jueves, septiembre 29, 2005

Aunque usted no lo crea...

... todo indica que la pitonisa tenía razón: van dos pronósticos cumplidos, la gente sigue yendo en desbandada a traumarse y a quedarse como los que hemos ido, sin saber qué pensar, y yo cada vez estoy más incrédula. Las cosas a las que les atina, les atina tan bien que uno duda el doble.

Y también, aunque usted no lo crea, no he tenido tiempo para escribir y tengo en el tintero cerebral todo un viaje austral (no astral) que contarles, pero espero que la próxima semanita pueda hacerlo, mientras les dejo un beso muy grande y recuerden que no los olvido y el estrello.

lunes, septiembre 26, 2005

Ixtapazo y el estrello

Era de madrugada cuando emprendimos nuestra aventura aérea en la-línea-más-barata-del-país (con la flota más vieja del mismo). Ni cómo negarlo, las ojeras y los poros destilantes de la fiesta anterior delataban las ganas que teníamos de llegar a la playa para poder curar el desvelo con gracielas bien frías. Bueno, la desmañanada vale la pena porque en unas horitas estaremos bajo la cálida sombra de una palapita con vista al mar Pacífico. Sí, dos horas y ya, decíamos ilusos. Damas y caballeros, lamentamos las molestias que esto les ocasione, pero hemos detectado fallas en el blablablá del avión y tendremos que esperar unos segundos. ¿Unos segundos? Como 4200 y al final qué creen, que no se pudo arreglar el blablablá y se van a tener que ir en otro vuelo; eso sí, esperen a la una de la tarde mientras desayunan y por fin avistamos mar pasaditas las 3. ¿Ya ven?, les dije que el camión era opción, igual hubiéramos tardado las mismas ocho horas en llegar, pero mejor no lo dije porque de por sí yo iba en plan mega roto (con todo y mis latas de atún) como para estarme reforzando los agujeros del pantalón.

Ixtapa nos recibió con un poquito de lluvia, bueno, como que le subí la categoría al chipichipi que nos obligó a ver el partido que se jugaba en Columbus -de cuyo marcador no queremos acordarnos- en el bar del hotel. Lo bueno fue que después del congelamiento (del lugar y de nuestras caras ante la derrota), traíamos muy buena pila. Otro día vamos con los gringos al Frog’s, porque lo de hoy es ir al mcdonald’s de los antros en México, la franquicia alebrijeña que nos hace sentir peor que Chabelo, con ínfulas de niños a nuestros veinti-¿¡¡¡treintai!!!?-tantos. Y así llegamos a enfrentar directamente a la fiesta. ¿Fiestecita azul para todos?, sugirió el Kiddo enfiestador y brindamos los demás; luego en rojo, ahora en más azul y aquello era tan colorido que hasta el baile se psicodelizó, con todo y el chimi-chimi que fue lo único que aprendí a bailar en mis tropezadas clases de danza árabe (shake it like a polaroid picture!). De tanta fiestecita unos se pusieron hasta de cabeza (literal porque el verdad o reto condujo a que no puedes hacer esto y dábamos un espectáculo entre la inquietita que presumía de flexibilidad, el otro que juraba que se levantaba con las manos en posición de loto y algunos quinceañeros riéndose de la faena).

Ni cómo justificarlo, pero creo que con tanto movimiento me confundí de letra cambiando la f por una s pequeñita con la siestecita que me eché, y dos veces dormí y dos veces desperté a seguir bailando; eso sí, me podrán juzgar todo menos la actitud. Hasta el tipo al que le armé pancho al final lo aceptó y yo hice revivir de risa a su cuate que estaba en calidad de bulto cuando se acercó una gatita (de las de verdad) a ronronearle y a restregársele por comida, porfis. Que quede claro, no soy del bando de Greenpeace ni me gusta andar rescatando ballenas (discutimos hasta el cansancio el punto del gordito, ¡que más-menos 20 kilos no nos gustan y no es discriminación!); el asunto es que no soy activista, pero de verdad hay pocas cosas que me molestan más que la gente saque su prepotencia y sus traumas de inferioridad al tratar mal a los animalitos; así que en cuanto el sujeto le soltó el golpe al bichito, Ana Lucía gritó indignada ‘¡Oye, qué te pasa, compadre! Ha sido tu mejor ligue de toda la noche y mira cómo la tratas’. Al final el resultado era contundente, cover: $200; propina al mesero: $50; que a tu amigo le pregunte un rebelde que si no está muy grande para ir al antro: no tiene precio.

