martes, enero 24, 2006

7 queratinas sólo para mayores

Después de estacionar el coche en la calle de Cuba, el bombardeo de ofertas auditivas empezó a marearme al punto de creer escuchar la solución de mis problemas: “le hacemos su tesis, señorita”, “teeeeesis baratas, pregúntele a la competencia”; y yo a la tercera aseveración a nada estuve de hacer un bisne chueco (¿tiene sobre el sistema electoral gringo?) y casi me cuelo con un título de bióloga marina o de algo, pero la decencia se apiadó de mí y simplemente acompañé a Oh-oh-oh-Irerirerie (aka “la nueva licenciada con mención”) a ver cómo iban imprimiendo su trabajo de titulación. Caminamos rumbo al Zócalo con la inocente idea de encontrar puestos donde vendieran ropitas... mmm... cómo describirlo... digamos que con estampados africanos, pues. La despedida de la embajadora se nos presentaba como fiesta de disfraces con el tema de África y claro, después de mi chistorete (malo y cruel, no soy capaz de repetirlo por escrito) de cómo sería el mejor disfraz, llegamos a la conclusión de que mejor comprábamos algo leopardón o con tintes cebrados (100% actitud Coralia). Una deducción llevó a otra y así fue como hicimos la visita de las 7 sexshops.
Supongo que como todo en esta vida, la primera vez es la más difícil, así que medio hicimos el oso desde afuera con la inseguridad ¿entramos, no entramos? Lo hicimos y no sólo a la sección light de los videos, pasamos entre las cortinas de plástico rosa a la segunda parte del local y fingimos seguridad de periodistas haciendo un reportaje. Así fue como analizamos las indumentarias que teníamos frente a nosotras y poco a poco fuimos perdiendo la inocencia (ejem). ¡No manches qué caro está este babydoll! ¡Ay, sí! Ni que fuera comesti... ¡Chaaaale! ¡No puede ser que una tanga salga en estos millones! ¿Pues qué hace que hasta trae pilas? Y la risa que me durará toda la vida cuando cinco horas después íbamos en el tráfico escuchando los claxonazos de las viejas histéricas y el comentario más adecuado de la licenciada: sería genial que todas tuvieran esa tanga. Para propuesta de campaña, se los juro, como el chiste que envió la ahora licenciada: "En el PAN y el PRI están preocupadísimos ya que en el PRD dicen que según sus encuestas, el 99% de las mujeres votarán por el Peje debido a su nueva estrategia. Se filtró la información de que el Peje dijo: que ji el era prejidente, lej iba a regalar a todaj laj mujeree de méjico una máquina de cojer..." Casi como la propuesta del encargado de la tienda: Señores, también hay servicio de cabina. Pasen, pasen al chou, caballeros, todo auténtico...
Ella necesita que duerma en su cama, que cene en su mesa, que sueñe en su almohada... En la primera tienda no encontramos disfraz adecuado, pero dimos pena cuando el encargado se encargó de preguntarnos si necesitábamos ayuda mientras estábamos en pleno discernimiento sobre el funcionamiento del aparatito de enfrente. Salimos lo más pronto que pudimos, pero con la frente en alto, que no se dijera que nos habíamos quedado con enemilochocientasnoventaycinco dudas. Con paso firme caminamos directito al poli, normalísimo preguntarle “oiga, ¿sabe dónde hay otras sexshops por aquí?”, hay que ver la falta de valores. Claro, el policía se hizo el que no sabía, así que seguimos de frente, hacia el cine Teresa. La segunda visita se vio rebasada por nuestra seguridad y por el asco cada que recuerdo a los tipos que nos siguieron con la vista mientras subíamos las escaleras (iiiiii-uuuuuuu); volvimos a fracasar con nuestra búsqueda de atuendo africano y la Irera se rió mucho de mí cuando estuve a punto de sujetarme del pasamanos que era el trayecto obligatorio de los manes que salían de las cabinitas. Ciertamente desagradable, pero he de agradecer que mi mente respondió al asco y permitió mantener mi pielecita alejada de vayaustéasaberquécochinadas. Que ella necesita que suba en su cuerpo, me mueva y la bese se muere de ganas, se cansó de esperar recostada en la cama.
Para la tercera ya éramos casi expertas en la visita y entramos directito al mostrador a plantear nuestra necesidad. Nada. Lo que sí es que en cada una de las tiendas éramos el foco de curiosidad y los trajes de Cheetara que encontramos salían exorbitantemente de nuestro presupuesto. El relajo que armamos fue tan grande que terminaron recomendándonos una tienda para-lo-que-necesitábamos en plena Glorieta de Insurgentes; ni tardas ni perezosas tomamos nuestro vagón naranja y efectivamente -después de varios intentos fallidos y tiendas de másdelomismo- encontramos el conjuntito ideal que, obviamente, nos traería comentarios tristemente atinados: “era de disfraces africanos, no de prostis”... Eso sí, dividimos las culpas entre las tres (y con Chío-San nos convertimos en el trío motitas) y nos rifamos los guantes que todas queríamos, al final me quedé con la falda. No vale la pena relatar las demás visitas, es doloroso recordarme diciéndole a Irera “júrame que los que nos sabrosearon no eran policías, pliiiiiiis”; definitivamente cuatro horas intensas de stress relajado por las risas nerviosas y sinceras porque a quién se le ocurre tanta coxa: somewhere over the rainbow y más allá...
¡Ah! Pero es que los preparativos de la fiesta no terminaron allí; no señora. En algún Ladie’s Night me pasé de presumida “el Mitofsky hizo unas gelatinas deliciosas, y es que qué buen reven con esas fiestecitas, eh”. Uy, no lo hubiera dicho porque Analú, prepárate unas, ¿no? Por eso organicé dos reuniones para ver si me salían; en la primera las cosas salieron de control, el equipo de las tardes-de-cine-en-casa terminó mareadísimo después de una peli francesa y un maratón de castigo al ignorante y cucharada de queratina con vodka/tequila: al día siguiente agradecí no tener que trabajar, pobres de los otros tres. La segunda sesión se la llevaron la embajadora y los RRII’s. Claro, la prueba de fuego fue en la fiesta con más de 300 gelatinitas que volaron...
También quien voló en cuanto llegué fue el Rockstar. La situación para morirse de risa aunque todo pintaba para ser hiperincómodo: cuando llegué la embajadora me aisló “tengo que hablar contigo”, “¡ay, no! se echaron a perder las gelatinas” (sí, sí... mis traumas), “noooo, es que el Rockstar está aquí... cccccooon ssu noononovia” Y bueno, cuando a una le dan una noticia así pues obvio le tiemblan las piernitas, pero nada que una respiración profunda al estilo Hata-Yoga no solucione y dignamente me fui incorporando a la fiesta cuando lo vi dirigiéndose a la salida como tratando de pasar inadvertido hasta que todo el mundo lo abordó, pobre. “Uey, te vi en la tele en el programa güichugüi” (y yo con oído biónico y con sorpresa de get a life ¡¡¡¿¿¿él también salió en la tele???!!!, no cabe duda: cómo hemos cambiado...). Y el inocente que lo único que deseaba era escapar a la de tres -se notaba hasta en Sudáfrica-, tuvo que dar explicaciones mientras la novia se le escapaba; con ella sí me conmisero al triple, qué incómodo estar en una fiesta de una amiga de tu novio (a la cual no conoces bien) y que se te junten exes oficiales y extraoficiales de tu hombre: aquello era una jaula de arpías para la criaturita.
Igual me dio mucha risa que a su partida tuviera una horda de lástima alrededor: Analú, ¿estás bien?, ¿cómo te sientes? Como si me hubieran atropellado, o sacado una muela, o reprobado en un examen, o yo no sé qué. Pero en realidad los nervios resultaban exógenos porque incluso yo me preguntaba: Y bien Ana Lucía, ¿qué se siente no sentir nada? Nada, qué extraña palabra porque es eso, ningún sentimiento, sólo una sensación muy rara; como cuando terminas un libro y te quedas analizándolo un ratote... ¿Y yo cantaba si vieras cómo duele perder tu amor y como la flor se marchitó y ya sé que tienes un nuevo amor y todas esas mariconadas que le dan a uno por dolerle quezque desde adentro? ¡Ay por Dios, suicidio colectivo, vámonos matando! Tangas con pilas para las que todavía sufren por amor, je, je... Y como diría Yosola: Pasa en la vida real, pasa en TNT. No como cuando al día siguiente que me fui a lo sobrenatural mientras revisaba con Chayo las anécdotas de la noche anterior: "lo que sí estuvo muy fuerte fue lo de la embajadora con los meseros", "¡cómo!, ¿qué pasó con los meseros?", "pues no viste que se peleó horrible con ellos... o espera, ¿lo soñé?"... La loca o qué.

