martes, noviembre 29, 2005

Justicia divina I (no es lo mismo ladie's trip que lady strip)

Las mejores -y peores- ideas nos surgen entre alcoholes; así fue como cinco días antes decidimos que nos urgía trasladar esa fiesta de terraza antrera al mar. Razones había de sobra, Oh-oh-oh-Irerirerie no pudo haber hecho un mejor compendio de “motivos estrictamente médicos”: 1) la falta de sol me está causando un preocupante color fluorescente-burócrata y afecta mi fijación de vitamina E, 2) el frío últimamente ha estado de la shingadiux, y una que no tiene hombre que la apapache, pues sufre de hipotermia, 3) los estudios científicos realizados por la Yale University, el Cambridge Center for Women Studies y Yo-merita han demostrado que las altas concentraciones de estrógeno en combinación con dosis etílicas en abundancia activan la liberación de endorfinas benéficas para la salud.
Eso sí, coordinar a tanta vieja con agenda de altas ejecutivas resultó ser lo más complicado hasta que la excelentísima embajadora dijo al-demonio-nos-vamos-este-fin-y-punto (evidentemente su intervención fue mucho más diplomática, ya muy en su papel, “¿o qué, de plano este viernes a tomar maletas, bikini y lentes de sol? Porque una cosa sí es segura: no me iré de México sin haber ido a la playa por última vez con ustedes”, y yo casi lloro). Pero lo que había comenzado con la idea de un ladie’s trip a Cuernavaca hace un año, terminó en un acapulcazo express con todo y el Mauricio Garcés de Canadá que nos hizo tremendo pancho yo-también-quiero-ir-a-la-playa y con el Chiquis (te extrañamos mucho y te queremos más, ya vendrá otro)
Seguiré insistiendo de por vida, no traten de convencerme porque igual hace cincuenta años hubiera dicho lo contrario, pero el Acapulco que me tocó conocer no me parece ni medio segundo estético, de hecho está re-feo con todo y el tráfico, el esmog y el ruido de la ciudad, pero una qué puede hacer contra todos los recuerdos acumulados y los que le vamos aumentando con cada nueva visita, nada, no puede hacer nada más que convertirla en su playa favorita. muy bien que soy un amigo más entre el montón que sólo soy un fan de corazón que no te para de soñar cada día más. Y así fuimos comenzando la fiesta que nos llevó al antro que nos hermanó a la Sis y a mí, que ha visto varios de mis peores osos de zoológico, que nos hizo estupiditear al grado de crear el baile de salón, que me hizo cachetear al yuca cuando me enojé, en el que conocí a un colombiano y en el que en esta ocasión traté de justificar lo injustificable: no son gays. Pero sé también que entre la multitud alguna vez pudieras ver la luz sobre mi piel para reconocer el amor más fiel. A pesar de que el secretario particular de la embajadora me lo había dicho "ya estamos en edad del Baby", nuestras ansias de no crecer invariablemente terminan llevándonos dos cuadras pa'l otro lado. Yo necesito de ti como el aire, nadie te puede querer tanto así. Un poco de tu amor, para poder vivir, un poco de tu amor, me puede hacer feliz.
Ese campo de energía en mi cerebro me satura de descagas cuando pienso, contamina mis sentidos con recuerdos, pues te extraña cada átomo en mi cuerpo. A Oh-oh-oh-Irerirerie y a mí se nos caía la baba y no dábamos crédito de tanta testosterona coordinando un baile perfecto con esos diez cuerpecitos de ibid, por eso desde el principio ella lo intuyó: o son un grado extremo de metrosexualismo, o son más gays que el arco iris. No te extraño yo, te juro. Pero yo me negaba, así que cuando dimos el rol y nos invitaron a subir a la barra con ellos, mi espíritu se regocijó y hasta volteé triunfalmente a verla con cara de ya ves, te dije que no eran. Te extrañan mis neuronas, te extraña más mi boca, te extraña mi razón, te extraña un sentimiento, te extraña hasta la más mínima parte de mi cuerpo. Si algo no me falla, afirmaba inocentemente, es mi GAYdar; y los Intocable se reían de mí cuando exponía en qué consiste: si no voltea a verme segurititito es gay (sí yo sé, sin comentarios). Por eso seguía necia, ellos nos habían invitado a subir a la barra, ¿no? Cómo me urge una masa encefálica de otro color, definitivo el gris no me está favoreciendo naditita porque a pesar de que entre ellos bailaban el arrimón del camarón (¿perdóooooon?) con singular alegría, se cantaban canciones de yourejusttoogoodtobetrue casi casi enviándose besitos desde la lejanía y ni nos pelaban, yo insistía: es que son franceses, no gays. Como cuando en Cuba nos confundían con jineteras y nosotras sólo decíamos: no, es que somos mexicanas. Triste, triste.
Al día siguiente la cruda realidad nos despertó con todo y solecito para abandonar Aca we’, y dirigirnos al paraíso vecino de Pie de la Cuesta. No existe mayor folclor que un vocho destartalándose en plena carretera, con cinco personitas más conductor, maletas de un mes disfrazadas de tres días y bolsas hiper telleronas con todo y hielos; mexican curious trippin’ al extremo. Al poco rato llegaron las dos integrantes que faltaban y una chela llevó a otra y a otra y mayor felicidad no podría conseguirse: amiguitos, solarenaymar, bebidas refrescantes, chismes y concurso de a ver quién gana en la carrera de las mil tonterías por segundo. Creo que estuve dentro de las finalistas, cómo habrá estado la cosa que es el día en el que no sé qué pensar del comentario de la embajadora “ay, tengo que ir al baño, no cuenten nada interesante, Lupe (sí, sí, uno de mis tantos apodos, no pregunten por qué) si quieres habla tú”. ¿Tú? Tú es una revista para chavas... Sí, ya sé, pero me dio risa. Y los participantes alternábamos caminatas playeras, mensajes telefónicos (ya dame ese celular, dámelo, gritábanle), hamacas, chapuzones y fotos estilo Hola!, hasta que la noche nos llevó a la fiesta de la alberca para despedir al secretario de la embajadora que tenía que partir al frío polar, abandonando a seis chiquitinas -mayoritariamente solteras- desamparadas en la costa "pacífica" mexicana, qué malo. Creo que escogimos el fin de semana de la convención de franceses pues el hotelillo estaba lleno de ellos y las chiquitinas, ni tardas ni perezosas, consiguieron una invitación a LA fiesta. La idea nos la vendieron en un tris: ir en un barco con barra libre por poquitito dinero y con esos bombones. ¿Quién en su sano juicio podía haber dicho que no? Así que logramos lo impensable, seis mujeres listas en menos de media hora y nos dirigimos al puerto...

1 comentario:

Anónimo dijo...

LOS COMENTARIOS OFICIALES DE LA CANCILLERÍA:

La narración oficial es de óptima calidad. La cancillería agradece las facilidades brindadas por todas las participantes y espera con ansias poder recibirlas proximamente en la RESIDENCIA OFICIAL de Pretoria.

Atte.

Embajadora Val