Al día siguiente juro que no me sentía tan bien, pero nada que un chapuzón en la alberca no solucionara. Así de pronto estábamos, para variar, dando show de acuario; primero tomamos la competencia de nadar en hilerita hasta que ya con cinco integrantes sólo se podía una mini vueltecita, viendo los resultados dimos paso a las individuales haciendo piruetas onda nado sincronizado y qué ganas de pasar vergüenzas las nuestras; total que tanto paso cursi sacó mi faceta poeta y empecé afinando garganta: “las nubes son de algodón, y el estrello”. Con la cara de eso-qué que me pusieron los demás y yo no pude más que reírme porque padecí como una carambola de neuronas y pensé más rápido de lo que pude hablar, reduciendo “el cielo está estrellado” por “el estrello”. Error que hasta hoy se sigue usando como frase cotidiana para resumir cosas; es un gran sustituto del etcétera, por ejemplo “había mucha gente, estaban Fulanito, Sutanito... y el estrello”, o para hacer cualquier descripción “nos fue muy bien en la playa, calorcito, mucho reven, relax... y el estrello”. ¿Ven? Lo que comenzó siendo un error, terminó como una genialidad, pero seamos justos, si el centro turístico estaba al 12% de su capacidad, qué podían pedirle a mi cerebro vacacionista, aparte iba en el primer lugar de la categoría en la que estábamos inscritos: el que piensa pierde... Más tarde en el viaje varios me destronarían, siento mucho aceptarlo, pero que conste que me esforcé.

Eso sí, estuvimos muy deportistas, ni yo me la creo entre tanta caminata, waterpolo, natación y hasta yoga en la playa. Ni quién nos viera. Pero en definitiva el deporte más socorrido fue el del desfruncimiento y las peleas que la discusión traía: no, yo no estoy fruncido, yo frunzo a los demás; fruncido-desfruncido, seguro-inseguro. Hasta nos aventamos la creación de un nuevo país: para éste en el que vivimos ya no hay remedio, dictaban los dictadores, y bueno, cómo negar la participación después de la cooptación en la que me sumergieron: vas a tener una isla para ti solita, es más, una de las provincias se llamará Lulú Marina y su capital será el puerto más importante del país. Y lo mejor, chica dupont y yo conseguimos lo que pensábamos inconseguible, viajes al por mayor a Colombia. Lero-lero, lo dije y lo escribí después de que todo el viaje me fue prohibido mencionarlo y me iba por la tangente, nunca decía claramente Co-lom-bia (¡ah! se siente tan bien escribirlo), y me inventaba sustitutos namás pa fregar: el país que está entre Ecuador y Venezuela; el de la banderita amarilla, azul y roja; el país de los hombres que hablan divino; el país que se muere de todo menos de aburrición.

Pero en el viaje la aburrición sólo nos vino cuando escuchábamos las mismas canciones (con el trauma VicBrotheriano de la guitarra de Lolo que hasta la Bose vomitaba de tantas repeticiones, o la MaríaDanielada que, con el pretexto de que juran que es mi canción, la escuchábamos una y otra y otra y el pobre i-pod la repetía inconscientemente; por cierto, sigo con la duda del sexo del aparatito, ¿es EL i-pod o LA i-pod? y no me digan que es por colores porque el plateado qué). Aún así confiaron en nosotros cuando el Mechitas y yo fuimos emisarios para constatar qué tal estaba el Carlos, “increíble, hay que quedarnos” y reggeatoneamos al ritmo de la gasolina, el boricua, el donomar y el horriblísimo chacarrón-macarrón que nunca nos quedó claro a pesar de oírlo hasta en sueños cuando en la alberca del hotel lo ponían más fuerte que el cloro. Y combatimos los rumores que empezaban a correr porque en Ixxxtapa, como en todo viaje playero que se precie de ser decente, no faltó la sesión resolvamos-cosmotests; ni los comentarios sarcásticos porque sinusitis no es lo mismo que celulitis; tampoco faltaron los dramitas de kinder, le-jalé-la-trenza-porque-me-sacó-la-lengua, y es que Lin-cheng-la nos sacó de quicio y yo sólo puedo agregar: fue un gran viaje y el estrello.

martes, septiembre 20, 2005

¡¡¡Un año!!!

