te quedás adentro, mujer? No te quedes que acá afuera es carnaval; carnaval toda la vida y una noche junto a vos, si no hay galope se nos para el corazón...
Let´s go girls! I'm going out tonight, I'm feelin' alright, gonna let it all hang out... Fue así como en una acicalada express nos encontramos en el puerto con la banda gala y hasta con los amigos de la Cuchis (“yo te conozco, tú estudiabas en tal, es más, eres amiga de Fulanito...” y nosotras que justo esa noche hubiéramos querido pasar desapercibidas, terminamos patentando el oso) The girl’s need a break, tonight we’re gonna take the chance to get out on the town. Todo iba perfecto, la noche divina, la actitud, el mar... We don’t need romance, we only wanna dance; we’re gonna let your hair hang down. El Bonanza no era como lo habíamos imaginado, pero igual veníamos con los francesillos y nos la íbamos a pasar bien, ¿no? The best thing about being a woman is the prerogative to have a little fun and... ¿Quién iba a pensar que alguien desde el camino venía vociferando lo que se convertiría en una tragedia? Ese “tengo hambre” terminó jugándonos la mala pasada del contagio y del atasque, porque antes de siquiera zarpar, nosotras ya estábamos ordenando lo que se dejara (jochos, sopas, papas), incluso antes que alcoholes. Por eso cuando llegaron las locas a decirnos quién sabe qué (“hay que bajarnos rápido del barco porque falta gente y mejor nos vamos con todos en el que sale a las once”), nosotras las escuchábamos poniendo cara de what y espérame tantito, ahorita sale mi sopa. De hecho captamos hasta que ya ni nadando hubiéramos llegado al muelle y no nos quedó de otra más que convertir la canción del viaje en un himno a la decepción con todo y entonación de chica dorada: Tengo una mala notizia, eshte barco ya zarpó; yo quería ir con los franceses y tú y tú, te quedashte a tragar. No quiero que me perdonesh, y no me pidash perdón, no me nieguezzz que te mareashte. Todo, todo eshto, todo eshto fue un error, guo-o, todo fue un error...
Claro, a la sexta chela y rolándonos entre el primero y segundo piso, el viajecito dejó de ser tan fastidioso y hasta agarramos la vibra voy-a-decir-que-te-quiero-suavecito,-suavecito y al ratito me-dijeron-ya,-amo-el-rocanrol-esta-noche, con todo y la onda no-te-metas-con-mi-cucu; lo peligroso era cuando el público iba todos para abajo, todos para arriba, o tipo izquierda-derecha, left-right porque yo sentía que el Titanic se quedaba sin ritmo ante la hundidera. “¿Fueron al Baby, al Palladium, Alebrije? ¿o qué, qué hicieron después?" Preguntó al día siguiente el amigo de la Cuchis y yo, en vez de sumergirme a hacer bucitos en la alberca, respondí sin el menor pudor: no, no, sólo los vimos desde el barco... Ah, pero comprobamos las horas de clases de japonés de la embajadora-san que, con la mayor de las humildades afirmaba “ay, no, hablo pésimo, sólo sé tres palabras”, pero yo no creo que se pueda entablar una conversación de dos horas alternando manzana-plátano-pera. Today is gonna be the day that they're gonna throw it back to you. Y estoy convencida de que todos nuestros osos son meritita justicia divina, sino pregúntenle al pobre chofer del taxi que intentaba por todos los medios taparse el oído cuando 6 mujercitas hacían como que cantaban gritando: and after all, you’re my Wonderbra!!
Yo no sé por qué razón cantarle a ella, si debía aborrecerla con las fuerzas de mi corazón. Al día siguiente la falta de cruda dominical nos inspiró al levantamiento solar y a hacerles la ley del hielo a los franceses, pero eso sí, dando espectáculo digno de las ballenas que atestiguaron nuestros ojitos (¡sí!, ballenas en Acapulco, súper lindas que se aparecieron para que no nos sintiéramos gordas), y es que necesitaríamos como ochenta sesiones de gimnasia cerebral y sepetecientas mil horas de Mozart para recuperar las neuronas que se ahogaron en cloro por nuestro nado sincronizado. Porque yo en el amor soy un idiota que ha sufrido mil derrotas, que no tengo fuerzas para defenderme. Y era como el mejor chiste y un-dos-tres-arriba, piernas, derecha, izquierda, vuelta, cabeza. Todo fue así, asimismo fue, todo fue por ella; yo era capaz de subir al cielo, para baharle un montón de estrellas.

En el recuento de los daños creo que perdimos cuatro caderas, una playera que se interpuso a la advertencia (¡no vayan a manchar mi coche!), muchas paciencias y las apuestas para ver dónde estaba el accidente que cuatrocientos kilómetros atrás nos habían anunciado haciéndonos creer que el tráfico de regreso tenía su razón de ser. Si no dudo hasta que la panista que manejaba fuera pensando “llamen al Peje, que le pongan un segundo piso a la carretera (ay no, eso no hay que decirlo ni en broma)”, mientras las cuatro de atrás continuábamos con las coreografías, ahora sin mover las caderas porque esas estaban unidas bajo presión, fue tal la conexión que no dudo que por eso las extrañe tanto, a pesar de que nos hemos visto más en las últimas dos semanas que cuando estudiábamos juntas... ¿Justicia divina?