martes, octubre 04, 2005

República Oriental del Uruguay

Toda una hija de papi. Cuando surgió la idea de que podía acompañarlo en su gira por tierras australes, me afiancé a ella y no dejé que se me frustrara el sueño de conocer algo de Argentina... y de paso de Uruguay. Aparte nada más es cuestión de que me digan viaje y ya estoy, tengo hasta maletita de emergencia y el kit siempre listo para salir en menos de media hora. Eso sí, no todo iba a ser miel sobre hojuelas porque de tal palo tal astilla y créanme, mi padre tiene su carácter, si no lo sabré yo que lo tengo en versión digital, corregido y aumentado; la mami sufría y repitió más de quince veces “tenle mucha paciencia”, “no te desesperes” y desde el taxi que nos llevaba al aeropuerto yo contaba hasta mil. Pero viajar con el papi no es ni remotamente algo negativo, si bien es cierto que las friccioncitas están a la orden del día, los beneficios pueden llegar a ser magníficos y desde el primer instante uno goza de privilegios inmerecidos como los salones vip en los aeropuertos; comida, bebida y antojitos al por mayor; buenos hoteles; consentimiento extremo y en general es agradable viajar con el ñor, cosa que hacía por primera vez sin hermano o mamita limadores de asperezas. Es un hecho, no es nada fácil convivir conmigo, lo sé y me consta, por eso resulta doblemente meritorio el que hayamos sobrevivido del viaje con todo y sonrisa.

Nueve horas nocturnas de vuelo no es algo que se agradezca, menos cuando en los asientos de al lado está la parejita de una de mis peores pesadillas políticas: el marido ex-delegado de Tlalpan (protagonista de uno de los videos de Ahumada Films y de que varias amiguitas, con ganas de estudiar de verdad, tuvieran que abandonar sus aspiraciones UNAMistas por capricho de este arengador y sus secuaces) y la mujer secretaria de ¿ecología? del gobierno del de-efe, hago constar que si de pronto se hacen los desaparecidos yo garantizo que los vi salir del país el sábado 17 de septiembre a las 9 de la noche.

A las tres de la tarde del domingo, después de avión, barco y autobús cabeceador (moría de sueño), Montevideo se nos presentaba con un espectro de hambre que me estaba dejando exhausta; como mi dieta es una basura decidí tirarla sin ningún remordimiento, al menos por una semana, y desde el primer bife fui feliz (¡llevaba 8 meses sin comer vaca!). En la oficina de turismo lo advertían sin que papi e hija dieran crédito “les cuento -me enamoré de esa frase, la dicen para todo-, hoy domingo no hay nada en esta ciudad más que ir de compras” y nos enviaban al shopping center a las afueras de la ciudad; nel, no lo vamos a hacer y hagamos turismo irreverente ante las costumbres locales pues salimos a recorrer el centro desértico de la ciudad bajo temperaturas cercanas al cero. Entre tanto viaje, frío y caminata, estábamos tan cansados que a las nueve de la noche se nos cerraban los ojitos y ya estábamos guardados para el día siguiente.

Íbamos en viaje de negocios, el papi trabajaba mientras yo conocía, total, negociamos que como él ya había estado, ahora me tocaba a mí hacerla de turista y el lunes empezaron las actividades correspondientes. El tour pasó por mí a las 9 de la mañana y yo estaba que me quería dar un tiro: era la única menor de 60 años y la número 15 de 7 parejitas de jubilados gringos, argentinos o venezolanos; lo bueno es que el martirio terminó a las 3 horas después de enterarme de datos inútiles como el color y las dimensiones de la casa del presidente del Uruguay, o de otros más relevantes como que el total de orientales (gentilicio formal, favor de no escribir en documentos oficiales uruguayo pues el país se llama República Oriental del Uruguay) es de 3’200,000 y en Montevideo hay 1’300,000 de ellos.