No puedo creer que lulumarina punto blogspot punto com cumpla un añito, bueno casi, ya pasaron 364 dìas. Eso sí, pasaron más de 364 cosas, muchas muy aburridas, pero la mayoría las he compartido con mis testigos virtuales; gracias por leerme y por fomentar la loquera.
Aparte de todo qué añito nos tocó, ¿no? A veces fue medio irreal y por lo mismo me da por recordarlo como entre sueños, como en el que soñé que Medu no era Medu porque era Zeldi, pero Zeldi no era Zelda porque estábamos en Celaya con mi abuelito que no era él ni tampoco mi tía era la del hospital porque no era Celaya, era la casa de parque México, pero ésa no era la casa de mi abuelita porque ella no estaba; creo que yo tampoco estaba en mi sueño porque nunca había soñado que las ratas se comían mis manos, por eso soñé que me despertaba y ya no había ratas ni dolor, creo que también soñé que no podía moverme y que había decidido poner mi vida en una pausa existencialista, pero de eso no me acuerdo bien.
Luego soñé a alguien creyendo que sí era porque lo fue un ratito, pero como era un sueño tuve que despertarme, ahora con una sonrisa en la cara. Estaba tan cansada que me volví a dormir y soñé con mi familia, con mis amigos, con un año muy extraño y ¿pedagógico?, pero dentro de mi sueño no pude ponerle una calificación mayor de 25 a mi instrucción, en el caso de que hubiera habido tal.
Soñé tanto que hasta hoy soñé que estaba solita en Montevideo, un poco menos perdida que la Maga, pero igual soñé que estaba en un locutorio (café, larga distancia, internet... no piensen que ya es oficial el desquiciamiento) esperando un barco a Buenos Aires.
En media hora zarpo y aproveché este ratito para saludarlos porque dudo mucho que en los días venideros tenga acceso a estos lujitos de tiempo. Como habrán notado no he podido dormir bien y tengo mucho sueño, si hasta yo me doy lástima. Por lo pronto espero que las tres horas que vienen me alivianen lo que resta del viaje... Gracias totales y qué les digo, esto está bárbaro, ya les contaré lo bien portadita que estoy. Quiérolos. ¡¡Ciao!!

