miércoles, febrero 22, 2006

Lo que ellas quieren

When you think we're lost we're exploring; what you think is worthless I'm adoring. You don’t want the truth: truth is boring. Era de madrugada cuando quedamos de vernos; salimos mucho tiempo después porque de plano no cabíamos en la camioneta y tuvimos que sacar al pequeño ingeniero que tenemos adentro para aconsejarnos el acomodo óptimo y terminar rebosando entre maletas, sleepings, refrescos, botellas y víveres. I got this fever need to leave the house, leave the car, leave the bad men where they are, I leave a few shells in my gun. “Un fin de semana sin hombres” era el eslogan del viaje y tal vez por eso los estrógenos se nos salían por los ojos cuando el pobre vaquerito tuvo a bien relucir en el paisaje campirano al lado del lago, y sí, como buena predicción tal vez fue el último espécimen que vimos en nuestro claustro de lago y montaña. Stop me staring at the sun!
Las cabañas eran como un sueño hecho realidad en medio de un paisaje de cuento de hadas. El Ladie’s Night no se cansaba de repetir “esto es vida” a cada brindis, y como la vista no cambiaba y nos hacía sentir princesitas, seguíamos brindando cada que decíamos que aquello era la vida que nos merecíamos, cosa que explica el temprano final de la fiesta del primer día: el ritual había dado inicio antes de la una de la tarde. Yo había sido la más remilgosa porque quién va a encender el asador; qué va a pasar cuando nos encontremos algún bichito de esos de insecticida; ¡maldición!, no traemos saca-corchos; cómo vamos a encender una fogata; quién va a remar; zafo manejar en carretera... Puf, todo un higadito, me confieso, y más porque me creí los clichés, pero las chicas superpoderosas me dieron una cachetada con guante blanco y me enseñaron que a los hombres no se les necesita, nomás se les quiere, je, je. “Un pequeño lujo, pero creo que lo valgo”, algo así.
Voy a curarte el alma en duelo; voy a dejarte como nuevo. Y todo va a pasar, pronto verás el sol brillar. Tú más que nadie mereces ser feliz. Nicorette manejó como las grandes; Karlita mató al bicho horroroso que invadió mi privacidad en el baño (y no insistan, no era una hormiga, era algo con más de milnovecientoscuarentaydos pies); y mientras la embajadora y yo buscábamos las cervezas-hielos en el pueblo más cercano (y esperábamos diplomáticamente a que las vacas nos dejaran pasar por la ¿carretera?), las chicas tenían listo el asador y mi sorpresa de no poder creer que ellas solitas, wow; yo insistía, no vamos a poder con la fogata, eso es de girl scouts y que yo sepa ninguna, pero estas niñas de sorpresa en sorpresa, incluso encendieron la chimenea de la cabaña, todas campiranas. Ya vas a ver cómo van sanando poco a poco tus heridas. Eso sí, ni se crean que yo me quedé atrás: hice el postre de la sandía (por mi culpa, por mi culpa), ayudé a leer las tablas de moisés, es más, se me recuerda por haber sido la única criptógrafa que entendió el mensaje días antes, y... casi me acabo la botella de tequila, y tal vez por eso mi lucidez terminó en su antónimo y me llevé el premio a la obviedad 2006. Ya vas a ver cómo va la misma vida a decantar la sal que sobra del mar.

Lo que pasó, pasó, entre tú y yo. Lo que nos quedó claro es que nunca es bueno jugar yo nunca-nunca antes de la media noche, como de Gremlins porque eso hizo que para las seis de la tarde ya tuviéramos perdidos a dos elementos y a mí me dio por hacerla de vocero, con un entendimiento casi, casi de tercer ojo. Es una asesina, ella conlleva la medicina engañadora que te envuelve y te domina. Todas se preguntaban qué había querido decir la Manzana cuando alguien le había prohibido irse a caminar por el bosque debido a la oscuridad, que se esperara y luego la acompañábamos, pero yo fui quien le entendió clarito y su comentario no pudo haber sido más lógico para mi nivel de naufragio neuronal: no, Manzanita tiene razón, es mejor que vaya de una vez porque ya hoy no va a amanecer hasta mañana. Una abusadora. Obviedad número uno. Ella como sabe te devora y si no tienes experiencia te enamora.

No recuerdo si sí caminó; es más, no recuerdo cómo las que medio sobrevivimos nos instalamos alrededor de la fogata. De lo que sí me acuerdo es de las historias de terror frente al lago Zirahuén que namás nos dejaron pensativas y sin un gramo de susto, por eso tuve que desquitarme con Chío-San gritando en medio de la noche para asustarla, y créanme, lo logré varias veces y sigo riendo.