Uruguay es el único país latinoamericano donde no hay población indígena, se nota en las calles. No puedo ser ni remotamente experta en dicho país, sólo pasé dos días en su capital; aunque sí pude darme cuenta de que no es un país rico, me quedé con la impresión de que al menos no hay una pirámide de ingresos tan groseramente empinada como la que tristemente se ve en México -insisto, el análisis es meramente subjetivo y superficial-. Hay pobreza, eso es inocultable aunque los turistas seamos egoístas y queramos ver sólo el lado bonito del viaje, pero no vi la miseria que encuentro en Insurgentes, a unas cuadras de mi casa; como no hay indígenas la mayoría de las ayuditas que me pidieron provenían de mendigos para probablemente conseguir droga, no de las marías para darle algo al chamaco que llevan bajo el rebozo. Igual sigo pensando en la cantidad de coincidencias y semejanzas que tenemos. Si cada vez descubren más parecidos hombre-mono, que no existan similitudes entre países que hablan el mismo idioma sería absurdo. El acoso callejero es similar, venden también algodones de azúcar y cacahuates garapiñados (perdón, garrapiñadas), los gobiernos suelen ser corruptos, la gente se enamora y se desenamora... ¡somos igualitos!
Ese día caminé todo lo que la doc me había pedido que no caminara; a las 12 del día yo estaba libre así que Montevideo se me hizo chiquito hasta que me perdí deliciosamente por unas callecitas muy pintorescas de la Ciudad Vieja. No me había dado cuenta de que lo que en realidad hacía era turismo suicida y andaba feliz tome y tome fotos en el Tepito montevideano hasta que un ancianito con toda su recopilación de sabiduría añeja me advirtió “cuidado con esa cámara, niña”. Ya con el radar chilango encendido, logré salir del laberinto y una hora después estaba tomando un café en una de las plazas más turísticas; no había tomado ni el segundo trago cuando tres chamaquitos menores de 14 años se sentaron en mi mesa a tomarse MI café. Al principio me indigné hasta ponerme roja de coraje, pero después no me quedó otra más que reírme de las ocurrencias “anda, dame otro traguito y así decí en tu país que conociste en Uruguay a un rubio guapísimo”. Y terminé pidiéndome otro café para mí y dos más: aún con esa cuenta me salió más barato que haber comprado uno chico de Starbucks. El más callado de los tres llevaba unos guantes y encima de su dedo meñique un anillo, simplemente por conversar –que no era necesario darles cuerda-, le pregunté por qué lo llevaba en ese dedo, su reacción me hizo suponer que lo había robado porque me respondió escondiéndolo “lo shevo porque tengo plata para comprármelo”.

Poco a poco terminé encariñándome con una ciudad que de principio me pareció gris y como extraída de un comunismo con casino, carretillas y toques del “Oro del Rhin”, el café de la 18 de julio donde los nazis se reunían en el exilio. Eso sí, quienes dicen que la carne argentina es mejor que la uruguaya es porque no conocen a los orientales, ¡qué guapos son los uruguashos!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenìsimo su post. Uruguay es uno de los paìses que màs curiosidad me da por conocer. Es bueno tener tan bonitas fotos y tan buen recorrido (aunque un tanto corto!).

quack dijo...

Y yo que muero de pena para conocer a una niña; la próxima vez que vea a una turista en un cafe, me voy a sentar en su mesa y me tomaré su bebida.

Esperé en toda la lectura una mención a la "Colita" de cuadril al horno c/papas de $60.

Anónimo dijo...

Hola, desde Montevideo me alegro mucho que hayas disfrutado unos días aquí, tus comentarios son bastante acertados tambien.
No tenemos indígenas, allá por el 1850, uno de los primeros presidentes decidió eliminarlos. Triste pero cierto. Los Charruas, Guenoas y Boanes, pero sobre todo los primeros fueron fundamentales en la conquista de la independencia, y así les pagaron.
Si vuelves, no dudes en contactarme por información si? Saludos Santiago.- (tatoco@gmail.com)

Anónimo dijo...

www.montevideano.com, hay fotos y todo. ;)

Ana Lucía dijo...

Uruguay es de lo más lindo!!!

Bueno, si decides hacer eso quacky, te arriesgas a que te den un golpe, yo porque no manejo bien los derechazos, pero igual vale la pena... Mmm, lo de colita de cuadril sólo me causó gracia, pero así me gusta mantener el misterio.

Gracias Santiago y Diego!!

;D

Diego dijo...

Bueno, me alegro mucho que te haya gustado nuestro pais... ahora estoy en españa y tengo a unas amigas mejicanas que han venido a estudiar aqui conmigo, es realmente interesante las similitudes, y a la vez diferencias que existen entre las culturas, aunque lo bueno que pueden comprenderse y llevar las cosas bien adelante. Me gustaria que tu pais logre mayor independencia de algunos paises fuertes y la distribucion economica se haga mas pareja, suerte mejico!