sábado, septiembre 17, 2005

Bailando por un sueño

A Bandamax lo conocí bailando (dile que bailando te conocí, cuéntale); pasaban de las tres de la mañana y de la tercera botella de la mesa cuando la Cuchis lo sacó del pasillo de la nada. Con él se cumple mi teoría sobre una diferencia fundamental de género, y que quede claro, no soy partidaria de las generalizaciones, pero hay ocasiones en que las excepciones sí llegan a confirmar reglas.
Con todo y el bis del homo sapiens sapiens, queda claro que al fin y al cabo somos animales, con conciencia -algunos- y demás distinciones, pero igual bichitos; como tales, respondemos a instintos que a su vez obedecen a ciertos procesos químico-hormonales. Por eso insisto en defender que lo primero para que te guste alguien es la atracción física -que no el físico-, aquí entra el pleito cruzado con muchos amiguitos. Yo no soy buen ejemplo para nada y menos para este caso -cabe aclarar que no me distingo por tener un gusto excelso en delicatessen masculinas-, y aún así mi teoría causó aprobación al hacer el sondeo con amiguitas. La mayoría de las féminas apoyan la versión de que desde luego lo primero es la química porque puede que conozcan a un tipo Feo con F de Foco Fundido y se atrevan a aceptar que “es horrible, pero me encanta” o que “no sé por qué me gusta tanto si de verdad está como para pegarle a Cristo en viernes santo”.
Siguiendo con el caso de las mujeres y el sondeo realizado, podemos ver que después de la química, el segundo factor para caer redonditas es el verbo. Con esto se confirman mis loqueras de que no soy malinchista, simplemente hay algo en los acentos extranjeros -e incluso en los de los demás estados de la República- que ponen a temblar hasta a las piernitas más depiladas del barrio. De aquí, hablando con la Rougie -una de nuestras expertas conocedoras del tema-, concluimos que la originalidad derrite, no es lo mismo escuchar la perorata de siempre a la hora del hola-nena, que un buen piropo original; pongamos el ejemplo de un colombiano que en lugar de acudir al lugar común del “estás preciosa”, esquiva el preciosismo con un “estás divina”, si no es suficientemente convincente ofrecemos otro caso, por decir algo el de un individuo cuyo país se localiza entre Venezuela y Ecuador, donde se cambie el “me la pasé muy chido” por un encantador “estuvo espectacular”. En ambas situaciones parecería que se dice lo mismo, pero ¡oh sorpresa!, el efecto es devastador y contundente: y es que una se harta de escuchar la cantaleta de toda la vida con el mismo sonsonete que nos hace sufrir con la falta de imaginación y creatividad.
Ahora pasemos al caso varonil. Cabe aclarar que me es muy difícil tratar de expresar esto en términos azules pues no es mi condición natural, pero escuchando la versión de amiguitos, me inclino a creer que el acento les viene valiendo lo mismo si la chica es de buen ver o no: la diferencia es marginal, mujeres-oído, hombres-ojo y esa vieja está buenísima, y es que ese tipo habla súper lindo. Por eso se explica que en el único antro que ama el VicBro, los guerreros hubiéramos bailado por un sueño; cuando Bandamax me dijo “no manches, qué bonito cabello tienes”, ciérrole el ojito y él cae redondito porque yo ya estaba rendida: por primera vez en la vida alguien me dijo eso, más después de haber pasado una fatídica semana de sol, arena y cloro en el rubio cenizo que me hace güera hasta que llueva y en mis greñas Gloria Trevi tiembla, gran mentira en medio de la multitud que ni yo me creí, pero que igual agradecí.
Con este falso estudio emocional, las conclusiones obtenidas son: 1) lo principal es la química, nada de que te enamoraste de Cortázar por su prosa o de Cruise por su sonrisa, hay algo más prehistórico que mueve al mundo; 2) para poder establecer una relación no es necesario que sea el más carita o maneje el mejor verbo: el macho alfa debe reunir otras características -no especificadas en este análisis (cromagnon: 0, post-modernos: 1)-, pero de inicio sí debe haber empatía hormonal (cromagnon: 1, post-modernos: 0); 3) los guerreros bailamos por un sueño el sabadomingo y salimos victoriosos; 4) Bandamax dio señales de vida telcélicas al tercer día, pero cambió ring por sms y no le pude contestar por rota, ya ni modo, al fin que ni quería (snif-snif); 5) Kiddo y Mechitas se ardieron porque no pudieron bailar por su sueño y el segundo hasta advirtió “recuerden que la vida útil de un antro es menor que la de una mosca así que busquen nuevas alternativas, al fin que yo ya me voy”; 6) the first married one durmió como bebé y se despertó como si nada; 7) un recorrido con el suero en la mano puede atraer muchos ligues fugaces; 8) pusieron mínimo tres veces la guitarra de Lolo; 9) no nos queda claro en qué momento llegó la Cuchis, se rumora que a ella tampoco; 10) no viene al caso, pero me sorprende que la pitonisa no haya pronosticado el fervor que causaría entre amiguitos, no puedo creer la cantidad de gente que ha ido y que ha convencido a otros de ir, pero ya sé, igual no saben qué pensar...

martes, septiembre 13, 2005

Agua que fluye

El Davo se ha ido ocnvirtiendo en un gran amigo; lo conocí hace como seis meses y antes nos veíamos diario, ahora sólo lunes, miércoles y viernes. Posiblemente es una de las personas que más admiro, siempre está sonriendo y no hay más que buenas palabras y acciones en su trato con los demás; a sus 33 años lleva a cuestas 20 con una de las peores enfermedades, hasta el nombre es horrendo: espondiolitis anquilosante. Por si fuera poco, el tipo es poeta y tiene un libro; éste es uno de los poemas que más me gusta, no sólo por la dedicatoria sino porque de verdad me parece muy bueno y aprovecho para compartirlo con ustedes, espero que les guste tanto como a mí.

Agua que fluye
Tú me recuerdas el agua que fluye,
ésa que busca camino en desbandada
llevando lo que a su paso ocurre.

La que fluye de dentro, de fuera,
de todas partes.
¡Chorreando! ¡Salpicando!
No necesitas llave para fluir,
ni presa para estancarte.

¿Qué sería de ti estancada?
Seguramente te pudrirías
en algún charco;
o alguien te usaría como bálsamo
para limpiar sus culpas.

Mejor así, que fluyas,
que vayas y vengas
por donde te plazca;
salpicándome a veces,
lloviéndome en lo hondo
siempre clara, siempre eterna.

Tú me recuerdas el agua,
la saliva,
las lágrimas.
Tú me recuerdas la libertad.

D. G. J.