3 comentarios:

www.hijosdenuestramente.blogdpot.com dijo...

Creo que para buscar ropa de leopardito, el poner como primera opcion un sexshop suena un tanto iverosimil!!!! jejeeje
Pero esa es la belleza de tus post,son como los Simpsons, inicias con un argumento y lo vas evolucionando hasta llevarlo a otra parte completamente sin dejar de ser entretenido en ningun momento. Saludos analu

Anónimo dijo...

Hola

Como siempre es un placer leer tu blog, cada vez me gusta más. Eres super pitagórica.

Lo que más me gusta es que eres mi kitch favorita, claro yo soy tu kitch favorito, mira que ir a buscar disfraces de tigre a un sexshop. Sólo te falto cantar "vengan a ver mi tanga con pilas", que supera a la bicicleta sin asiento. jeje.

Saludos, betxo.
Alcaffar

Ana Lucía dijo...

Sí, mame, suena inverosímil, pero qué esperabas de nosotras... Y no sé si fue buena esa comparación con los Simpson, lo tomaré como que sí, jeje.
Besho!!

Ay Charlo, soy fan de tus adjetivos... Ser súper pitagórica es uno de los mejores piropos ever...
Textraño Charlo!!!

Claudia!!
Muchas gracias, de verdad. Y bueno, el Rockstar fue el-amor-de-mi-vida, jeje. Digamos que una relación de cuatro años con muchos baches y anécdotas que terminó hace casi dos añotes y que para superar invertí demasiadas neuronas ahogadas en tequila (bueno, en esa época yo era mucho más caribeña, así que creo que murieron bañadas en ron)...
Todo eso es el Rockstar, y sí, ése apodo es uno de los más acertados para él. Hasta hoy ha sido ÉL hombre de mi vida, pero me dio mucho gusto saber que lo que hay es cariño por el recuerdo y nada de mariposas por el sentimiento... FIUF
PD
He escrito tanto sobre él que ya me da flojera, perdón, tú comprenderás que ya batallo demasiado por el pasado como pa' seguirle, no?

Yosolísima!!!
Pues así es... Qué fuerte!!
:)