viernes, agosto 19, 2005

De pollo... (aventura 2)

(introducción aquí)


Yo no sé por qué si es que ya te lo tengo advertido, lo tengo bien decidido, ando buscando lunas nuevas. Nos habían dado las cortesías para el aniversario del antro de la estrellita roja que de verdad no me gusta tanto, suficiente molesta estaba con el lugar al saberlo colmado con los amigos de primitito o con las quinceañeras chicas de hoy tururútururú. Claro, pero nos habían encontrado enfiestadas y con la errepé (relaciones públicas) del FUNAR que conoce a todos los enterados pues plan armadísimo; ahí estábamos de nuevo en esas andanzas que es que a nuestra edad ya ni se ven bien, bueno, a ninguna, pero con nuestros añitos eso ya no se soporta y ¿cadena? ¡Al demonio! Ya lo viví y lloré, todo quedó en el ayer y mejor respondamos a nuestras necesidades apremiantes: mesa con suficientes asientos, botellita y gente mayor de 21, ya no pido más, lo juro, me rindo. Es que eso ya era el colmo del cinismo porque aquellos pubers no superaban ni los 15, y yo lo único que atiné a decir fue un chistorete gracioso sólo para las damas: definitivo, me siento tan identificada con la generación del ’84, pero confieso que me hubiera gustado haber sido del ’90, con las risas elocuentes de la Cuchis y la Beco, mientras el Kiddo, el Gansi y el Tur trataban de piratearse nuestra idea con tan poca gracia, ¿generación del ’34? ¡Ay por Dios!
Y a Dios le pedía que no me sucediera lo mismo que una semana anterior, cuando la banda científica se unió para ir al Riv y yo no daba crédito al acercarse el tipo a decirme yo no sé qué, pero ay, no: ¿de dónde eres? Moríame de impresión porque este imán de latin lovers me empieza a incomodar y necesitaba testigos de mi suceso así que la chica Dupont fue testigo junto con the married-one y sabes qué, te juro que ahorita te veo, voy a mi mesa, mucho gusto, ciao. Todavía no superaba mi impresión cuando sentí dos golpecitos en la espalda y tenía a un nuevo individuo a mi lado y ¿cómo te llamas? Nombre-nombre, diez segundos más de conversación y no te empieces a alterar Ana Lucía, ya estas paranoica, no saques conclusiones tontas, pero es que esta frase ha sido la del año porque ¿de dónde eres? En menos de 10 minutos la globalización me había llevado de Salvador a Venezuela con mi cabeza pensando en Colombia y los pies en México, así que dame otro tequila y al ratito te veo.
Conclusión: Mi ego me indica que efectivamente es cuestión mía, pero mi razón sólo me hace pensar en dramas políticos, económicos y sociales expulsadores de hombrecitos que cómo estará la cosa para preferir vivir aquí; subidas de ego agridulces. Tal vez mi única solución sea irme del país a ver si allá consigo a algún mexicano no-rebelde, menos pre-rebelde, no-timbiriche, no-escondedordeanillos, no-invitadordealcoholes. Bueno, pero otro día lo pienso, ahorita me sigue dando un poco de flojera...

(elige otra aventura)

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