Feel the love Generation. El día siguiente me sorprendió con agua helada-que-viva-el-campo y con una aseveración más a la diferencia de género. He viajado exclusivamente tanto con hombres como con mujeres, la diferencia es palpable simplemente en el desayuno: corn flakes con bacacho vs juguito, huevos, frijolitos, café, yogurt (el FUNAR es casi como viajar con hombres así que no cuenta). Después de un desayuno así de kilométrico, las energías estaban al tope cuando bajamos del cerro al lago y nos trepamos en las lanchas. Súper atléticas remamos y remamos, todas nos peleábamos por tener el timón, nuestra condición física rayaba en el olimpismo y para no hacer quedar mal a los tres patos que teníamos de espectadores, nos dejamos llevar por la corriente que increíblemente nos llevó a buen puerto después de un paseo mitad relajación zen y mitad stress post-traumático (¡la lancha se está desinflando! Sepárenlas, nos hundimos)

Después de un día de somos los exploradores y venimos a cortar las flores, la cabaña nos supo a gloria y las evidencias continuaron con mi aseveración de que Timor era Timor (en el fondo mi comentario no era tan tonto como parecía, sólo por la injerencia de la botella Azul que tenía al lado se me quitó mérito, pero créanme que lo que quise decir es que Timor significa Este y en realidad se llama Timor-Timor porque es el Este del Este y no hay ni albur y sí, ya sé, calladita...), hasta la fecha se burlan de mí, como la Manzaniurka “a menos de que Timor deje de ser Timor, yo sí voy al desayuno de ex-alumnos”. ¡Aaaaaarggggggh! Moraleja, nunca traten de ser culturosos entre internacionalistas, no deja nada bueno... Por eso mejor, como diría Irera, nos pusimos a jugar nuestro vengativo y hostil -pero eso sí, muuuuy diplomático- juego de UNO, “con todo respeto... te c#!%$@s y COME CUATRO”, “uy, perdón, no es nada personal, pero SALTO”. Mi dulce niña, na, na, na, tú me fascinas. Y con tanta hostilidad secuestramos a la embajadora porque teníamos que afinar los últimos detalles del aquelarre y la sorpresa fue como de película gringa, tan cursi que casi lloramos entre el círculo de luces de bengala en medio de la oscuridad, la lectura del Decaladie's (malditas drogas) y la entrega de recuerdos oficiales que se van en valija diplomática directito a Sudáfrica.

Se cansó de esperar acostada en la cama, yo llegué muy tarde, ya ella dormía, otra vez que se queda con ganas, otra vez que le amargo la vida. De esa noche sólo me puedo quejar por haberme sentido novia de pueblo, no se vale que la dejen a una como alcohólica bebiendo sola y que se les acabe la pila así nomás. Ella necesita que duerma en su cama, que cene en su mesa, que sueñe en su almoada. Sí, yo entiendo que ya eran las 5, pero si nos teníamos que despertar a las 7 ya pa’ qué dormir, ¿no? Ella necesita que suba en su cuerpo, me mueva y la bese, se muere de ganas. Por eso se entiende la histeria colectiva en la parte trasera de la camioneta (atrás se siente más, decía Irera como tratando de controlar los kilómetros por hora de la conductora estrella), y se entiende también que a mí cada vez se me confunda más con un varoncito, esperando desesperadamente a que las mujeres terminaran de ver todas las tiendas de Pátzcuaro y sólo compraran... ¿al final qué compraron? Se cansó de esperar recostada en la cama... ¡Mujeres! O con mi cara de asco cada que el teléfono sonaba y hola corazón, (iiiii-uuu), epidemia de cursilería porque casi todas comprometidas con el amor, ¡que Dios nos ampare! Así que quedamos tablas, ellas rudas rudas pa'l fuego y sus menesteres y yo bien machín haciéndole fuchi a la voz de niña de cinco años con la que respondían estas lurias cada que sus corazones les hablaban, y al final sí es cierto, a los hombres no hay que necesitarlos, como no hay que necesitar un lujo y a veces es bueno gritarles, como le gritamos a Moi, el único macho que nos visitó para desprestigiar al sexo porque qué falta de educación canina eso de marcar el territorio en la plantita al lado del asador...

4 comentarios:

GERMÁN DIEGO dijo...

no se ni que escribir, soy hombre!!! bueno.... si ya se.
Maravillosa forma de vida con tus amigas, yo supongo que todo eso no fue planeado ya que se nota en las fotos que si lo hubieran planificado no hubiera salido tan perfecto y lleno de vivencias y que gusto que se sepan independientes y que salgan solas eso dice que se saben cuidar muy bien, de verdad felicidades por esos momentos que no se compran y no se condicionan pero que se atesoran.
Saludos.

Anónimo dijo...

Estuvo de diez el relato! Excelente viaje, excelente fin de semana, excelente camioneta, excelente conductora, excelente actitud, pero sobre todo excelentes amigas! Definitivamente la vida que nos merecemos.
En cuanto a los hombres, pues mejor ni opino porque supongo que entré en la categoría de aquéllas que hacen voz de niña de 5 años cuando suena el teléfono... no me importa, lo compensé prendiendo la fogata y la chimenea junto con Nicki, ehhh!
Jajajajaja! Lupe, te habías tardado en la reseña pero qué bueno que aquí la tenemos.
Un besote!!

Friend dijo...

Weeey la Chayo ya me contó y el viaje estuvo incre!!! Tanto me animé que ese mismo día hablé para hacer la reservación de mi fin de semana romántico. ¡Todo reservado para marzo!! Qué stress. Pero bueno, queda en mi lista de pendientes. Un beso, Friend.

Ana Lucía dijo...

Germán Diego: pues sí, mujeres independientes, jejejeje....

Chayo-San!!! Noooo, excelente haber sobrevivido a tu cuchareo, jejeje, ahí pa la próxima reina. Jejejeje, TQM boba

Danko: Es una pena que me tengan prohibido el vino, jejeje, aunque la analogía es buena.

Friend!!! Ahora namás falta nuestro viaje a Cuerna, me la deben!! Está bien, este mes te diviertes en otras cosas, pero no se me olvida, eh...