jueves, mayo 19, 2005

En mis brazos...

Llegaste a este mundo a mi lado, porque a tu mami se le hizo fácil que mi cuarto era una sala de partos. Naciste y desde antes de hacerlo yo ya te adoraba. Te quise más cuando te tuve en mis brazos, cuando cortamos el cordón umbilical y ya nunca más te solté; si se podía, te quise aún más cuando empezaste a crecer e impusiste el dominio sobre tus hermanos, tal vez porque eras la única hembrita, pero no se me olvida tu cinismo de consentida cuando sólo para no compartir, te aprovechaste de ellos y la gula te salía por la nariz en forma de leche, pero aún así seguías comiendo. Estuviste más de doce años a nuestro lado y fuiste una inmensa felicidad para todos, siempre sonreías moviendo la colita; nunca dejaste de sonreír, hasta hoy que me viste y ya ni podías moverte, preciosa. Te fuiste como tu mami en mis brazos y me vas a doler siempre como siempre me duele ella, porque todavía la sueño y todavía no me hago a la idea de que se me fueron en los brazos con cuatro años de diferencia, un maldito mediodía de mayo en el que el amor superó al sentido común porque ya no soportábamos verlas sufrir.
Me siento muy sola Zeldi, estoy muy triste; no sé quién me va a despertar en las mañanas; quién me va a hacer fiestas cuando salga de bañarme; quién va a hacerla de tapetito que volteaba la carita cada vez que me movía; quién me va a hacer tantas fiestas desde la escalera cada vez que llegue a mi casa; a quién le va a dar tanto gusto verme, de dónde voy a sacar a un fan más grande que tú, que te desvivías por los demás y gritabas y aplaudías cada vez que alguien llegaba y te daba gusto; a quién voy a consentir cuando llueva mucho y haya truenos; a quién voy a bañar; a quién voy a tener ganas de patear y aventar de la cama cuando empiece a ladrar y me despierte; a quién voy a acariciar en la mañana cuando se me acerque moviendo la colita a darme besitos en la cara; a quién le voy a decir que no cuando me pida que le dé mi comida; quién va a querer jugar conmigo como tú siempre querías; a quién voy a decirle que ya cuando me pida más cariñitos; quién me va a consolar de haber perdido a tu mamá. Apenas te estoy empezando a extrañar y ya es horrible, no sabes qué grande ha estado la casa sin ti en una semana que estuviste lejos, imagínate ahora que ya no vas a volver. Te extraño, pequeñita, y te voy a querer siempre, siempre, mi Ruperta tontita hermosa. Gracias por haber existido Zel.